jueves, 18 de septiembre de 2008

El secreto del éxito del PSOE: un núcleo de políticos profesionales que controla a los militantes

El PSOE gobierna España y desde la instauración de la democracia lo ha hecho durante 18 años. A ello hay que sumar sus triunfos electorales en comunidades autónomas y ayuntamientos. Es, por tanto, un partido de éxito, a pesar de que su número de militantes se situaba en 2002 en torno a los 200.000, y el Partido Popular puede presumir de 700.000. ¿A qué se debe esta desproporción? De acuerdo con el Estudio sobre formaciones políticas con experiencias de éxito, elaborado por el profesor de la Universitat Pompeu Fabra Jaume López y la investigadora Yanina Welp, los socialistas han logrado convertirse en una formación exitosa gracias a la disciplina interna.

El documento recoge cómo, desde el congreso socialista de 1979 en que Felipe González forzó al PSOE a renunciar al marxismo, el partido comenzó un proceso de centralización que acabó con los delegados que representaban a las agrupaciones locales y reforzó una estructura de control sobre las federaciones autonómicas y las organizaciones provinciales. Así, la frase “quien se mueve no sale en la foto”, atribuida a Alfonso Guerra, ex secretario de organización socialista, dañó la democracia interna del PSOE y arrinconó a la militancia, pero dotó a la formación de una notable capacidad para afrontar los comicios electorales.

La Ejecutiva Federal acumuló casi todo el poder, incluyendo la decisión final sobre las listas electorales. Y en 1984, el PSOE ofreció una nueva lección de disciplina. Felipe González supo imponer a sus militantes la nueva posición del partido con respecto a la entrada en la OTAN y pudo movilizar las estructuras del partido para que el sí fuera el resultado vencedor en el referéndum.

Además, los militantes y simpatizantes del PSOE están subordinados en cuanto a número a los llamados políticos profesionales. Ya en el congreso socialista de 1990, después de ocho años en el Gobierno, el 67% de los delegados asistentes eran cargos públicos. Y es que tras la centralización llevada a cabo por Guerra, la elección interna de delgados dificultó la entrada de críticos con el aparato, y propició la aparición de una oligarquía que apoyó rotundamente las políticas de la dirección.

El predominio de los políticos profesionales sobre los militantes es comparable, según el informe, con el Partido Demócrata estadounidense, aunque la formación de Barack Obama cuenta con una amplia base de simpatizantes (ciudadanos que colaboran puntualmente sin pagar una cuota), y de la que el PSOE carece. De hecho, en el caso de los socialistas españoles, el número de simpatizantes es incluso menor que el de militantes. El informe, que además de al PSOE analiza al Partido Demócrata estadounidense, al Partido Laborista británico, al Partido Verde alemán, el Frente Amplio uruguayo el Partido Nacionalista Escocés, fue presentado ayer por el vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, Josep Lluís Carod Rovira, y que fue esta institución quien encargó el estudio.

Corrupción y primarias

De estas comparaciones se desprende que ni el Partido Demócrata, ni el Laborista, ni el PSOE posee una estructura piramidal (en que los votantes ocupan la base, los profesionales la cima, y en medio se sitúan, de mayor a menor, simpatizantes y militantes). El Frente Amplio, actualmente en el Gobierno uruguayo, y el Partido Nacionalista Escocés se ajustan a este modelo, pero es el PSOE el que más difiere, ya que apenas existe relación entre el número de votantes y simpatizantes; y es la formación con mayor proporción de políticos profesionales.

No obstante, el informe recuerda que el modelo de la disciplina y la autoridad central también tuvo efectos negativos al debilitar los sistemas de control interno y alarma ante los escándalos de corrupción que sacudieron al PSOE desde 1990. Asimismo, el intento de elección de un candidato a la presidencia a través de elecciones primarias, llevado a cabo en 1998 con la pugna entre Joaquín Almunia y Josep Borrell, terminó fracasando, ya que la dirección no pudo digerir la victoria de Borrell, un candidato ajeno al aparato.

el confidencial

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