sábado, 7 de febrero de 2009

Celebraciones nacionalistas cuatribarradas . Por Yauma

Durante estos días se está celebrando el veinte aniversario del “Consorci per a la Normalizació Lingüística”(CPNL), en diferentes actos no centralizados. El CPNL es un ente que se creó a partir de la voluntad común de la Generalitat y de un gran número de Ayuntamientos, Consejos Comarcales y Diputaciones, con el objetivo de facilitar el conocimiento, el uso y la divulgación de la lengua propia de Cataluña en todos los ámbitos. Según el periodista y escritor Márius Serra (La Vanguardia) “La tarea del CPNL es valiosa y más necesaria que nunca, pero el concepto que lo alienta es perverso. Desde el inicio de la transición, el simple deseo de normalización implicó la fantasía de una normalidad preexistente que recuperar. Eso es radicalmente falso. La zanahoria tras la que corríamos es del mismo tipo de plástico que las liebres de los canódromos.

Sirve de acicate para mover el culo, pero evita que fijemos la atención en los límites de la pista circular por la que corremos, para gran descanso de su propietario, que nos sabe ocupados dando vueltas por nuestra fantasía de normalidad sin afrontar el conflicto de poder que nos hace una cultura invisible. En realidad, no podemos aspirar a ningún tipo de normalidad porque somos excepcionales, y sólo cuando actuamos como tales conseguimos una cierta visibilidad.” ¡ Que malo y perverso es el propietario de la pista, pero que malo! Parece ser que el comentario del columnista está inspirado de un libro (ensayo) de reciente aparición escrito por el profesor de la Universitat Oberta de Catalunya UOC (respuesta catalana a la UNED) Josep-Anton Fernàndez “El malestar en la cultura catalana”. Fernàndez, ¡exótico apellido!, por favor observen la inclinación de la vírgula o tilde en la “à”de Fernàndez. Ese detalle, en apariencia simple, conforma todo un cambio radical en la existencia vital y filosófica de una persona, abriéndole puertas y ventanas, salones y mansiones, odios y pasiones, amor y fantasía. Representa el signo de la distinción, de lo diferente, de lo sublime. En ocasiones ante el manifiesto esfuerzo de estos compañeros cuatribarrados por catalanizar sus apellidos un torrente de solidaridad recorre mi alma patriótica y en tales momentos estaría dispuesto a intercambiar con ellos alguno de mis ilustres apellidos, el gentilicio, y hasta mi nombre de pila.

Tengo que reconocer que la fortuna sonrió mi cuna, Yauma Vilablareix i Domeny-Fornells. Ruego a cualquier español, que por casualidad entre en este blog, que ante su manifiesta y comprobada incapacidad para pronunciar nuestros nombre y apellidos correctamente mejor es que se abstenga. El asunto de los nombres y apellidos resulta cosa muy seria, y por el propio bien del visitante, evitarle que le ocurra lo que le pasó a un compañero mío de trabajo, por cierto no muy sobrado de luces, me explicaba el otro día que la atriz española “Pene-López” había ganado un Goya. ¿En qué estaría pensando el puñetero?. Con razón Don Cipriano, el párroco de mi pueblo, sentencia cada vez que se le presenta la ocasión, supongo que basándose en datos fiables del confesionario, que desde hace cuarenta años que ejerce la profesión no ha conocido a una persona que sea tonta de cintura para abajo. Mi amigo, llamémosle Manuel, es un tipo curioso en cuestiones sexuales y una de las fantasías que le solivianta la libido hasta el mal de San Vito es ver a una mujer desnuda pero calzada con zapatos de tacón de aguja, fumando y jugando al billar. Esa imagen, parece que estuvo asociada a sus primeras erecciones en la entrada de la pubertad y desde entonces ha sido el Norte de su vida sexual.

Josép-Anton Fernàndez es profesor de lengua y literatura catalanas, especialmente del siglo XX, teoría literaria y cultural con énfasis en temas de genero y sexualidad. Durante años ha colaborado con entidades y partidos políticos en cuestiones relacionadas con los derechos de los gays y lesbianas. Ha contribuido a fundar “veu pròpia” (voz propia) asociación de nuevos catalanoparlantes a favor del catalán (supongo que de ahí partió la idea de las parejas lingüísticas, el tema de pareja ocupa un privilegiado lugar relacionado con cierta polémica en el mundo de la homosexualidad). En su libro Fernández razona ampliamente sobre los efectos asociados a la ensoñación normalizadora. Asegura que lo contrario de la existencia no es la no existencia, sino la insistencia.(Zizek filósofo de moda esloveno con tendencia a ejemplificar la teoría filosófica con ejemplos de la cultura popular).En principio hay que decir que no es un libro quejoso, tan propio de los escritores catalanistas. El individuo se hace verdaderas pajas mentales a lo largo del libro, valgan algunas de muestra: “no poden matar la cultura catalana perquè som zombis” (no pueden matar la cultura catalana porque somos zombis), “els catalans som però no existim” ( los catalanes somos pero no existimos), “ Siguem radicalment optimistes, nosaltres i la nostra cultura no ens podem morir, ni ens poden matar, perquè ja estem morts” (Seamos radicalmente optimistas, nosotros y nuestra cultura no nos podemos morir, ni nos pueden matar porque ya estamos muertos”.” Si los catalanes nos ponemos delante de un espejo nuestra imagen no sale reflejada”......En fin parece que este hombre está describiendo a un conde Drácula cuatribarrado , multipersonal y supracultural. El eslogan conciliador pujolista de “ es catalán todo el que vive y trabaja en Cataluña” lo rechaza con fuerza. “ Jo sóc castellanoparlant i per mi adoptar el catalá va ser un esforç. Que em diguìn aixo, trivializa el meu esforc”(Yo soy castellanoparlante y para mí adoptar el catalán fue un esfuerzo. Que me digan esto trivializa mi esfuerzo). Este patriota lo tiene claro: Quien quiera ser de los nuestros lo primero que tiene que hacer es aprender y utilizar el catalán como lengua propia.

Hay un punto particularmente polémico en el libro, y puede que no todos los patriotas cuatribarrados estén de acuerdo con Fernàndez, asegura el profesor, evidentemente arrimando el ascua a su sardina, que desde el punto de vista nacional todos los catalanes somos homosexuales, establece un paralelismo entre el orgullo gay y el orgullo catalán. Un servidor por ejemplo desde este foro se niega a aceptar tal generalización, y humildemente expone las razones que le inducen a levantar la voz, aunque sea modesta.
Hasta el momento, uno posee una historia de heterosexualidad discreta, si se consideran marcas y récords, pero estable y constante y hasta cierto punto satisfactoria, no hay que engañarse la plenitud en este campo es muy difícil de conseguir y menos aún si se está escribiendo mirando en la pantalla del televisor los movimientos de Shakira cantando “Estoy aquí” o “Suerte”. No me imagino a una persona de mi edad casado tres veces por la iglesia católica apostólica y romana, con nueve hijos y siete nietos, subido en una carroza nacionalista-gay , vestido con un taparrabos cuatribarrado haciendo monerías a propios y extraños demostrando mi orgullo gaynacionalista. ¡ Rotundamente no, no me veo!.

Fernàndez asegura que en el campo de la literatura podemos ofrecer una literatura de mujeres de gran calidad. No sé, no sé, si, esta afirmación del profesor agradará demasiado a los dos santones de Frankfurt, Monzó y Porcel, ambos de columna diaria en La Vanguardia ese periódico del nacionalismo moderado con incursiones pseudo-neutrales de cuando en cuando. Para mi gusto, Monzón, despojado de su alta componente nacionalista, puede leerse. Cuando se sumerge en el tema recurrente y obsesivo del patriotismo cuatribarrado mejor es dejarle y cambiar de registro gráfico. La ultima columna que le he leído habla de la supuesta discriminación sufrida por un emigrante brasileño por la dueña de un bar, la señora Mercè, bilingüe por convinción o por conveniencia mercantil, que contestaba en castellano al buen emigrante cuando éste intentaba hablarle en catalán. Esto tan esquemático le sirvió al amigo Monzó para salvar la columna del día y para apuntar en su haber patriótico otro tanto liguero . Supongo que tener que escribir por obligación una o más columnas al día, llueva o solee, debe ser muy duro y poco reconfortante para el proceso creativo, y, más aún, si hay que mantener la corrección político-patriótica oficial.
De Porcel, simplemente comentaré que ha conseguido que ignore por completo lo que escribe, y conste que me considero una persona razonablemente tolerante, pero la incoherencia, la falta de substancia de sus escritos, un mínimo de linealidad, la estravagancia atemporal y ese terrible almacén de datos puestos en movimiento sin ton ni son, junto con los correspondientes retruécanos, quiasmos, anfibologías,
extranjerismos, modismos y otros ismos frecuentemente contradictorios y redundantes, han colmado el vaso de mi aguante como lector.

Continúa Fernàndez: Los catalanes no somos normales, la normalidad exige la comparación con algo o con alguien ¿con quién nos hemos de comparar? Con Alemania , con Zimbagüe . El termino normalización tiene connotaciones terribles. Es lo que se intenta hacer en los hospitales mentales. La cultura catalana no es normal. Un futuro que solamente es posible con la plena soberanía, la gente ha de pensar, y no tengo ninguna duda que al final llegaremos a unas nuevas respuestas sobre que quiere decir ser catalanes que serán muy potentes y nos conducirán a la soberanía. Hay que dejar de comerse el coco con la dichosa normalización aceptemos la realidad sin traumas y construyamos el futuro siguiendo el lema con el que la afición tenística argentina empujaba a su segundo jugador de la copa Davis “¡ Ponga huevos, Chucho , ponga huevos!”

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