miércoles, 6 de diciembre de 2006

El Poder y la Razón


Lo que sigue viene a cuento de la dicotomía existente entre el poder y la razón. El poder se ejerce y, según la división de poderes, éste reside en el pueblo, que lo otorga al Ejecutivo tras los procesos electorales democráticos. Cuando el poder carece de los contrapesos y del control de los ciudadanos que lo otorgan, estamos ante la dictadura, las hay de «derechas» y de «izquierdas»
La labor de control al Gobierno compete a la oposición, que la ejerce en lo que se llama sesiones de control parlamentario.

La razón se fundamenta a través de la argumentación, el discurso en pro de una causa que bien podría ser el bien común, en el caso del Gobierno de una nación. No obstante, podría haber otras muchas.

En las sociedades democráticas, el máximo exponente del discurso racional debería ser el Parlamento de la nación, donde se supone están representadas todas corrientes políticas. Desde esta tribuna se debería argumentar a favor o en contra de las causas que afectan a todos los ciudadanos, según los distintos puntos de vista políticos. Esto que parece de «perogrullo» y en lo cual estaríamos de acuerdo la mayoría, pues resulta que es la excepción en nuestro parlamento. Cuando escuchamos muchas veces los debates parlamentarios de estas sesiones de control al Gobierno, muchos tenemos la sensación de que lo que oímos en nada se parece al ejercicio de la razón, ni tan siquiera de lo razonable. Lo que suele escucharse son las descalificaciones, los chascarrillos, lo de «y tú, más», aquello de «váyase señor González», etcétera. De este deplorable espectáculo son responsables tanto unos como otros, porque los asuntos que se debaten casi siempre se plantean en clave electoral. Esta legislatura, de manera exagerada, la oposición está en permanente campaña electoral y el fin justifica los medios y el todo vale con tal de... Como ejemplos véase lo que está pasando con el terrorismo, la inmigración, la reforma constitucional, la ley electoral 0 la desmesurada especulación del suelo.

O los partidos políticos cambian su comportamiento o la sociedad les dará la espalda, cosa que ya ocurre. Véase los resultados de las pasadas elecciones en Cataluña con una abstención de casi el 50%. ¿Promueven alguna iniciativa los partidos políticos para impulsar la participación ciudadana a algún nivel? ¿Puede ser la alternativa nuevos partidos políticos tipo Ciutadans de Cataluña -tienen difícil darse a conocer sin el apoyo de medios de comunicación-, un cambio en el comportamiento de los ya existentes o la abstención activa del voto en blanco?

Manuel Arango Amor (La Nueva España) (05/XII/06)

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