domingo, 25 de septiembre de 2011

La naturaleza del escorpión. Por Fermín Bocos

No nos engañemos, para los políticos, sea cual sea su color, la prensa libre no deja de ser un inconveniente. Un periodista que no sea afín a su cuerda ideológica es un enemigo a batir. De ahí los despidos, las cancelaciones de contratos o el destierro a tareas burocráticas de los informadores que trabajan en los medios públicos de comunicación así que se produce un cambio de Gobierno en el Estado o en las diferentes comunidades autónomas. Los políticos confunden la información con la propaganda. Y son insaciables; sólo les parecen "objetivos" aquellos espacios informativos en los que salen ellos repitiendo sus mantras y hablando mal del contrario. El día que se inventó la televisión, el medio ideal para canalizar toda la banalidad y todas las vanidades, en el fondo, fue un mal día para la Prensa. Hablo del periodismo y de los periodistas serios; de los profesionales que luchan por contar la verdad; que se atreven a decir o a publicar lo que la gente -y no digamos los políticos- no quieren escuchar. Profesionales de la información que sacrifican ascensos y mejoras salariales -cuando no el puesto de trabajo- por contar lo que ven, y lo que saben, a riesgo de dejar en evidencia a quienes desde la política mueven los hilos para silenciar verdades incómodas. A veces, es la propia empresa para la que uno trabaja la que presiona para silenciar determinadas cosas porque o bien aguarda una subvención para iniciar una nueva línea de negocio o espera una licencia de radio o de televisión (que depende de tal o cual gobierno). Hay periodistas "bizcochables", que se anticipan a los requerimientos de los políticos a sabiendas de la segura recompensa "así que ganen los nuestros" y hay otros que, con humildad y profesionalidad, sin otro alarde que la voluntad de servir al público -los lectores, los oyentes o los televidentes- cumplen con su deber con resignada determinación siendo capaces de narrar con fidelidad lo que pasa al margen de sus convicciones políticas.

Escribo todo esto al hilo de la indignante (y felizmente retirada) iniciativa de algunos consejeros de RTVE, que a propuesta de los representantes del PP y con la anuencia tácita de los del PSOE, que se abstuvieron en la votación, pretendían controlar la información elaborada con destino a los telediarios. Menos mal que ante el escándalo organizado (y ante la digna reacción de los colegas de TVE), tanto Mariano Rajoy como Pérez Rubalcaba han reaccionado desautorizando a los consejeros que habían urdido semejante comisariado digital. Me alegro. Pero que no se confíen los colegas de la televisión estatal porque los políticos van a lo suyo. Esta vez han rectificado, pero es porque se han asustado ante el escándalo. Pero ¡ojo! porque, así que la cosa se enfríe, lo volverán a intentar. Es el cuento de la rana y escorpión: controlar la información, vender como noticia lo que es propaganda, está en su naturaleza.


Periodista Digital – Opinión

Lo veíamos venir. Por Irene Villa

Que la Audiencia Nacional evitara archivar el caso del chivatazo que impidió descubrir la trama de extorsión de ETA fue un gran paso. Después fueron diligencias, nuevas pistas y hasta filmaciones las que nos dieron la esperanza de que, por fin, varios años después, dejaría de ser un caso sin resolver. Como aquel soplo que favoreció a la banda terrorista tuvo lugar, casualmente, en plena etapa del mal llamado proceso de paz, no queríamos impunidad para los que tiraron por tierra el trabajo de tantos años que puso tantas vidas en juego. Más aún si lo hicieron quienes tienen que defendernos respetando las reglas del juego. Quisieron archivarlo, pero el juez Ruz lo sacó a la luz procesando a tres personas que dependían del Ministro del Interior, Rubalcaba en aquel momento, quien «ni sabía, ni contestó». Nadie asumía la responsabilidad ante la injusticia de que policías que luchaban contra ETA fueran procesados por seguir las órdenes de quienes no sólo no dieron la cara por ellos, sino que además se lavaron las manos. Se ha demostrado que existen indicios suficientes contra los tres acusados para considerar los hechos como un delito de colaboración con banda armada aunque, lógicamente, no compartiesen sus fines terroristas. Aun así, el presidente de la Sala Penal de la Audiencia Nacional y otros jueces no ven colaboración con ETA. Lo triste es que lo veíamos venir.

La Razón – Opinión

Obama. El falso profeta. Por Alberto Acereda

El falso profeta está resultando ya tóxico también para su partido, tanto que en este mismo mes de septiembre el Partido Demócrata ha perdido ya dos elecciones especiales en sendos distritos en Nevada y Nueva York.

En EEUU llevamos ya casi tres años conociendo las obras y los frutos de un falso profeta y peor presidente. Obama está ya bajo sospecha de incompetencia. Su fracaso se ha intensificado en estos pasados meses. Primero, con el lío del techo de la deuda; segundo, anteponiendo sus lujosas vacaciones al caos laboral; y tercero, con los datos de creación cero de empleo en agosto. Ángel Martín ha acertado al probar documental y objetivamente cómo EEUU sigue estancado económicamente. El mes de septiembre va peor y el otoño pinta ya caliente con algún columnista como Steve Chapman, del Chicago Tribune, pidiéndole ya abiertamente a Obama que no se presente a la reelección y deje vía libre a Hillary Clinton.

Aquel fatal acuerdo sobre el techo de la deuda, tan elogiado por Obama, implicó la creación de un llamado "supercomité" encargado de recortar gastos gubernamentales. Tan nefasta idea de crear un grupo de doce miembros con tremendo poder para dictar los detalles de dicha reducción está resultando un caos, pues contradice el carácter representativo de esta democracia norteamericana al silenciar la opinión de los más de quinientos miembros del Congreso, así como de los más de doscientos comités y subcomités encargados de decidir legislativamente en el Congreso. Obama sigue politizando ahora una nueva ley de empleo que exige otros 447 millones de dólares más para un nuevo paquete de "estímulo", así como un billón y medio de dólares en nuevos impuestos.


Junto al caos laboral y económico, estos días ha saltado también el escándalo de la intervención de la administración Obama en una pequeña empresa de guitarras en Tennessee. Por segunda vez desde 2009, varios agentes federales entraron con armas automáticas en un pequeño negocio de guitarras en Tennessee. El gobierno de Obama considera que dicho negocio realizó uso inapropiado de madera extranjera violando una ley de 1900 diseñada para prohibir materiales exportados ilegalmente de otros países. El negocio, llamado Guitarras Gibson, asegura que tiene documentos que prueban que la madera usada, procedente de Madagascar e India, es legal y que el problema radica en que no les han dado la oportunidad de defenderse en el juzgado ya que el gobierno de Obama no ha presentado cargos.

Otro escándalo reciente tiene que ver con Solyndra, la empresa con base en California de paneles fotovoltaicos que Obama puso como ejemplo del futuro económico de EEUU. Tras otro discurso del falso profeta hace poco más de un año en aquella misma empresa, han salido ya datos que prueban cómo la empresa estaba muy bien conectada políticamente con Obama. Tras recibir un préstamo federal de 535 millones de dólares, Solyndra se declaró hace tres semanas en bancarrota despidiendo a más de mil trabajadores. La Oficina de Auditoría del Gobierno Federal ha encontrado ya favoritismo en la concesión de ese préstamo y el FBI está investigando el caso pues uno de los mayores inversionistas de la compañía, el multimillonario George Kayser, fue también uno de los mayores donantes del candidato Obama en 2008.

Estos escándalos, unidos al del paso y venta de armas ilegalmente a México por parte de la Administración Obama en la llamada operación "Fast and Furious" y al que acaba de saltar conocido como "Light Squared" -con presiones de la Casa Blanca a un general del ejército para favorecer a una compañía- no han hecho más que empezar a ver la luz pública y llegan en un clima general entre los ciudadanos que otorgan los peores números de aprobación popular a Obama. El falso profeta está resultando ya tóxico también para su partido, tanto que en este mismo mes de septiembre el Partido Demócrata ha perdido ya dos elecciones especiales en sendos distritos en Nevada y Nueva York, en este último caso en un distrito que había estado en posesión del Partido Demócrata durante los últimos noventa años y que ahora ha pasado a manos del GOP. Obama llegó a la campaña de 2008 vestido de oveja. Por sus frutos ya lo conocemos.


Libertad Digital – Opinión

Ordeno y mando. Por Fernando Jáuregui

Decía mi abuelo, que fue presidente de la Diputación de Vizcaya, que el poder es llamar a alguien y decirle: "fulano, te vas a Logroño". "¡Y se va a Logroño!", se admiraba mi abuelo de la eficacia de una orden emanada desde un sillón poderoso. Una concepción sin duda "typically Spanish" de lo que es el poder: tocas un timbre, llega un tipo a tu despacho, lo envías a Logroño, ¡y se tiene que ir a Logroño! quiéralo o no.

Ya sé que a muchos catalanes no les gustará que les incluya en la idiosincrasia carpetovetónica, de la que sin duda mi abuelo era apenas un modesto representante, pero no puedo evitar pensar que la prohibición de las corridas de toros en esta Comunidad responde más aún al espíritu del "tengo poder, luego mando", tan nacional, que al afán por distanciarse de una tradición netamente española, la tauromaquia. Y me parece que responde todavía menos a un espíritu proteccionista del animal, ánimo compasivo que nada tiene que ver, por ejemplo, con los "correbous". Lo digo hoy, claro, apenado por lo que ocurrirá dentro de pocas horas, cuando la Monumental barcelonesa, de tanta tradición, acoja la última faena de tres grandes, entre ellos el grande entre los grandes, José Tomás.


Pero la cosa va más allá de la prohibición unilateral y porque sí de las corridas catalanas. Temo que el "ordeno y mando" se extiende por la piel de toro, que nunca ha sido ni demasiado tolerante, ni excesivamente proclive a las consultas populares, ni muy sensible a lo que el hombre de la calle opine o sienta. Y ese "ordeno y mando" alcanza desde a la confección de las candidaturas, donde el "aparato" de los partidos se impone siempre sobre cualquier intento de democratizar formas y decisiones, hasta al Consejo de Administración de RTVE, sacrosanta institución que, en cuanto se ha visto revestida de poder -porque hay un vacío de poder decretado por los egoísmos de los partidos-, ha intentado una suerte de golpe de Estado, afortunadamente fallido.

Y así ocurre con demasiada frecuencia en ámbitos de diverso pelaje: desde los modos dictatoriales de la SGAE, que se creía autorizada para atracar festejos amenizados con música, hasta la tiranía despótica del último funcionario de un organismo público -ya sé que hay de todo, pero hablo de "ese" funcionario que usted y yo hemos sufrido alguna vez en nuestros papeleos-, aquí todos se sienten autorizados a mandar sobre el individuo. Y lo peor es que no pocas veces se disfraza el autoritarismo de beneficio al súbdito, perdón, al ciudadano: aquí no se fuma, aquí no se comen hamburguesas, aquí se va a la velocidad que al director general de turno le da la gana, aquí le pongo a usted un scanner que le desnude en los aeropuertos...

Claro, con tanta vigilancia sobre nuestra salud -y sobre nuestras libertades-, ¿cómo extrañarse del mimo con el que algunos próceres catalanes -y no solamente ellos- tratan a la salud de un toro? País, con perdón...


Periodista Digital – Opinión

Hijos de Israel. Por Angela Vallvey

El judaísmo es la más antigua de las tres religiones monoteístas, de él manaron primero el cristianismo y, luego, la más «joven»: el Islam. El calendario hebreo dice que éste es su año 5771. Para nosotros, transcurre el 2011. Para los musulmanes, el 1432, creo. Pese a tener el culto más viejo, los judíos sobrellevan una historia convulsa que no termina. El Talmud menciona que forman un pueblo que siempre vive «hostigado, acosado, perseguido y acorralado», y que nunca ha sido fácil ser judío. En el Génesis se consagra la Tierra Santa de Israel como la patria judía. El mundo se divide así entre Israel y… todo lo demás. Cuando el Islam no existía como religión, Herodes el Grande, muy aficionado a las obras públicas, reconstruía el Segundo Templo –símbolo del pueblo judío– sobre lo que antiguamente fuera el Monte Moriá, el lugar donde Abraham fue a sacrificar a su hijo Isaac. Lo que hoy queda de aquel templo –el Muro Occidental o Muro de las Lamentaciones– es la parte baja que sostiene la Explanada de las Mezquitas en Jerusalem. Arriba, la piedra de Abraham está cubierta por la Cúpula de la Roca, una mezquita del siglo VII que prohíbe actualmente la entrada a los no musulmanes. El lugar parece una metáfora arquitectónica de la enzarzada situación entre palestinos y judíos: los islamistas arriba, paseando orgullosos y altivos por el lugar que ocuparon y conquistaron sus ancestros; los judíos abajo, sosteniendo la estructura, cuidando los restos de su memoria compuesta de destrucciones y renacimientos. Ambos bandos, ligados en lo más íntimo.

El conflicto palestino-israelí es cualquier cosa menos sencillo. Así y todo, ambas partes parecen haber llegado hoy día, de hecho, a una especie de statu quo. Se toleran (tolerar significa «sufrir, llevar con paciencia») mutuamente. La situación resulta endemoniada: los palestinos no tienen patria, y esa especie de entelequia denominada la Autoridad Palestina (ANP) es su único gobierno. El rey de Jordania les ofrece tradicionalmente un pasaporte a sus vecinos/hermanos cisjordanos. Cisjordania y Gaza están separadas geográficamente… Las fronteras se suceden en los sitios más insospechados, aunque en los controles, el mismo jueves pasado, no se sentía sensación de peligro. Los judíos, incluso cuando se asientan en mitad del desierto del Néguev, son capaces de hacer florecer la tierra. Ver sus logros impresiona al extraño. Viven con modestia, trabajan duramente y construyen y progresan sin parar, movidos por una fuerza ancestral, con algo de la rabia y el descaro del esclavo manumitido. Los árabes, por el contrario, prefieren vivir de las subvenciones de la comunidad internacional. Los palestinos tienen fe en la ONU, que canaliza muchas ayudas económicas. Mahmud Abbas se ha ido a la ONU a hacer su «primaverita» palestina: a pedir que Palestina sea un Estado y que la madre ONU le quite a Israel lo que Israel ganó en una guerra. Los palestinos han ovacionado la petición, ilusos. Pero todo es puro teatro, una mentira mundialmente compartida, porque nada cambiará si no hay diálogo.

La Razón – Opinión

Ventanas. Brillante Rahola, oscura La Vanguardia. Por Antonio José Chinchetru

Pilar Rahola escribió un artículo valiente en La Vanguardia. Osó, en una muestra de honestidad intelectual, criticar dos figuras intocables en Cataluña e íntimamente relacionadas entre sí: el Barça y Pep Guardiola.

Desde que existen los equivalentes a las bibliotecas para los periódicos, se suele decir que las hemerotecas juegan malas pasadas. En dichos lugares se pueden encontrar informaciones que muchas personas o instituciones quisieran que quedaran relegadas al olvido. Ahora, gracias a internet, queda rastro incluso de lo que no llega a convertirse en materia almacenable en dichas hemerotecas. Y por mucho que se intente disimular, las pruebas pueden quedar vivas.

Pilar Rahola escribió un artículo valiente en La Vanguardia. Osó, en una muestra de honestidad intelectual, criticar dos figuras intocables en Cataluña e íntimamente relacionadas entre sí: el Barça y Pep Guardiola. Criticó que el entrenador elogiara, por encargo de su club, a un régimen retrógrado como el de Qatar. Posiblemente los controles de lo políticamente correcto fallaran en un primer momento, y algunos afortunados suscritos a las versiones digitales del periódico pudieron leerlo. Pero duró poco. En el papel apareció una columna diferente, de la misma autora, y pronto ocurrió lo mismo en las ediciones en internet.


¿Se trata, como dice el director de La Vanguardia, de una decisión de la propia Rahola por considerar que el tema ya no era de actualidad? Dado el silencio –al menos hasta el momento de enviar a Libertad Digital el presente artículo– de la periodista catalana, parece más creíble lo que se sospecha de forma generalizada. Resulta más que probable que los responsables del rotativo barcelonés hayan decidido que hay temas sagrados que no pueden ser mancillados con análisis serios que contienen verdades molestas.

Sin embargo, los intentos de hacer desaparecer el artículo de Rahola están destinados al fracaso. A pesar de que se haya llegado incluso a borrar la caché de Google, internautas avezados lograron hacer copias a tiempo. Unas copias que están disponibles para cualquiera. De esta manera no sólo se ha logrado que no desaparezca un lúcido artículo que merece ser leído. Además se ha demostrado las, mientras no haya un desmentido claro por parte de la afectada, malas prácticas por parte de una empresa que, por dedicarse al periodismo, debería defender la libertad de expresión. Hasta para esto es positivo Internet.


Libertad Digital – Opinión

¿Y ahora qué? Por Andrés Aberasturi

¿Qué hacemos en el pueblo en que vivo con el ayuntamiento sin un euro y un montón de problemas a medio resolver? ¿Vamos todos a quejarnos al gobierno de la Comunidad? Casi que no porque el Gobierno de la Comunidad tiene el presupuesto de todo el año ya gastado a estas alturas y siguen saliendo facturas y no saben siquiera si van a poder pagar la Seguridad Social de sus funcionarios. Pues entonces vamos mi pueblo y mi comunidad a pedir cuentas al Congreso de los Diputados y al Gobierno Central. Inútil. Acaba de cerrar y nadie responde. Un ujier nos mira con escepticismo y nos advierte sobre nuestras prisas: "por aquí no vuelvan por lo menos hasta Navidad, esto ya no funciona". Ayuntamiento, Comunidad y Gobierno Central ponemos rumbo a Europa que para eso hemos cedido tanta soberanía y hemos firmado tantos acuerdos. Pero en Europa, ay, nadie responde o, lo que es peor, hay tantas voces sonando a la vez que la Unión se ha convertido en una Babel de intereses creados y unos miran hacia Grecia y otros señalan a los todo poderosos Estados Unidos. Y para allí nos vamos mi Ayuntamiento, mi Comunidad, mi Gobierno Central y mi Bruselas. Preguntamos por Obama y se nos dice que está a punto de ahogarse ante los republicanos y que se agarra desesperadamente al prematuro Nóbel de la Paz. Desde China llegan noticias inquietantes de que están dispuestos a defender su moneda sea como sea mientras la OPEP mira hacia otro lado. Suena una canción con aires caribeños de la vieja nueva trova cubana: "la ciudad se derrumba y yo cantando".

¿Y ahora qué? ¿Qué es lo que toca hacer ahora, hoy, mañana? ¿A quién le toca exactamente tomar la iniciativa? ¿Dónde están los que mueven el mundo, los que lo ordenan a su gusto y lo desordenan sin ningún pudor cuando más les conviene? ¿Por quién podemos preguntar todos, desde el alcalde de mi pueblo hasta el presidente de los EEUU para que las cosas empiecen a funcionar otra vez aunque sea despacio, poco a poco, sin sobresaltos? ¿Quién está ganando en esta carrera de todos hacia la pobreza? ¿Quién manda en el caos y quién lo alimenta? ¿Alguien sabe esos nombres o esas siglas? Y si no hubiera nadie detrás, si sólo fuéramos nosotros, mi alcalde y comunidad, mi vacío cerrado por elecciones, mi Bruselas/Babel y los EEUU tan siempre ahí, si realmente tan sólo dependiera de nosotros ¿es que entre tantos no hay nadie capaz de liderar el inicio de la reconstrucción? Nos hemos acostumbrado a vivir tiempos de pensamiento débil donde los intelectuales solo sirven para firmar manifiestos y los políticos se van flotando entre palabras a contar nubes. Así no hay forma. El mundo se derrumba y yo escribiendo.

Periodista Digital – Opinión

Antipáticos. Por Alfonso Ussía

Me altero cuando leo u oigo a un nacionalista catalán haciendo uso magistral del victimismo. Que si el anticatalanismo, que si el españolismo, que si patatín, que si patatán. Nada de eso. Los nacionalistas catalanes, socialistas incluídos, llevan muchos años cerrados a la libertad de expresión y abiertos a la antipatía con el resto de los españoles. Todo lo que dicen resulta antipático, distante y pegado a la aldea. Lo de los toros, mayúscula equivocación y atentado cultural contra centenares de miles de catalanes, no supera la simpleza del cinismo más tosco. Lo del idioma va mucho más allá. En España se prohibe hablar en español. En España se multa por rotular en español, y en España se le llama fascista a quien solicita que sus hijos estudien en español. Así de sencillo. La lengua catalana, rechazada durante siglos por las altas clases de Cataluña, es una lengua viva y moderna que no transcurre por peligro alguno. Su literatura es formidable y no ha sido necesario reiventarlo, como han hecho los nacionalistas vascos con el «batúa» para que se puedan hablar y entender de valle en valle. Los vascos redujeron la fuerza de sus siete dialectos en el siglo XII, arrinconándolo en los espacios rurales y las nostalgias pastoriles. En el siglo XII no había nacido todavía Franco, al que culpan de su limitada expansión. En Cataluña, con Franco o sin Franco, siempre se ha hablado el catalán, escrito en catalán y comerciado en catalán. Su gran pujanza se ha debido al uso natural del bilingüismo, ese tesoro que los nacionalistas catalanes, socialistas incluídos, desean enterrar.

En veinte años, Barcelona ha pasado de ser la ciudad más avanzada y acogedora de España a una inmensa y bellísima aldea que recela de todos los que del resto de España acuden a visitarla. Y Barcelona es la primera y fundamental tarjeta de visita y prestigio de Cataluña. Vargas Llosa lo explicó muy bien hace años y le cayeron barretinas del cielo. Todo ello, nace de una nueva y reciente antipatía imprescindible para defender lo catalán de la infectada influencia de lo español. Parece que ningún nacionalista catalán, socialistas incluídos, ha leído a Maragall, a Espriú o al gran Josep Pla, el payés brillante, irónico y escéptico. Otro, y más profundo, es el problema de los vascos. Los autores que se pueden leer los han escondido, con Unamuno y Baroja a la cabeza. La Literatura catalana de los siglos XVIII y XIX es moderna y palpitante, mientras que la vasca se reduce a una serie de poetas infantiles que no sabían de la existencia de la metáfora.

En España no hay anticatalanismo. Hay hartazgo de la antipatía de los nacionalistas hacia lo que también es suyo. Por defender unas peculiaridades muy respetables, como también lo hacen los vascos, están renunciando a una maravilla cultural e histórica compartida durante mil años. Y lo están haciendo mediante gestos y posturas manifiestamente antipáticas, vejatorias e inimaginables años atrás, cuando Cataluña representaba la avanzadilla cultural de España. Eso es lo que se me pasa por la cabeza y así lo escribo, a vuela pluma, herido porque quieren hacerme extranjero de una parte de España que amo con locura. Como en Vasconia. ¿Por qué tan antipáticos?


La Razón – Opinión

El Príncipe, la prensa y el padre de Mari Luz. Por Rafael Torres

Ocurren cosas en apariencia contradictorias; Juan José Cortés, el padre de la desventurada niña Mari Luz asesinada en Sevilla, ya no es, de súbito, esa persona serena, ponderada y cabal que fue, cuando menos, hasta que se dejó instrumentalizar por el Partido Popular, del que creo sigue siendo asesor, o algo así, en materia de justicia. Ahora está imputado por haber participado en un tiroteo. El Príncipe, por su parte, asegura que sin una prensa libre, crítica e independiente no hay democracia. Puede, en efecto, que esa sea una de las razones por las que tanta gente cree que no hay verdadera democracia, pero ¿ha hecho la Monarquía sus deberes al respecto? ¿Estaría en condiciones de asumir una prensa absolutamente libre, crítica e independiente en su tratamiento de la Corona? En todo caso, ¿cómo ve el Príncipe que los principales partidos hayan hecho amago de institucionalizar la Censura previa y directa sobre los contenidos informativos de la Radio y la Televisión públicas? Si se atiene a sus palabras, y éstas, a su vez, a su pensamiento, debe verlo francamente mal.

Ocurren cosas en apariencia contradictorias: se convocan elecciones generales para dentro de un par de meses, pero, a todos los efectos, es como si se hubieran celebrado ya y el Partido Popular hubiera arrasado, cual mandan los sondeos cocinados para la ocasión, en todas las circunscripciones. ¿Para qué, entonces, el engorroso y caro trámite de los comicios? Tal parece ser el mensaje no ya del PP, que se comprendería por las ganas que tiene de recuperar lo que sólo le duró dos legislaturas, sino del propio PSOE, resignado, al parecer, a la derrota que le exigen los poderes fácticos, contundentes, reales. Ni Rubalcaba cree en la victoria, aunque sí, lo cual le honra, en minimizar el desastre que supondría para España la laminación absoluta, una vez más, de la izquierda política de ámbito nacional.

Ocurren cosas, ciertamente, pero cada vez sale más caro tratar de contarlas.


Periodista Digital – Opinión

Déficit. Fraude por ocultación. Por José T. Raga

Me atrevo a creer que hoy, en España –también en otros países igual de manirrotos–, nadie es capaz de asegurar cuál es el nivel de déficit de una administración, ni hasta donde llega su nivel de endeudamiento y a qué plazo es exigible.

Repasando la gravedad de las situaciones en las finanzas públicas, sólo encuentro una que supera a la del déficit excesivo; la que desconoce el tamaño del déficit y, en su caso, la que desconoce el volumen de la deuda, pues al fin y a la postre, el primer desconocimiento conducirá inexorablemente al segundo.

¿Cómo es posible que semejante situación exista en la realidad? Es impensable que una empresa privada, más aún una familia, no conozca su situación ante unos gastos superiores a los ingresos (déficit en la economía familiar) o que desconozca también cuál es la deuda acumulada que en cualquier momento de descontrol podría superar la cuantía de su patrimonio. En efecto, son situaciones inimaginables entre personas normales y de buen hacer.

Pues bien, eso que es tan extraño que ocurra en el ámbito privado de la economía, se ha convertido en el menú ordinario del sector público (en él incluimos al Estado, a las Comunidades Autónomas, a las Diputaciones Provinciales y a los Ayuntamientos, además probablemente de las Comarcas, donde quiera que existan y cualquiera que sea la denominación que las identifique). Me atrevo a creer que hoy, en España –también en otros países igual de manirrotos–, nadie es capaz de asegurar, con rigor contable, cuál es el nivel de déficit de una administración, ni hasta donde llega su nivel de endeudamiento y a qué plazo es exigible.


Por qué en un sector sí y en el otro no, parece que tiene respuesta simple. Frente a la prudencia y realismo del sector privado, el público abunda en prodigalidad, carencia de ética y de escrúpulos en sus administradores, ansiosos de detentar el poder, cualquiera que sea su coste; también si éste es la propia quiebra del sector. Desde esos principios –o mejor, desde esa carencia de principios– el arma que utilizan una y otra vez, y de forma generalizada, es la ocultación de hechos y de obligaciones, con ánimo de engañar. Es decir, el fraude, para mostrar una apariencia que nada tiene que ver con la realidad. Ello, naturalmente, en beneficio propio; un beneficio que se pretenderá electoral, en unos comicios, o que con menos misticismo será crematístico, para engrosar las cuentas propias o las de los más cercanos.

Se preguntarán ustedes que por qué semejantes personajes no han pasado a engrosar la población penitenciaria española. La respuesta es también muy evidente: porque en España nunca pasa nada, si lo que pasa, pasa, de la mano del que manda; o sea, que pasa lo peor. Además en ello, parece haber un consenso no escrito: "hoy por ti y mañana por mí". Pero de ese fraude por ocultación, se derivan daños para la sociedad española y para la Nación como tal: descrédito dentro y fuera de nuestras fronteras, desprestigio social y político, y consecuente desprecio y humillación de la comunidad internacional.


Libertad Digital – Opinión

"El Estado y el buitre de Unamuno". Por Miguel Higueras

El gobierno ha violado su neutralidad electoral al restablecer el impuesto sobre el patrimonio, como uno de los candidatos exigía.

Mal está que el responsable de garantizar igualdad de oportunidades en las elecciones acceda a la demanda de uno, con la que discrepa su oponente, aunque mitigue el desbarajuste económico que el inspirador de la medida ayudó a provocar cuando gobernaba.

Lo peor es que, con éste nuevo impuesto, el gobierno cebará todavía más a la burocracia estatal y agravará la anemia de la sociedad a la que está parasitando.

Coincide la insaciable voracidad tributaria con la insistente advertencia sobre el peligro de quiebra del estado.

Evocan esas voces de alarma la sombría mirada del buitre voraz de ceño torvo del soneto de Unamuno, cuando el grajo-estado traga el último despojo de la sociedad para saciar el hambre atroz que nunca se le apaga.


La glotonería es la enfermedad terminal de éste estado, refundación del que se consumió con la desaparición del que su fundador se había hecho a medida en el fragor de una guerra civil, que acabó con el que había nacido cuando, inopinadamente, unas elecciones municipales acabaron con siglos de monarquía.

La que viene no será la primera refundación del Estado en España y, afortunadamente, nada hace temer que haya que reedificarlo sobre las ruinas de un conflicto armado, como cuando la guerra de sucesión, la de la independencia, la de Cuba, las carlistas o la civil.

El que viene debería ser, en contraste con el actual, un Estado que devuelva la iniciativa a la población, renuncie a dirigirla y cambiarla y recaude impuestos de los ciudadanos para garantizarles su seguridad personal y frente a agresiones exteriores.

La mejor receta es reducir a esos dos fines la recaudación de impuestos.
La indolencia individual ha dado como resultado la renuncia colectiva de los españoles a asumir sus obligaciones y derechos como personas.

A pesar de esa dejación, los padres saben mejor que el Estado la educación que quieren para sus hijos y a los hijos les importa más que al Estado el bienestar de sus padres en la vejez.


Periodista Digital – Opinión

España, marca de prestigio

Una de las herencias más onerosas que lega esta larga etapa socialista es una «marca España» devaluada en el exterior que perjudica severamente a las empresas multinacionales, frena las exportaciones, desanima la inversión extranjera y lastra la confianza en el futuro. Es muy raro el ranking, la clasificación o el indicador internacional en el que nuestro país haya mejorado su posición desde 2004. La tónica general es la contraria, el retroceso. Baste un solo ejemplo: hemos pasado de ser la novena potencia económica mundial a la duodécima. Es cierto que existen causas objetivas y ajenas que explican esas pérdidas, como la irrupción de poderosas economías emergentes, la crisis financiera global, el tormentoso vaivén de los mercados y el abrupto pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Sería erróneo achacar al Gobierno la causa de estos males. Pero es evidente que al no reaccionar a tiempo, ni con las ideas claras, ni con la firmeza necesaria, ni con acierto, las consecuencias para nuestra economía y el mercado laboral han sido sencillamente devastadoras. Además, el Gobierno ha cometido equivocaciones garrafales en política exterior que han agravado los efectos, como apoyar a los sátrapas populistas de Hispanoamérica (los Castro, Chávez, Evo Morales, etc.), salir a la carrera de Irak o abanderar ocurrencias como la Alianza de Civilizaciones que han deparado más bochorno que gloria. Para la «marca España», a la que el Gobierno de Aznar había dotado de un márchamo atractivo de calidad, prestigio y pujanza, el resultado ha sido demoledor. Por fortuna, España mantiene internacionalmente una imagen positiva y amable gracias a los millones de turistas que nos visitan cada año y a los éxitos deportivos de nuestros futbolistas, baloncestistas, tenistas y pilotos, que suscitan admiración allí donde compiten. Pero una cosa es la buena percepción de España como país hospitalario y de grandes deportistas y otra, la confianza que los inversores y compradores depositan en ella. Y es aquí donde juega un papel fundamental la «marca España». Como ya no tiene mucho sentido llorar por la leche derramada ni por la pésima gestión del Gobierno socialista, lo que procede ahora es instar al Ejecutivo que salga de las elecciones del 20-N a poner en marcha sin demora un plan de rehabilitación y difusión de la «marca España». Para ello será necesario sumar esfuerzos con las empresas y coordinar las distintas instituciones públicas y privadas (culturales, comerciales, diplomáticas, asociativas, etc.) para que todas actúen en la misma dirección, no como hasta ahora, que cada una ha hecho la guerra por su cuenta y, a veces, en dirección opuesta. En este sentido parece acertada la propuesta que hizo el PP en el Congreso hace cuatro meses de desarrollar un plan general que abarque desde la economía y la cultura hasta los deportes, la historia y la tecnología. La clave está en competir con las mismas herramientas y los mismos apoyos que los demás países emplean con profusión, y para ello la condición primera es creer en nosotros mismos y en que España es fuente de prestigio y credibilidad.

La Razón – Editorial

Los presos, a Gernika

Un pequeño paso que podría ser decisivo si Batasuna exige a ETA la retirada unilateral.

La adhesión del grueso de los presos de ETA a la Declaración de Gernika, firmada hace un año por los partidos componentes de Bildu, más Aralar y otras formaciones menores, puede analizarse desde dos perspectivas: la de las relaciones entre los presos y la dirección de la banda y la del pulso soterrado entre esa dirección y la de la izquierda abertzale.

La declaración incluía una serie de contrapartidas al fin de la violencia relacionadas con las demandas de los presos, con la novedad de plantearlas desde el respeto a la legalidad, lo que iba en contra de la línea marcada por ETA. Los presos partidarios del fin inmediato del terrorismo (concentrados en Nanclares) pidieron enseguida su adhesión a la declaración.

La dirección de la banda ha intentado desde entonces evitar que esa actitud se extendiera a la mayoría de los reclusos. El comunicado de los presos conocido ayer rinde cuenta del debate desarrollado entre ellos y ofrece como resultado del mismo una interpretación de la declaración de la que desaparece la referencia a los procedimientos legales y en la que se rechaza la búsqueda de "salidas individuales", en referencia implícita a los de Nanclares, que han aceptado presentar sus demandas de manera individual, como marca la ley. Es a esa interpretación, adornada con la retórica triunfalista tradicional, a la que se adhiere el colectivo de presos.


Si eso fuera todo, la relevancia del hecho sería escasa y se limitaría a un intento de los jefes de ETA de imponer su autoridad en las cárceles. Pero la Declaración de Gernika se diferenció de otras similares en que la tregua que pedía a ETA se planteaba "como expresión de la voluntad de un definitivo abandono de la actividad armada". Ese añadido le parecía demasiado comprometido a esos jefes de la banda, y de ahí que no lo asumieran en su comunicado de alto el fuego de enero. Y de ahí también que los de Otegi hayan intentado conseguir la adhesión de los presos al texto, como aval a su nueva estrategia.

En las cárceles hay 700 presos de ETA, un número muy superior al de etarras en libertad, por lo que su aval podría ser decisivo si el conflicto latente entre la ex Batasuna y ETA se hiciera explícito. El desenlace es por ahora ambiguo: los presos se adhieren a una declaración en la que se habla de abandono definitivo de las armas, pero bajo una interpretación que refuerza el carácter condicionado de ese abandono que ya tenía la declaración: negociaciones políticas, legalización de Sortu, derogación de la Ley de Partidos, etcétera.

Con todo, que ETA haya tenido que aceptar esa adhesión a la que se oponía constituye un pequeño paso que podría ser decisivo si, basándose en ella, la izquierda abertzale emplaza a la banda a aplicar ya la parte que le toca: convertir en definitivo el alto el fuego unilateral al que se comprometió en enero. Y ¿qué significa unilateral sino que el fin de la coacción armada no puede estar condicionado a contrapartida alguna?


El País – Editorial

Zoido en la FEMP: misión difícil pero crucial

Los municipios viven el peor momento de su historia reciente, a causa de la crisis económica y de la desidia de un PSOE que ha preferido atender las contingencias macroeconómicas antes que a las necesidades financieras de los ayuntamientos.

Tras la abrumadora victoria electoral del PP en las pasadas elecciones municipales y autonómicas, el partido de Mariano Rajoy ha recuperado la presidencia de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), órgano que representa a las más de ocho mil entidades locales y provinciales con que cuenta nuestro país.

El encargado de regir los destinos de la Federación en los próximos cuatro años será Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla, propuesto por su partido en reconocimiento a su brillante ejecutoria en la capital andaluza, que le llevó a desbancar en dicha plaza a un PSOE que allí parecía imbatible.


Ahora bien, el paso de Zoido por la presidencia de la FEMP no va a consistir en una mera sucesión de actos protocolarios con mayor o menor contenido institucional. Al contrario, los municipios españoles atraviesan el peor momento de su historia reciente, a causa de la crisis económica y de la desidia de un PSOE que ha preferido atender las contingencias macroeconómicas antes que a la necesidad imperiosa de que los ayuntamientos, las administraciones más próximas al ciudadano, puedan hacer frente a los numerosos servicios que prestan diariamente con el soporte financiero preciso.

La configuración de un marco estable que garantice la financiación municipal es el principal reto que, de inmediato, ha de afrontar Zoido al frente de la FEMP.

Dejando aparte la falta de previsión ante el desplome de los ingresos atípicos provenientes del urbanismo, que en muchos casos fueron considerados como ordinarios a la hora de elaborar los presupuestos, lo cierto es que los ayuntamientos españoles no pueden sobrevivir si no cuentan con una financiación estatal adecuada, y que las autonomías siguen sin cumplir el precepto constitucional que las obliga a hacerles partícipes de los ingresos por los tributos autonómicos.

Si, además de resolver el acuciante problema de la financiación, Juan Ignacio Zoido consigue erradicar la impronta de caciquismo sectario que ha acompañado a la institución durante el mandato de su antecesor, famoso por sus exabruptos, el alcalde de Sevilla habrá cumplido sobradamente con su misión, de enorme importancia.


Libertad Digital – Editorial