lunes, 2 de febrero de 2009

El 'Expediente X' de los carburantes: petróleo a la baja, gasolina al alza. Por Daniel Toledo

El año arrancaba con la gasolina sin plomo 95 en 82 céntimos de euro el litro. Un bálsamo después de un año en que los carburantes han sido una letra más –o dos- para la mayoría de familias. Pero poco ha durado la alegría. El último dato facilitado por el Boletín Petrolero de la UE, con fecha 26 de enero, fijaba la gasolina en 89 céntimos el litro. Un incremento del 7,8% en apenas tres semanas. La subida del gasóleo es del 4,4%. Entretanto, el barril de Brent, que superó los 50 dólares en la primera semana del ejercicio, ha vuelto a los niveles en que empezó el año, con un último dato de 45,93 euros. Y los precios no bajan.

¿Por qué ha subido la gasolina de forma tan consistente en estas tres últimas semanas, en las que el precio del petróleo ha caído? Si preguntan a las asociaciones de consumidores o las estaciones de servicios, la cosa está clara. Las petroleras fijan precios siguiendo al líder, en este caso Repsol, heredero de un monopolio mal liberalizado. Lo de menos es cómo se forma el precio. Los datos no mienten, dirían. Desde los máximos históricos de 1,276 y 1,329 euros alcanzados el pasado mes de julio por gasolina y gasóleo, la caída en el precio es de un 30,2% y un 34,2%, respectivamente. A mediados de ese mes el precio del barril de Brent había marcado 147,5 dólares; la caída es de un 68,9%. ¿Quién necesita más pruebas?


“Pero es que esa es precisamente la comparación que no hay que hacer”, se expone desde la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP). “Por supuesto que los precios de los carburantes tienen relación con el precio del barril de crudo, pero no una relación directa. Dependen de las cotizaciones de la gasolina y el gasóleo en el mercado al por mayor del Mediterráneo y del Norte de Europa”, se explica. Si se observan ambas evoluciones, ya trasladadas a euros y a partir de una media ponderada, entre el 2 y el 29 de enero de este año, la cotización de la gasolina sin plomo 95 se ha encarecido un 28,4%, mientras que el gasóleo lo ha hecho un 9,1%.

Luego la pregunta tal vez sería, ¿por qué se incrementan esas cotizaciones cuándo el Brent baja? Y ahí se encalla. “Cualquiera sabe. Puede ser porque EEUU esté haciendo acopio aprovechando el precio”, asegura Vicente Nácher, asesor de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES) y experto en el sector. “La cuestión es que no hay que mirar el precio del petróleo. Hay un mercado de gasolina y un mercado de gasóleo. Y ahí actúa la demanda. De hecho, la trayectoria no es equidistante entre el diesel y la gasolina. Si todo dependiera del petróleo, la evolución sería la misma y hasta hace poco el gasóleo estaba más caro. Hay desfases”, apunta.

Los impuestos cuentan

Eso sin contar con el otro gran elemento distorsionador: los impuestos. “Hay que tener en cuenta que el 50% son impuestos”, advertía recientemente el propio ministro de Industria, Miguel Sebastián, también preocupado por la percepción social de que el petróleo baja y los precios suben. El gravamen de los carburantes sin duda atenúa el impacto de las subidas y las bajadas. Si a ese 50% se le añade un 10% de costes fijos (de almacenamiento, transporte, etc.), la evolución de la materia prima sólo actúa en ese 40% restante. Valga un ejemplo. Una bajada de 40 a 30 céntimos en la parte del carburante supone una caída del 25%. Sin embargo, sumados impuestos y costes fijos, sería un descenso de 1 euro a 90 céntimos, es decir, del 10%.

¿Cuánto pasa desde la traslación del precio del crudo hasta que la gasolina se compra en las estaciones de servicio? “En una semana se ha trasladado el precio a los surtidores. Pero, ojo, no del petróleo a los derivados. De la cotización en Londres a los surtidores”, asegura Nácher. Desde Industria también se han echado cuentas. “Hay dos semanas de retraso en promedio desde que una bajada del crudo se traslada. Eso sí, el precio del petróleo en euros, que muchas veces no va con el dólar. En nuestra opinión se ha recogido toda la bajada” desde los máximos de julio, explicaba el ministro.

Unas explicaciones que sólo convencen en parte al sector, que apunta a un mercado español que arrastra las consecuencias de una incompleta liberalización. “La cuestión –se explica desde la Unión de Consumidores Españoles (UCE)- es la ausencia de competencia real en el sector. Aunque no se puede hablar de pacto de precios, Repsol lo marca y los demás hacen seguimiento del líder”. Repsol cuenta con en torno al 45% de la cuota de mercado, seguido por Cepsa, con el 25%, y BP, con el 10%. La CNE ya estudió el problema y concluyó, con matices, que los incrementos se ajustaban a la evolución de las cotizaciones internacionales. La Comisión Nacional de Competencia tiene ahora también a las petroleras en su punto de mira.

La propia patronal de gasolineras ya ha convocado huelgas en más de una ocasión para protestar porque las petroleras con las que tienen contratos de suministro en exclusiva les fijan los precios sin dejarles margen de maniobra. Su presidente, Juan Miguel Prats, insiste en la tesis: “El mercado está cerrado con tres petroleras. Y éstas lo que hacen es seguimiento del líder. Ahora lo tienen incluso más fácil, porque estamos obligados a remitir a Industria los precios, que se publican en su página web. No necesitan ni un comercial yendo y viniendo, como antes”, expone con resignación.

Cotizalia

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