martes, 11 de marzo de 2008

El famoso proceso no sirvió de nada. Por Pablo Molina

Después de una legislatura humillando a las víctimas del terrorismo y haciendo concesiones políticas a la ETA (la presencia de su brazo político en las instituciones es tal vez la principal) seguimos donde estábamos, sólo que en peor situación.

El asesinato del ex concejal socialista de Mondragón es la confirmación, la dramática constatación de que la estrategia de Zapatero durante estos cuatro años respecto a la ETA no ha servido para nada útil. Después de una legislatura humillando a las víctimas del terrorismo y haciendo concesiones políticas a la ETA (la presencia de su brazo político en las instituciones es tal vez la principal) seguimos donde estábamos, sólo que en peor situación.

Hoy la democracia española es mucho más débil que hace cuatro años, cuando el PSOE llegó al poder. No sólo porque los terroristas han demostrado que se puede humillar a un Gobierno que se sienta a negociar políticamente con ellos, sino porque hay algunas situaciones que no tienen marcha atrás. El dinero que el brazo político de la ETA ha obtenido gracias a su presencia en los órganos democráticos del País Vasco, procedente del bolsillo de los ciudadanos, incluido el ex concejal asesinado y sus familiares, no va a ser jamás devuelto, y ya sabemos en qué proporción se reparten los fondos en el entramado terrorista.

Pero con ser especialmente vergonzosa, no es esta la peor consecuencia de la política de Zapatero a lo largo de la legislatura. Lo más dramático es que se ha acostumbrado a parte de los ciudadanos a pensar que para solucionar el problema del terrorismo vale la pena intentar cualquier estrategia. Porque no es cierto. La única política que puede acabar con el terrorismo sin graves consecuencias para la nación es el de la máxima firmeza del Estado dentro, exclusivamente, de los cauces legales.

Hacer que la ETA cese en su actividad criminal es fácil: basta con concederle todo aquello que pide. Zapatero ha intentado en estos cuatro años un ejercicio equilibrista de prometer concesiones tensando al máximo la Constitución y las leyes, mientras se intentaba dar una apariencia de que se estaba salvaguardando lo sustancial para no perder a una parte de sus votantes que aún defiende la unidad de la nación española. Al final, ni la ETA ha desistido de sus objetivos ni esa parte noble del voto socialista tiene motivos para sentirse orgullosa de su presidente.

En las declaraciones inmediatamente posteriores al atentado, Zapatero ha declarado que "el Gobierno perseguirá con el Estado de Derecho a los terroristas, a quienes les prestan apoyo y avalan y justifican sus acciones con toda la determinación y los medios perseverando a favor de las vidas y la libertad de todos los españoles". Exactamente lo mismo que viene defendiendo Rajoy estos cuatro años. O sea, que tanta humillación a las víctimas y tantos ataques a la oposición no han servido para nada más que debilitarnos como nación unida.

Ni el PSOE ni Zapatero son responsables en absoluto de la muerte de Isaías Carrasco. Los culpables son únicamente los terroristas. Sin embargo el PSOE debería reconocer su error de estos cuatro años y hacer una pública declaración de que en la lucha contra la ETA jamás se apartará del camino trazado por Zapatero con esa frase. Sería un buen homenaje a la memoria del ex concejal asesinado, aunque tachen al PSOE de electoralista estando a menos de cuarenta y ocho horas de las elecciones. Nuestros mártires lo merecen.

Libertad Digital - Opinión

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El triunfo de la mendacidad. Por Cristina Losada.

Veremos cuánto aguanta el embate de la realidad un dirigente que huye de ella. Y cuánto un electorado que le acompaña en ese escapismo adolescente.

Los milagros no ocurren en política. Y hubiera sido un milagro que perdiera el PSOE. El PP tendría que haber ganado a contracorriente. Pues la corriente, esa corriente que sólo siguen los peces muertos, se movía a favor del aparato zapateril. No sólo por el hecho de que los gobiernos suelen repetir tras su primera legislatura. Así ha ocurrido aquí, y ocurre en otros países. El poder, a la vez que conlleva desgaste, permite utilizar todos los mecanismos a su alcance para mantenerlo. Son muchos, y cuando lo ocupa una pandilla sin escrúpulos, más todavía. Si junto a esos instrumentos cuenta con la ayuda y la complicidad de los medios de comunicación de mayor audiencia, como ha sucedido a lo largo de estos cuatro años, y aún antes, el poderío se multiplica. Sin contar con que el poder atrae a ese nada despreciable –en términos cuantitativos– segmento de votantes que se inclinan, como los flexibles juncos de los poetas orientales, ante el empuje del viento dominante.

Hubiera sido sorprendente que estas elecciones fuesen una excepción a ese principio que Jean François Revel expresó diciendo que la mentira es la primera fuerza que mueve al mundo. Hoy se medía el espesor y la eficacia del telón de engaños y tergiversaciones que el Gobierno de Zapatero ha tendido sobre una gestión desastrosa y una política irresponsable, aventurera y liquidadora de los fundamentos de la Constitución del 78. La cortina ha cumplido su función encubridora. Desde el PSOE no se han dedicado a otra cosa en estos cuatro años que a tejerla y a zurcir sus agujeros. La propaganda ha resultado más potente que la realidad.

Pero no sólo se trata de que una parte del electorado español se haya dejado engañar por Zapatero. Otra vez, sí, pero con un agravante: ZP ya no es un desconocido, como lo era en 2004. Por ello se ha de concluir que se ha respaldado con conocimiento de causa su alianza de hierro con los nacionalistas y su disposición a cederles trozos de soberanía, así como su voluntad de negociar con los terroristas. De los resultados se infiere que una parte del voto secesionista ha ido a parar al PSOE. Y que éste ha pescado también en los caladeros de la extrema izquierda, como lo certifica el descalabro de IU. Es altamente probable que ese "voto útil" a ZP –el voto contra el PP que galvaniza a los extremistas– haya dado la victoria al PSOE, como ya ocurrió en las elecciones anteriores.

Se repite así en estos comicios un fenómeno que emergía en 2004: el "todos contra el PP" que incluye el voto por la cesión ante los nacionalistas y por la claudicación ante el terror. El asesinato perpetrado por ETA en vísperas electorales ha incidido, seguramente, en ese flanco débil. En aquellos que desean un "arreglo" –no importa el precio– con los criminales y ven en Zapatero el hombre indicado para esa "gestión". En eso no se equivocan. Como tampoco yerran los que cifran en él las esperanzas en un avance hacia el Estado "plurinacional" que preconizan. Ahora se recoge la cosecha de varias décadas de pedagogía del odio a España. Y de la LOGSE, no digamos.

Los hechos que pueden atemperar las malas noticias son pocos: el PP ha subido en votos y escaños; y UPyD entra en el Congreso. Se abre un período complicado e inestable. Zapatero pactará y cederá, de nuevo, ante los nacionalistas –que le esperan con referéndum de autodeterminación incluido– y deberá afrontar el impacto de la crisis económica. Veremos cuánto aguanta el embate de la realidad un dirigente que huye de ella. Y cuánto un electorado que le acompaña en ese escapismo adolescente.

Cristina Losada es uno de los autores del blog Heterodoxias.net.

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