sábado, 19 de abril de 2008

Ms. Hope Aguirre. Por Pablo Molina

Hay muy buenas razones para apoyar a la actual presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid de cara al próximo congreso del Partido Popular, en el que podría presentar su candidatura frente a la de Rajoy (segura) y la de Gallardón (segurísima), pero quizá la primera de ellas tenga que ver con el odio visceral que le profesa la izquierda ágrafa, valga la redundancia.

De Esperanza Aguirre ("Mi amica Joup Aguaier", pronunciaría George Bush) se ha dicho casi todo lo malo que se puede decir de un político. Incluso trataron de colocarle el sambenito de inculta con aquella leyenda urbana según la cual, siendo ministra de Cultura, metió la pata hasta el corvejón a la hora de hablar de un mediocre escritor portugués de extrema izquierda. Me refiero a lo de "Sara Mago", o sea, a que confundió el apellido del ilustre marxista con el nombre completo de una inexistente escritora.

Los dirigentes de la izquierda conocen el nivel intelectual de sus bases y su capacidad crítica, de ahí que no tengan reparos en fabricar basuritas enlatadas como ésa, que sus fieles saborean con delectación (ahora les dicen que un trasvase es una "aportación puntual de monóxido de dihidrógeno", y los sociatas aragoneses y levantinos tan contentos, oiga). Pues bien, todos los que han sostenido a lo largo de este tiempo la veracidad de lo de "Sara Mago" tuvieron hace unos días la oportunidad de ganar 400 euros, la misma cantidad, por cierto, que Zapo prometió a los contribuyentes en esta declaración de la renta. Se trataba simplemente de enviar a los promotores de esta página la prueba de que Aguirre pronunció esas palabras. Naturalmente, nadie pudo ganar el premio, puesto que jamás las pronunció.
La izquierda en general, y la mediática en particular, disfrutó durante un tiempo con tal bajeza, en la creencia de que si convencían a la gente de que Esperanza era más bien cortita desactivarían el peligro de que alguien como ella siga en primera línea de la derecha liberal española. Pero como no han podido conseguiro, ahora los ataques vienen por otro flanco.
Es curioso que la farándula subvencionada, tan dada a la chanza, no haya explotado suficientemente la mediocridad intelectual de la mayoría de los ministros de Zapo, con él a la cabeza, pues ocasiones las ha habido a millares. Piensen en la perfecta dicción de Esperanza Aguirre, en su claridad expositiva y en su dominio de cuatro idiomas, y escuchen luego cómo todo un ministro del Gobierno del Reino de España se las ve y se las desea para pronunciar "climático" y "ejemplarizante". Qué nivelazo, ¿no? Esto mejora incluso lo de "Pixie y Dixie" de la ágrafa egabrense, esa ministra a la que, según confesión propia, le encantaba pasar horas en el baño leyendo o "hablando con los alcaldes en bragas" (no quiero ni pensar en los sonidos que se escucharían de fondo), y mira que aquello parecía en su día insuperable.

Desde que el PP perdió las últimas elecciones y convocó un nuevo congreso, El País Hilton, autodenominado "diario global", le ha puesto la proa de nuevo, con idéntico resultado que la vez en que un insigne fascista de su nómina (q. e. p. d.) le acusó de padecer su misma enfermedad doctrinal. Los políticos de la derecha, quiero decir, del centro-reformismo-dialogante-progresista, palidecen hasta lo cadavérico cuando El País Hilton, o cualquier otro medio del Grupo Prisoe, les dedica aunque sea un suelto en página par. Ante la mera sospecha de que los expendedores oficiales del título de demócrata, todos ellos insignes falangistas que hicieron carrera con Franco, estén valorando la posibilidad de retirarles tan codiciada credencial, entran en un estado de descomposición cerebro-intestinal que les lleva a retractarse y pedir disculpas por existir. Aguirre, simplemente, les devuelve la pulla, pero multiplicada por diez, que es el lenguaje que mejor entiende el retrofalangismo progre reconvertido en izquierda multimillonaria.

De hecho, si lo que pretende Prisa o su filial, "la PSOE", es que Esperanza Aguirre no presente su candidatura a la presidencia del PP, probablemente lo que estén consiguiendo sea el contrario. Supongo que La Lideresa se relame pensando en la gloriosa portada que El País Hilton le dedicaría el lunes siguiente a su proclamación como vencedora. Yo también. Tanto, que haría algo que no he hecho jamás en mi vida: comprar un ejemplar.

Lo característico de la izquierda es que no soporta que su rival tenga ideas, puesto que en el terreno de la mera propaganda es donde los socialistas cobran ventaja. Un candidato popular que maneje los mismos tópicos progres no es rival para la izquierda, capaz de elevar la apuesta por la demagogia a unos niveles que los populares, por cierto sentido del decoro, renuncian alcanzar de antemano. La izquierda conoce la solvencia de sus votantes, pero la derecha también, de ahí que esta última tenga que llevar mucho cuidado con no sobrepasar ciertos límites en el insulto intelectivo, límites que su rival sobrepasa con la mayor tranquilidad y unos resultados excelentes.

Precisamente por eso resulta especialmente interesante que aparezca algún candidato a la presidencia del PP capaz de decir públicamente algo como: "Hay que confiar en los ciudadanos, en sus iniciativas, en sus energías, en su creatividad y en su indiscutible afán de prosperar". Esta sola frase, que pone la libertad de la sociedad civil por encima del dictado de los políticos, vale por todo un programa electoral. Si encima quien la pronuncia esgrime hechos, estamos ante un personaje excepcional en un partido, el popular, que lleva años ejerciendo de brazo moderado de la socialdemocracia, con los resultados electorales por todos conocidos.

Lo más probable es que la primera decisión de Aguirre como presidenta del partido fuera señalar enérgicamente a Arriola el camino hacia la puerta. Sería una tragedia, claro, pero los simpatizantes de Esperanza la quieren tanto que seguramente asumirían ese sacrificio con la mejor de las sonrisas.

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