domingo, 4 de febrero de 2007

El mensaje no puede ser más claro: con la Constitución, contra Eta

Ninguna manifestación en España, por importante que fuera, ha cambiado la voluntad de un Gobierno. Pero ningún Gobierno debería hacer oídos sordos a un clamor popular como el que ayer se percibió en las calles de Madrid. La pregunta que surge inmediatamente después de ver la riada de ciudadanos pidiendo la derrota de ETA es hasta cuándo un presidente puede mantener su estrategia antiterrorista en contra de la mayoría de las víctimas y, como mínimo, de medio país.

Zapatero tiene que plantearse adónde conduce su ambiguo discurso que, a pesar del atentado de la T-4, da argumentos a quienes piensan que deja entornada la puerta de la negociación a los violentos. Para muchos ciudadanos, actitudes como la petición de la Fiscalía de excarcelar a De Juana Chaos, ahondan esa inquietud.

Los cientos de miles de personas de todo el país que ayer se manifestaron en la capital lo hicieron de forma serena. De hecho, las banderas y los globos daban un colorido festivo y de reivindicación positiva más que de protesta, en el que era el primer gran acto de quienes se oponen a la política antiterrorista del Gobierno después de un atentado con víctimas mortales. Hubo gritos de mal gusto y excesos aislados contra el presidente, al igual que en la manifestación del día 13, convocada por los sindicatos y el colectivo de ecuatorianos, los hubo contra el PP. Pero en uno y otro caso fueron anecdóticos en un acto de masas.

La marcha de ayer era, por otra parte, mucho más clara en su mensaje que la de hace tres semanas, que se convirtió, en la práctica, en un respaldo al Gobierno. En aquélla se mezclaba el sentimiento de solidaridad con los fallecidos en la T-4, con una petición genérica de paz, sin especificar cómo alcanzarla. La de este sábado se pronunciaba directamente contra cualquier negociación y, a tenor del resultado, cabe afirmar que sus partidarios han ganado en la calle. Precisamente uno de los problemas de Zapatero que ayer puso en evidencia la multitudinaria manifestación es que demasiados españoles están en contra de su política de entente con el nacionalismo vasco porque entienden que da más oxígeno a ETA. En esa posición están posiblemente los diez millones de votantes del PP, pero también muchos otros. Junto a la plana mayor de este partido estuvieron colectivos de distinto signo, la socialista Rosa Díez y hasta la Unificación Comunista de España. El propio Foro Ermua, convocante del acto, nacido de la explosión de coraje democrático que siguió al asesinato de Miguel Angel Blanco, no puede ser despreciado como un simple grupo antigubernamental, como ayer pretendió el secretario de Comunicación, Fernando Moraleda, siguiendo la estela de Ibarretxe.

La profusión de banderas constitucionales en la marcha lleva a pensar que los asistentes pretendían reafirmar una idea de España que creen hoy en peligro. Incluso el himno nacional cerró el acto, algo que aún puede sorprender en España, pero que es común en otras democracias. Aunque tanto Mikel Buesa como Alcaraz exageraran en sus críticas a Zapatero dando por sucedido lo que no es sino un proceso de intenciones, junto al rechazo a ETA y a la negociación con la banda, queda claro que los participantes reivindicaban los valores de la España democrática que consagra la Constitución.

Es difícil que a estas alturas Zapatero tome nota del mensaje, convencido como está de que su política hace más fuerte a España. Pero actos como el de ayer deben recordarle el grave riesgo de no escuchar la voz de la calle. Eso es lo que llevó al PP a perder las elecciones y, a él, a alcanzar el Gobierno.

Editorial de El Mundo, 04-02-2007

El rechazo a la negociación con ETA gana la batalla de la calle

La manifestación convocada por el Foro Ermua superó ampliamente a la celebrada el día 13 y que, en sintonía con el Gobierno, sólo pedía la paz.
Ondearon miles de banderas de España.

La manifestación convocada por el Foro Ermua movilizó a muchas más personas que la que se limitó a promover la paz en sintonía con el Gobierno Los asistentes ondearon miles de banderas constitucionales y el acto concluyó con el himno nacional. Asistieron los principales líderes del PP.

Sin dudas. El no a la negociación con los terroristas ganó claramente la batalla de la calle. Cientos de miles de ciudadanos se dieron cita ayer en Madrid para lanzarle un claro mensaje a Rodríguez Zapatero: «No hay nada que negociar».

Pero, además, quisieron también demostrar que eran capaces de ganar en número a los que el pasado 13 de enero asistieron a la manifestación contra el último atentado de ETA en una convocatoria en sintonía con el Gobierno en la que se reclamaba la «paz», pero no se pronunciaba ni contra el diálogo ni contra la negociación. Aquella manifestación fue convocada por los sindicatos UGT y CCOO junto a los colectivos de ecuatorianos en España. Una vez más, se produjo una nueva guerra de cifras. Desde la Delegación del Gobierno se informó de que la convocatoria de Foro Ermua fue secundada por 181.201 personas. Desde la Comunidad de Madrid la cifra se disparó hasta el millón y medio de manifestantes.

El pasado 13 de enero, la Delegación cifró en 174.824 el número de asistentes y la Comunidad de Madrid habló de 210.000. En cualquier caso, ambos organismos confirmaron que en la marcha de ayer había más asistentes que en la del pasado 13 de enero. Además, las arterias tanto del paseo de Recoletos como de la calle de Alcalá tenían más manifestantes ayer que en la convocatoria anterior. La iniciativa de Foro Ermua contó con el respaldo de miles y miles de ciudadanos, llegados de todas las comunidades de España, que inundaron el centro de Madrid para pedir la «derrota» de ETA «sin concesiones ni negociaciones».

Desde al menos hora y media antes de la hora prevista para iniciar la marcha, la madrileña plaza de Colón se convirtió en un ir y venir constante de ciudadanos con banderas de España en sus manos, ansiosos de iniciar la marcha.

El color rojo y gualda llenó el recorrido de la manifestación en un acto sin precedentes. «No había visto tantas banderas de España juntas en mi vida, ni cuando los partidos de la selección», recordaba uno de los asistentes. Otro le contestó: «Es que parece que por fin ya no nos da vergüenza enseñar la bandera». La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, había realizado un llamamiento para que los ciudadanos acudieran a la protesta con banderas de España. Incluso, al final de las intervenciones sonó el himno nacional.

Pero no faltaron las banderas de todas y cada una de las comunidades autónomas.

A ETA se la vence, no se la convence. Era la pancarta que la gran mayoría de los asistentes portó durante las casi tres horas que duró la protesta contra el terrorismo etarra, en un acto que, además de ser una condena del atentado de Barajas, sirvió para dejarle claro al Gobierno que los asistentes no quieren concesiones a ETA para acabar con el terrorismo; quieren «la derrota de los asesinos».

Gran respaldo

Además de la gran mayoría de las asociaciones de víctimas del terrorismo de ETA y del 11-M, el acto fue secundado también, entre otros, por el Partido Popular, la Unión del Pueblo Navarro, Ciudadanos de Cataluña, el Sindicato Unificado de la Policía, la Confederación española de Policía, asociaciones de guardias civiles... hasta más de 150 asociaciones, movimientos cívicos y partidos.

«España, España, España», «Zapatero, dimisión», «España se merece otro presidente», «No se negocia con los asesinos», «Vaya libertad, si dices lo que piensas te vienen a matar», «Todos a una, contra Batasuna», «Con este Gobierno, España es un infierno», «11-M, queremos saber», fueron los gritos más coreados. La manifestación arrancó pasadas las cinco de la tarde, encabezada por los representantes del Foro Ermua, bajo el lema Por la libertad. Derrotemos juntos a ETA. No a la negociación. Junto a ellos, los máximos representantes de las diferentes asociaciones de víctimas, con la AVT a la cabeza.

El líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, y prácticamente toda la cúpula de su formación arroparon de nuevo a las víctimas del terrorismo en esta nueva convocatoria, celebrada apenas 20 días después de que en el mismo sitio y prácticamente a la misma hora casi 200.000 personas, convocadas por los sindicatos UGT y CCOO, condenaran también el último atentado de ETA.

También acudieron, entre otros, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón y las militantes socialistas Gotzone Mora y Rosa Díez (que estaba tras una pancarta con el lema ETA no, ETA ez). El presidente valenciano, Francisco Camps, los dirigentes populares Eduardo Zaplana, Angel Acebes, el ex ministro Jaime Mayor Oreja, y una larga lista de responsables políticos de la formación popular también secundaron la convocatoria.

Rajoy indicó que su partido estará detrás del Gobierno «si rectifica, cambia su política y rechaza la negociación con ETA».

El ex presidente del Gobierno José María Aznar aseguró: «Estamos aquí todos los que queremos derrotar al terrorismo, los que no queremos negociar ni rendiciones, ni diálogo ni trampas debajo de la mesa».

La militante socialista también hizo una velada referencia a las declaraciones de Fernández de la Vega. «Juntos podemos acabar con ETA de buena fe, si somos muchos la vamos a derrotar. Aquí no sobra nadie», sentenció.

El comunicado final no dejaba lugar a dudas. Fue leído por Conchita Martín, viuda del comandante Blanco, primera víctima tras la ruptura de la anterior tregua, y Antonio Aguirre, ex dirigente del PSE y militante de base de esta formación. Tras condenar los dos últimos asesinatos de ETA en la Terminal 4 de Barajas, indicó: «Ésta no es una convocatoria ni de izquierdas, ni de derechas, ni de centro, es una convocatoria para todos los ciudadanos que quieran defender la libertad, confíen en el Estado de Derecho, en la derrota de ETA y que se oponga a la negociación con los asesinos».

«Debemos aprender de nuestro pasado que no hay que negociar con ETA porque no hay espacios legítimos entre la democracia y el proyecto liberticida de la banda, y porque los intentos de diálogo no son gratuitos: sirven para legitimar a los terroristas, para hacerles concebir esperanzas», añade el comunicado.

Contra la vicepresidenta

Teresa Jiménez Becerril también tomó la palabra y exigió a la vicepresidenta del Gobierno que pidiera disculpas a todas las víctimas del terriorismo, «que pida disculpas también a mi madre, que se ha recorrido media España para estar aquí, con buena fe, como todas las víctimas, con buena fe». Contestaba a las declaraciones de la vicepresidenta que el pasado viernes aseguró que veía «mala fe» en la manifestación de ayer porque no era contra ETA.

El presidente de la AVT, Francisco José Alcaraz, también habló desde el estrado. «Nuestros seres queridos no han sido asesinados en vano. Tras 40 años de sufrimiento y dolor sembrados por el terrorismo en España, no podemos consentir que finalmente el terrorismo de ETA consiga ninguno de sus objetivos. Señor Zapatero, rendirse a los pies de ETA es de cobardes e irresponsables ya que, entre otras cosas, los actos de estos asesinos serían justificados por nuestro Estado de Derecho. A ETA se la vence, no se la convence». Advirtió del riesgo de que finalmente el Supremo, en próximas fechas, excarcele al etarra De Juana Chaos, en huelga de hambre.

En representación de la comunidad ecuatoriana intervino Jaquelin Pulupa, quien reclamó que no se ceda «ni un centímetro» a las reivindicaciones de los terroristas, que les caiga «todo el peso de la ley». Pidió también la unidad de todos los demócratas como arma más efectiva para acabar con los etarras.

El acto del Foro Ermua, que se inició con el lanzamiento de más de 25.000 globos con los colores de la bandera de España, finalizó con el himno nacional.

Fernando Lázaro
El Mundo, 04-02-2007

Sin gobierno, pero con una gran Nación


"La causa de la derrota de ETA es hoy la de la libertad en España; que es como decir que, o sobrevive ETA, o lo hace España, patria y sinónimo de la libertad individual desde sus mismo origen como nación."


El movimiento cívico de resistencia a ETA ha dado un salto histórico, con la manifestación masiva que ha recorrido el centro de Madrid, convocada por el Foro de Ermua con el lema Por la libertad. Derrotemos juntos a ETA. No a la negociación. El mar de banderas españolas y la estremecida multitud por el himno nacional al final de la concentración han bastado para que el Gobierno, sus aliados tribales y los pregoneros de su política de apaciguamiento, se topen con una energía de libertad imparable en la sociedad, con la que no contaban.

Lo que comenzó en los funerales casi clandestinos de las primeras víctimas de ETA, como un sentimiento de rabia e impotencia de sus allegados, se ha convertido, cuarenta años después, en la corriente de acoso pacífico al terrorismo y sus aliados más formidable del mundo, y también en un modelo de vertebración capaz de unir y movilizar a los españoles a través de edades, clases sociales, ideas, creencias y orígenes locales.

La causa de la derrota de ETA es hoy la de la libertad en España; que es como decir que, o sobrevive ETA, o lo hace España, patria y sinónimo de la libertad individual desde sus mismo origen como nación. Clásicos del conocimiento de nuestra factura histórica profunda, como D. Claudio Sánchez-Albornoz o D. Marcelino Menéndez Pelayo, probaron que España se hizo la nación más antigua de Europa luchando por su independencia, y ha conseguido mantenerse unida a lo largo de las edades, defendiendo su libertad frente a los enemigos más variados y feroces.

La corriente arrolladora de civismo que va del Espíritu de Ermua de 1997, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, al sobrecogedor Episodio Nacional de este 3 de febrero de 2007, bebe del mismo impulso de libertad que ha unido y puesto en pie a otras generaciones de españoles frente a reyes despóticos o felones, invasores y fuerzas internas de desestabilización.

Si el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero pensó que la sociedad española (o, al menos, su parte más noble, consciente y activa) iba a permanecer impasible ante su concienzudo plan de pacto con ETA para cambiar el régimen constitucional por otro en el que PSOE y partidos nacionalistas e independentistas se repartiesen el poder a perpetuidad, es que desconoce los impulsos genéticos que mueven la historia de los españoles. Visto como otra prueba más de su secular resistencia a ser sometidos, el Espíritu de Ermua y la orgullosa afirmación de los valores nacionales y constitucionales que desemboca en la marea humana que este fin de semana ha tomado las calles de Madrid y de otras ciudades españolas, era una reacción previsible a la obcecación del presidente del Gobierno en negociar y pactar con ETA.

Y si Zapatero pensó que sus tratos con los terroristas colarían, se equivocó de medio a medio. Se engaña a sí mismo si piensa que el PP podría organizar e instrumentar esta auténtica rebelión a su política. Sucede algo muy distinto: que el PP se ha visto arrastrado por una corriente de ciudadanos libres y organizados que no se resignan a que ETA sea reconocida como interlocutor político después de haber matado a 919 personas. Cualquier otra decisión hubiera sido suicida para el PP, como lo está siendo para el PSOE. Una sociedad civil organizada en redes, informada y militante en los principios y valores de la libertad gracias al uso de las nuevas tecnologías, es capaz de marcar las prioridades a los políticos.

La culminación del Espíritu de Ermua en el movimiento cívico de las víctimas de ETA contra el mal llamado “proceso de paz” no sólo marca la legislatura infame de un Gobierno que ha roto todos los consensos de la Transición, sino que ya es el hito más sobresaliente de la lucha por la libertad en toda la etapa constitucional. La causa de las víctimas del terror se ha convertido en algo más grande que ellas mismas: la última batalla por la independencia nacional.

De un Gobierno indolente, hemos pasado a un Gobierno desmoronado por el impacto de una rebelión cívica sin precedentes. La legislatura acabó para Zapatero el pasado 30 de diciembre, cuando ETA mató a dos personas en el aeropuerto de Madrid y pulverizó su único programa de gobierno, la negociación con los terroristas. Pero este 3 de febrero pasará a la historia como la fecha en la que ha quedado de manifiesto que España no tiene Gobierno, pero sigue siendo una gran nación.

Editorial
Libertad Digital, 04-02-2007