jueves, 27 de diciembre de 2007

Feliz año nuevo

Al finalizar 2006, el presidente que cada vez sonríe menos dijo que estábamos mejor que un año atrás, pero que dentro de un año estaríamos "mucho mejor". El año ha pasado, si el calendario no me desmiente. El 2007 empezó en la T-4 de Barajas y termina, por el momento, en Capbreton y en Sestao. Y el profeta presidencial no acusa esa realidad y se niega a derogar la autorización del Congreso para negociar con ETA.

El Gobierno tiene interés en mantener las cosas como están en lo tocante al terrorismo por dos razones: la más obvia, porque pretende volver a la negociación si gana las próximas elecciones; la menos obvia, porque cuanto más se hable de ETA, menos se hablará de lo demás y más se avanzará en la demostración de que el PP está obsesionado con la cuestión terrorista.

Hay días en que las páginas de nacional de los periódicos se dedican por entero a ETA. Y la verdad es que el terrorismo es un problema importante, pero no es el único ni el más importante de todos. Y no es cierto que sea el que más preocupa a los españoles, como dicen las encuestas; porque las encuestas se hacen en base a una lista de cuatro o cinco asuntos y dejan fuera todos los demás. Amén de lo cual es evidente que, al menos en el medio urbano, uno se preocupa más por la posibilidad de que alguien ponga una bomba en el metro de cada mañana que por la falta de agua a unos cuantos kilómetros, cosa que facilita mucho la propaganda.

Sin embargo, el agua es un problema prioritario por cuya solución se ha hecho bien poco en el año que termina. Para felicidad de los bichos acuáticos que viven en las inmediaciones de la costa, la señora Narbona no ha estado muy activa en la instalación de esas desaladoras que acabarían con todos ellos. La Expo de Zaragoza tiene el agua como tema central de su convocatoria: algo así como si el señor Slim o cualquier otro de esos ricos que ganan a millones por minuto hiciera a una fiesta de las suyas en una calle de Maputo, para que rabien los negritos.

Tampoco se ha hecho gran cosa por resolver el problema de la vivienda, salvo la promesa desaforada de Chaves de construir tropecientas mil más en Andalucía, para tranquilizar a sus amigos constructores y no hablar a sus clientes electorales del problema de fondo, que es el de las hipotecas que los bancos están dejando de conceder, al tiempo que venden todo su patrimonio inmobiliario, una terrorífica señal de lo que se avecina. Otra intervención socialista en un mercado ya podrido por las comisiones y el enorme poder político que da a los gobiernitos locales su control del suelo. Otro año más sin una ley del suelo racional.

La construcción se va deteniendo y el aterrizaje no va a ser suave. No hay alas para planear, de modo que, cuando el motor se pare del todo, la caída será en picado. Las hipotecas supusieron a los bancos americanos una pérdida de 300.000 millones de dólares en 2007, y se espera más para 2008. Lo que, trasladado en términos de población, representará unos 45.000 millones en España, y eso sin contar con el dato de que nosotros tenemos unos hábitos de compra mucho más arraigados que los de los americanos, muy habituados al alquiler.

La reducción del número de obras en marcha generará paro en la construcción, que es el principal empleo de la mano de obra inmigrante. Lo cual repercutirá sobre el conjunto social de dos maneras: extendiendo el paro a otros sectores productivos y convirtiendo a la inmigración en un problema mucho mayor del que ya es.

La escuela y aledaños (la universidad, por ejemplo) han dado en 2007 otro valiente paso atrás, y el Gobierno ha conseguido que todos hablemos de la FEN que se ha sacado de la manga, una materia más para unos chicos que no consiguen aprender cuánto es dos más dos pero que, si alguna vez recuerdan algo, recordarán cosas del estilo de "El Estado español oprime a Euskadi" o, en el caso asturiano, que alguna vez hubo una guerra que se llamó "Primera Agarradiella Mundial".

El paso atrás de 2008, una vez abolidos el latín, el griego y la historia de España, nos acercará un poco más al abismo de la abolición de las matemáticas y su sustitución por algo así como "Formación del Espíritu Numérico", cosa que nos aproximaría de una vez por todas al buen salvaje en que, tarde o temprano, nos convertiremos. Es un estado ideal, según el canon progresista, preferible a todas luces al malvado hombre del capitalismo.

Y no es que ahora estemos intelectualmente pasables. El hecho (grave) es que, cuando se sale a buscar un sabio, en toda la Unión Europea sólo se encuentra a Felipe González. No lo comprendo: él es un producto de la vieja escuela pública franquista, y no de los nuevos métodos de educación, que sus Gobiernos impulsaron desde 1983. En realidad, lo correcto por su parte sería declinar el honor de presidir a los contados sabios unioneuropeos (menos sabios que él) y ponerse a estudiar en plan Logse, aprendiendo a aprender y todas esas cosas. Pero no lo hará. Después de esta rentrée, cabe hasta que regrese a la política española. (Además, hay que considerar que la UE que le elige como el más sabio es la misma que dice que no sabe si Batasuna es terrorista, ya lo verá en el correspondiente proceso, y nos humilla recibiendo la demanda abertzale).

Y las elecciones se nos vienen encima. Dicen unos que hay empate técnico, es decir,
que puede pasar cualquier cosa, como en 2004.

Si gana Zapatero, habrá más de lo mismo en todo: nueva mesa con ETA, más estatutos de autonomía, menos España, más inflación, más corrupción inmobiliaria, menos agua para todos, nuevos planes escolares ineficaces, más demagogia y reparto de dinero (que ya hay, y mucho, como parte de la campaña), más ineptitud ministerial, etc. Y el PP ya ha avisado de que, aunque pierda, Rajoy continuará de todos modos al frente del partido (lo cual, además de ser una locura, es una estupidez).

Si gana el PP, tendrá que negociar hasta con el diablo una salida razonable para formar gobierno y tener algún poder en el Congreso para hacer aprobar al menos una que otra ley. No es imposible que gane y después no pueda gobernar. O tenga que hacerlo en solitario y en minoría en las Cámaras. Para eso, es mejor quedarse en casa. Pero, tenga el número de votos que tenga, habrá de pasar bajo las horcas caudinas del PNV (el de Urkullu, aquel tipo que dijo que el Ejército español era una organización armada como ETA, cosa que ahora la prensa no recuerda) y de CiU (la de Mas, la del "catalanismo refundado" y el "derecho a decidir"). Será, pues, un Gobierno muy condicionado. La situación no es buena, y es aún peor si se mira con seriedad la campaña del PP, que no acaba de arrancar.

Si el PSOE pierde, habrá que contar con la posibilidad de una revuelta interna y la sustitución de Zapatero en la dirección del partido. Pero no en forma inmediata, si la derrota no es muy estruendosa, porque cabe que, aun perdiendo, se le llame a formar gobierno si el PP no lo consigue. Que nadie haga cuentas en relación con la caída de Zapatero, porque le saldrán mal: hará cuentas con lo que conocen del PSOE, con los nombres de la vieja guardia y las tendencias aparentes, representadas por tipos como Bono, por ejemplo, que sólo es un gancho electoral pero en absoluto lidera una corriente. ¿Quién conocía a Zapatero antes de su elección como Secretario General? Un dirigente de los clásicos me dijo entonces: "Catorce años en el Congreso y es la primera vez que le oigo la voz". Habrá otros tapados.

Los grandes vencedores, con la llave de la gobernabilidad de España en el bosillo, serán una vez más los que no tienen el menor interés en España. Y no habrá posibilidades de reformar el sistema electoral. Estamos atrapados.

Afortunadamente, todo eso sucederá en 2008 y nos dará tiempo para comernos en paz nuestro tradicional conejo de Nochebuena. Y, como el conejo no combina bien con los carabineros ni con la merluza, comeremos sólo conejo y ahorraremos un montón. Si la inflación tiene una ventaja es que el ahorro aumenta en proporción a los precios: si no compras ternera a 40 euros, ahorras 40 euros, pero si no compras ternera a 60 euros, ahorras 60, con lo que puedes comprar muchos más conejos, que están exentos de la carrera inflacionaria, según el Ministerio de Conejos, patrono de la economía paradójica.

A mí, Sarkozy me gusta cada día más. Carla Bruni me gustó siempre mucho


Horacio Vázquez-Rial
Libertad Digital

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