viernes, 1 de julio de 2011

ETA. Habrá que vigilar al Gobierno de Rajoy. Por Guillermo Dupuy

Muerto Montesquieu, ninguna legislación ni Constitución pueden impedir que un estatuto abiertamente inconstitucional salga aprobado, o que criminales irredentos salgan en libertad, o que una organización terrorista cuele un brazo en las instituciones.

De los comunicados que la banda terrorista ETA ha hecho llegar a los españoles, así como de la numerosa documentación que le ha sido incautada, pero que no ha sido ocultada por el Gobierno, podemos deducir que la "paz etarra" no solo exige la permanencia de su brazo político en las instituciones, sino también que se acelere el proceso de concesión de permisos penitenciarios y excarcelaciones de sus presos, así como que se ponga en fase de derribo el actual estatuto de autonomía vasco.

Naturalmente, no quiero decir con esto que ETA renuncie a sus objetivos máximos (esto es, una república socialista que incluya a Navarra y al País Vasco francés, así como a la más inmediata y total impunidad para sus presos), pero fijarnos en ellos sería sobrevalorar la capacidad de chantaje de la organización terrorista tanto como insensibilizarnos a nosotros mismos hasta el punto de no ver las concesiones que la banda va obteniendo de su estratégico y chantajista "alto el fuego".


Es evidente que, con Bildu, como con ANV y con el PCTV, el Gobierno ha pasado, tal y como le reclamó públicamente ETA en 2006, "de las palabras a los hechos, dando los pasos necesarios para que ninguna legislación, ordenamiento jurídico ni Constitución sea obstáculo o límite en el desarrollo de la decisión que mayoritariamente adopte el pueblo vasco". Pero con este requerimiento etarra, que no venía más que a recordar los "compromisos adquiridos" con los emisarios del Gobierno, la organización terrorista no solo se refería a la burlada la ley de partidos, sino también al "cambio en el marco jurídico-político" del País Vasco y al "derecho decidir de los vascos", expresiones ambas que Zapatero tuvo que asumir públicamente para calmar a sus criminales compañeros de viaje.

De la misma forma que Aznar se topó con una tregua que ETA había negociado previamente con los separatistas en Estella, Rajoy se va a encontrar en el Gobierno con una "paz" negociada con Zapatero. Para colmo, Rubalcaba aspira a ser el líder del principal partido de la oposición. Pese a ese terrorífico escenario, las cosas han cambiado desde 1998, y, francamente no me veo a Rajoy ofreciendo "generosidad" a los etarras ni ofreciéndose a mantener "contactos con el MLNV", tal y como hizo Aznar con el objetivo de lograr que ese cese temporal fuese definitivo. Pero el chantaje de ahora ahí está y, como se encuentra encubierto, corremos el riesgo de que se pretenda atender de forma encubierta. Por eso hay que extremar la vigilancia sobre el Gobierno. Muerto Montesquieu, ninguna legislación, ordenamiento jurídico ni Constitución pueden impedir que un estatuto abiertamente inconstitucional salga aprobado, o que criminales irredentos no sean detenidos o salgan en libertad, o que una organización terrorista pueda colar un brazo en las instituciones y percibir dinero público. Lo hemos visto con el soberanista "estatuto" catalán, lo hemos visto con De Juana o Josu Ternera, lo hemos visto con ANV y con Bildu. Sencillamente todo está en manos del Gobierno. Y si el Gobierno no quiere ser obstáculo, entonces ni la ley de partidos, ni la reforma de la Loreg, ni el ordenamiento penal, ni la Constitución limitarán ni serán obstáculos para nada. De ahí la renovada esperanza de ETA con las "nueces de la paz". De ahí mi temor a que Rajoy nos haga trampas.


Libertad Digital - Opinión

Una maldición añadida. Por Hermann Tertsch

La Capitalidad Cultural va a San Sebastián porque nutre la mentira de la paz, la más completa del zapaterismo.

COMPRENDO la alegría de los donostiarras por la elección de San Sebastián como Capital Cultural Europea. Y es lógico que la totalidad de los líderes políticos vascos se feliciten por ello. Los vascos en general, voten a quien voten, tienen derecho a alegrarse por ello. Y sin duda lo hacen. Aunque detesten a los etarras de Bildu y muchos teman que estos se beneficien —que lo harán— de esta designación. Es cierto que los donostiarras no pueden ser castigados por el hecho de que un tercio de ellos haya votado al nacionalsocialismo. Bastante tienen con ser gobernados por una franquicia de ETA, tan dócil que no tenía opinión sobre la capitalidad porque no le había dado tiempo a recabarla de los jefes. La responsabilidad de que una organización terrorista dirija los destinos de esa maravillosa ciudad española no la tiene una población cada día más cautiva otra vez. La tiene exclusivamente el Gobierno de Zapatero, que los únicos acuerdos que cumple, y muy escrupulosamente, son los que tiene con ETA a espaldas de los españoles Y seis miembros del Tribunal Constitucional que se prestaron a ello y a los que jamás podremos volver a respetar. Pero es muy justificada la indignación de los alcaldes y ciudadanos de las otras ciudades candidatas. Y de millones de españoles que saben que se vuelve a tomar una decisión por un criterio que repugna. A San Sebastián se le ha dado el premio por razones políticas. Por las peores. Las mentiras del Gobierno negándolo sólo producen ya tedio. Como además hay miembros del mismo entre los agraviados, no hay ni disciplina para engañarnos. La Capitalidad Cultural va a San Sebastián porque nutre la mentira de la paz, la más completa de todas las construidas por el zapaterismo en dos legislaturas. A los miembros extranjeros del jurado se les ha presentado esa idea bondadosa de hacer de la capitalidad un acto más del proceso de paz. ¿Quién se puede negar a propuesta tan beatífica? El austriaco Gauhofer y sus colegas habrían quedado como villanos de haber sugerido dejar al margen la política y, por tanto, «la paz».

Ahí están ahora Bildu y ETA para convertir San Sebastián en plataforma internacional de lanzamiento de su proyecto independentista totalitario. Y disfrazarlo de convivencia con el aval del Gobierno de España. Ya tienen el mejor altavoz imaginable para sus mentirosas construcciones históricas. Que presentarán una ciudad feliz que no existe surgida de una patria vasca inventada. Negarán el carácter español de la ciudad, su historia y su cultura. El asedio nacionalista es allí constante desde hace décadas. Con su cultura rural, tan propia del caserío del entorno como ajena a esta urbe otrora cosmopolita. Veinte años de cursilería de idilio vasquista de Odón Elorza han ido en este sentido. Llegará el golpe de gracia con el rodillo etarra.

¿Puede ser capital cultural de la Europa libre una ciudad gobernada por una fuerza totalitaria? ¿Cultura y libertad bajo el hacha y la serpiente? Probablemente la ciudad donde más miedo hay hoy en Europa. En un ambiente de mentira y falta de libertad. En unas calles en las que muchos, también quienes tenemos hondas raíces familiares allí, difícilmente nos podremos mover sin escolta. La decisión es equivocada. Y que sólo la explica la angustia del Gobierno por fortalecer su hoja de ruta acordada con ETA. Habría sido inaceptable castigar a San Sebastián por consideraciones políticas. Más aun lo es castigar a las demás ciudades, que no tuvieron a asesinos que mataron a cien españoles en sus calles y que exigen privilegios para no volver a hacerlo. Este Gobierno convierte así en insoportable el agravio comparativo. Abre heridas viejas y crea otras nuevas. Una maldición añadida.


ABC - Opinión

Apostar por la paz no se premia en Córdoba y otras ciudades. Por Antonio Casado

Anda San Sebastián sobrada de méritos para ganarse la capitalidad europea de la cultura en 2016. Pero la ministra española del ramo, González Sinde (casi la mitad del jurado lo nombra el Ministerio de Cultura), decidió reforzarlos con una consideración ajena a la naturaleza y los fines de esta designación anual. Y metió la mata hasta el corvejón.

El mensaje es tóxico: se premia a San Sebastián por su apuesta por la paz. ¿Hemos de suponer que antes apostaba por la violencia? Es lo que han debido suponer los trece miembros del jurado que, reunido en Bruselas, le otorgó este miércoles la capitalidad europea de la cultura frente a las candidaturas de Las Palmas, Burgos, Segovia, Córdoba y Zaragoza.

El propio presidente del jurado, el austriaco Manfred Gaulhofer, con la osadía de los ignorantes (torpes, desinformados, desconocedores del percal, si a ustedes les parece mejor), confirmó públicamente como si tal cosa que, en efecto, “el compromiso de San Sebastián para acabar con la violencia” había pesado “decisivamente” en el comité de selección.


No venía a cuento la coletilla, a modo de disposición adicional. Hubiera bastado atenerse a los requisitos fijados previamente (infraestructuras, sensibilidad cultural de la ciudad, capacidad de organización, consenso ciudadano, etc.), entre los que no figura la política, y no se hubiera desencadenado esta tormenta. Pero se nombró la soga en casa del ahorcado, pocos días después de la llegada de los amigos políticos de ETA (siempre lo fueron y está por demostrars que hayan dejado de serlo) y estalló el escándalo. También en las propias filas del Gobierno y del PSOE, en las que se detecta un visible ataque de contrariedad porque, una vez más, se han vuelto a dar un tiro en el pie.
«Equivale a celebrar el silencio de las pistolas, el retorno a una apacible convivencia entre los ciudadanos, al modo de aquel hermano golfo de la Biblia agasajado por el padre al regresar maltrecho y empobrecido después de derrochar la herencia.»
Seguramente en Austria, la patria del presidente del jurado, no entenderían nada si les decimos que quienes mandan ahora en el territorio de Guipúzcoa, y en su capital, San Sebastián, son gentes que de la noche a la mañana han pasado de cobrar el impuesto revolucionario a cobrar el Impuesto de Sucesiones, incluso el IRPF. Pero aquí sí lo entendemos. Y eso nos obliga a relacionar este tipo de paz relativa que ahora reina en San Sebastián y en el resto del País Vasco con la ausencia de atentados criminales, coches bomba, tiros en la nuca, cartas de extorsión, amenazas de muerte, terrorismo callejero, etc. Eso ha debido pesar en el ánimo del jurado a la hora de inclinar la balanza hacia la bellísima capital donostiarra.

Equivale a celebrar el silencio de las pistolas, el retorno a una apacible convivencia entre los ciudadanos, al modo de aquel hermano golfo de la Biblia agasajado por el padre al regresar maltrecho y empobrecido después de derrochar la herencia. Era lógico el cabreo del otro hermano, cuya fidelidad al padre y a la familia jamás había sido gratificada con fiestas u homenajes de reconocimiento. Y eso ha pasado con Zaragoza, Córdoba y Burgos (Las Palmas y Segovia han decidido aceptar los hechos sin levantar la voz), donde el compromiso con la paz es consustancial a sus gentes, donde es permanente, natural, diaria, la apuesta por la paz y la convivencia pacífica en libertad, en pluralidad, en armonía. Pero eso, al parecer, no tiene premio.


El Confidencial - Opinión

Zapatero El veredicto de la historia. Por Emilio Campmany

Yo no sé si Zapatero podrá o no mirar a los ojos de su padre, de sus hijas o de quien sea. A mí, que me lo quiten de la vista, que no respondo. Y que diga misa la historia.

Es típico de los dictadores apelar al juicio de la historia. En ellos, que nunca se sometieron a la consideración de sus contemporáneos en las urnas, no les queda otra que remitirse a los futuros historiadores. En cambio, en las democracias, mira que suena pretencioso oír hablar a los políticos de cómo les juzgará la historia. Tampoco la cosa mejora cuando son los periodistas aduladores quienes se dedican a hacer sugerencias a la historiografía venidera. Menudo empacho nos hemos cogido a cuenta del último debate del estado de la Nación de Zapatero. Fue el propio presidente quien empezó por remitirse al dictamen del mañana cuando defendió la negociación con ETA. Y eso fue como un toque de corneta para pelotas y profesionales del piropo que se han hartado estos días a proclamar lo mucho y bueno que dirá la historia de ZP.

Admitamos "pulpo" como animal de compañía y supongamos que, en efecto, Zapatero será descrito en los libros como un gran estadista. ¿Aliviará eso las penas de alguno de los cinco millones de parados? ¿Consolará la idea a alguno de los vascos que tenga que marcharse de su pueblo por serle insoportable la dictadura impuesta por Bildu? ¿Confortará la perspectiva a algún jubilado de los que vea su capacidad adquisitiva cada vez más mermada? Pues algunos habrá, pero, a la mayoría, les importará un higo lo que diga la historia de ZP.

Todos, políticos y periodistas, deberían tomar ejemplo de Churchill, quien, teniendo sobrados motivos para creer que sería valorado positivamente, se tomaba a chirigota el asunto diciendo que la historia lo trataría bien porque tenía la intención de escribirla. Como Zapatero apenas sabe escribir, tiene que confiarse a lo que escriban otros, que de momento serán los periodistas amigos.

Pero, como en España a todo hay quien gane, lo más sonrojante no lo ha dicho Zapatero ni ningún periodista solícito, ni siquiera un compañero de partido. Lo ha proclamado una diputada de Coalición Canaria. ¿Cuánto esperarán estos nacionalistas sacar durante estos últimos meses para dejar resbalar tanto halago viscoso desde la tribuna de oradores? La mujer empezó así: "Usted puede mirar a los ojos de los españoles, puede mirar a los ojos de su padre, que lo vimos ayer muy orgulloso de usted, y de sus hijas". Y luego vino lo de los momentos agarrados fuertemente. La verdad es que, a lo único que está agarrado el sujeto con fuerza, es a la poltrona.

Yo no sé si Zapatero podrá o no mirar a los ojos de su padre, de sus hijas o de quien sea. A mí, que me lo quiten de la vista, que no respondo. Y que diga misa la historia.


Libertad Digital - Opinión

El tiempo blando. Por Ignacio Camacho

Con Zapatero en el limbo de la despedida, la legislatura flota ahora en un escenario extravagante y surrealista.

HEMOS pasado del esperpento al surrealismo. La política española, tan a menudo deformada por su tendencia a la exageración grotesca y contradictoria, ha entrado esta semana en un estado de dislocación y descoyuntamiento que tal vez sólo pueda entenderse desde la proyección del subconsciente. El presidente del Gobierno se ha pasado tres días despidiéndose con emotividad de los diputados sin esbozar la más mínima intención real de marcharse. En medio de un ambiente generalizado de final de mandato, Zapatero ha recibido incluso cordiales parabienes para su futuro postpresidencial —incluida la arrobada dosis de almíbar sentimental que la canaria Ana Oramas derramó sobre su persona con retórica de Corín Tellado— mientras esbozaba ante la Cámara planes y medidas a medio plazo. Ha sido un espectáculo absurdo, de una incoherencia extravagante y disparatada: un político que se dirige a la nación con un discurso testamentario y a continuación anuncia su voluntad de quedarse, mientras sus adversarios menos complacientes le deseaban lo mejor al tiempo que le imprecaban a voces que se vaya de una vez por todas.

En una lógica de cierta racionalidad, este debate sería el epílogo de la legislatura. A la despedida elegíaca y autocompasiva del presidente seguirían unas jornadas de trámite hasta el final del período de sesiones y en septiembre se produciría la disolución del Parlamento y la convocatoria electoral. Ése parece el desenlace elemental que se desprende no sólo del contexto social, del pulso mortecino de un Gobierno sin aliento, del colapso institucional y del síncope crítico de la situación económica, sino del propio tono conclusivo de la función del Congreso. Sin embargo, no sólo no hay ningún indicio relevante de que el mandato vaya a acortarse sino que existen serias posibilidades de una pronta remodelación del Gabinete para cubrir la presentida baja del multiministro Rubalcaba y tirar delante de cualquier manera. Se trata de un escenario surrealista en el que todo transcurre bajo una sensación de desesperante provisionalidad, de descomposición al ralentí, de vacío de poder, y en el que el tiempo se ha vuelto blando y mórbido como los relojes de Dalí.

El manejo de los tiempos se le ha escapado de las manos a Rodríguez Zapatero. Su calendario, como su propio poder, está supeditado a los intereses de Alfredo Pepunto Rubalcaba, que será el encargado de determinar cómo y cuándo poner punto final al mandato. Durante unos meses, nadie sabe aún cuántos, vamos a tener un líder cataléptico teledirigido con mando a distancia. En esta postrimería decadente, en este desconcertante cuadro de interinidad, hay un presidente que no acaba de irse y otro que no acaba de llegar, y en medio un personaje que no se sabe si se va o si viene. Última paradoja: el único gallego de los tres no es el tercero.


ABC - Opinión

Los del chándal. Por Alfonso Ussía

Hay visiones terroríficas, estremecedoras. Cuando el Real Madrid de Ramón Mendoza contrató al yugoslavo Prosinecky, se decía que lo más feo que podía verse en Madrid era un «Twingo» morado conducido por Prosinecky y con Rossy de Palma de copilota. Pero nada es superable en horror estético a la imagen de los tiranos en chándal. Ese chándal de Fidel Castro con los colores de la bandera de Cuba mordiéndose con el de Hugo Chávez luciendo la grímpola de Venezuela conforman una visión no apta para menores de dieciocho años. El chándal, que es prenda delictiva en el uso cotidiano, se puso de moda en las urbanizaciones de nuevos ricos de Madrid y alrededores. Las mujeres hacían la compra con chándal, abrigo de pieles y largos tacones. Se hicieron bromas al respecto. «Los señores de Tal, tienen el placer de invitar a los señores de Cual, a una cena… Señoras: chándal de noche. Señores: Chándal de gala con condecoraciones». De ahí se pasó al «jogging» con doberman o rotweiller de compañía. Esa zancada menguante, ese tono de preinfarto, ese chándal carmesí, ese desentendimiento entre el perro mordedor y el amo agonizante, dieron vida y color a las calles de las urbas. Y un día, el chándal, inesperadamente, fue adoptado por la Revolución cubana en la persona de Fidel Castro. Enfermó y cambió su uniforme de comandante en jefe por el de Juantorena en trance hospitalario. Previamente, Jesús Gil atemorizó a la humanidad acudiendo a su despacho de alcalde de Marbella con un chándal del Atlético de Madrid con la cremallera abierta hasta el ombligo. Pero lo de Castro fue peor. Y como el régimen comunista de los Castro es el inspirador de la llamada revolución bolivariana de Chávez, éste último le copió la idea, y ahí tenemos a los dos en La Habana, chandaleando mientras se reponen y haciéndonos añorar los televisores en blanco y negro.

Fidel anda malito y no es cosa de desear el dolor a nadie, incluido a quien tanto daño ha hecho. Y Chávez oculta su mal. A los dictadores les molesta sobremanera hacer públicas sus enfermedades. Dicen que ha sido operado en La Habana de un «absceso pélvico». Muy mal tiene que ir la revolución bolivariana cuando Chávez no ha encontrado en toda Venezuela a un cirujano capaz de extraerle con garantías un absceso pélvico. Ha preferido encomendarle su pelvis a otros. Está en su derecho, porque como las madres, pelvis sólo hay una. En lo que no tiene derecho es en enseñarnos su chándal con los colores de Venezuela enfrentado al de Fidel con los tonos cubanos. Los estadistas, sean demócratas o tiranos, asumen el deber de la estética. Los asesinos soviéticos eran elegantes y los asesinos nazis cuidaban hasta el máximo su vestimenta. Jamás Stalin, Lenin, Beria, Hitler, Himmler o Goebbels se habrían prestado a posar en chándal. Ellos procedían a cumplir con sus proyectos genocidas escrupulosamente vestidos o uniformados. El chándal impide el reconocimiento público. Un líder sorprendido en chándal está obligado, por respeto a la ciudadanía, a dimitir por impudor. Los gobernantes japoneses no se ponen chándal porque saben que de ser vistos de tal guisa, su obligación no descarta el suicidio público.

Esta pareja de tiranos petimetres no puede mantenerse en su empeño de torturarnos a quienes, distraídamente, abrimos las páginas de los periódicos o echamos un vistazo a los informativos de las cadenas de televisión. Sean tiranos en sus países, pero dejen en paz al resto del mundo. Tiranos y horteras. Lo peor.


La Razón - Opinión

San Sebastián. La cultura del miedo. Por Cristina Losada

De Basta Ya hemos llegado al ya basta de combatir a los terroristas. Y es curioso. A la última de aquellas marchas que tuvieron lugar en la capital donostiarra, la de diciembre de 2003, acudió Zapatero y no asistió Elorza.

Siempre la perversión del lenguaje ha sido consustancial a los intentos de justificar y blanquear la historia criminal de ETA. Y ahí está de nuevo el bicho en las explicaciones que acompañan la declaración de San Sebastián como capital cultural europea. Nos imparten los que inclinaron la balanza, el jurado y la ministra de Cultura, que así se recompensa el compromiso de la ciudad en "la lucha contra la violencia". Les faltó agregar el clásico "venga de donde venga", para mejor enfatizar que huyen del término que corresponde: terrorismo. La ciudad, stricto sensu, no ha podido comprometerse en nada. Pero, ya puestos, las grandes aportaciones que allí se vieron a la lucha contra el terror fueron las marchas de la plataforma Basta Ya. Dado el sesgo que está tomando la memoria, habrá que recordar cómo el principal evento cultural de la urbe, el Festival de Cine, se distinguió por dar la espalda a los crímenes y olvidar a sus víctimas. Lo contrario hubiera metido a sus organizadores en todo un compromiso y eso, jamás.

Tomar partido contra el terror ha tenido y tiene un coste conocido. En cambio, propugnar "la paz" carece de efectos secundarios y aúna voluntades de todo tipo, incluidas las de los nuevos caudillos de la ciudad. Qué revelador. El proyecto preparado por el socialista Odón Elorza pueden asumirlo, apenas con pequeñas correcciones, los agentes comerciales de la banda terrorista. No en vano sus conceptos clave son "paz", "reconciliación", "conflicto vasco": las estaciones de un relato que permite cobijar a asesinos y compañeros de viaje, y equiparar, por la vía del sufrimiento compartido, a víctimas y a verdugos. Lo había pergeñado Elorza a fin de rubricar su larga trayectoria comprensiva hacia esas ovejas descarriadas, pero resulta, oh, sorpresa, que los lobos con piel de cordero le quitan la alcaldía y heredan, contentos, su plan. También es el suyo, claro. Y ahora, como advierte Belloch, será propaganda en sus manos. Su Olimpiada de Berlín, en tres palabras.

De Basta Ya hemos llegado al ya basta de combatir a los terroristas. Y es curioso. A la última de aquellas marchas que tuvieron lugar en la capital donostiarra, la de diciembre de 2003, acudió Zapatero y no asistió Elorza. Pero el tiempo socialista terminó por dar la razón al ex alcalde. Tanto o más que él, es el Gobierno el responsable de que "cultura" y "Europa", qué ironía, vayan a estar vinculados a la última mutación de ETA.


Libertad Digital - Editorial

De peor a pésimo. Por M. Martín Ferrand

La víctima directa de la resistencia zapateril es Alfredo Pérez Rubalcaba, la otra cabeza del monstruo socialista.

JOSÉ Luis Rodríguez Zapatero, el presidente que sufre, resiste. Combate contra quienes, con argumentos o buenos deseos, le aconsejan una retirada temprana y sin mayores bochornos. Se acoge a un uso intransitivo del verbo resistir. El transitivo, el que se refiere a vencer las tentaciones, como la de perpetuarse en el sillón presidencial hasta que las circunstancias amarguen, no se le pasa por la cabeza. Eso, vístase de abnegación o, mejor, de contumacia, no deja de ser un flaco servicio a un Estado que se agrieta y una Nación que va de mal en peor y amenaza ya con ir de peor a pésimo. No es cosa de censurárselo al presidente, que está en uso de su derecho y en la más estricta legalidad; sino de señalar la responsabilidad que les alcanza a sus vicepresidentes, ministros y notables conmilitones en la dirección del PSOE. Incluso todos y cada uno de quienes integran el grupo parlamentario socialista, representantes por sus respectivas circunscripciones de la atribulada ciudadanía nacional, debieran hacer señales evidentes del naufragio y obrar en consecuencia para salvar lo que se pueda.

Muy lejos de hacer lo que debiera por servir a la Nación y proteger a su propio partido, los notables arriba señalados, mayoritariamente, concentran su inteligencia en la especulación del modo para sacar adelante los próximos Presupuestos. Cuentan con el PNV, CC y UPN para que así sea y, sin reparar en costes, les resulta suficiente. Por lo que llevamos visto, los votantes de esos tres partidos, enamorados del líder socialista y entregados al socorrismo parlamentario, no son muy exigentes con sus elegidos y en ello, más que en razones de mayor enjundia, se cimenta la resistencia (intransitiva) del de León.

Además de la Nación española, en su todo y en sus porciones, algo que no les interesa a todos, la víctima directa de la resistencia zapateril es Alfredo Pérez Rubalcaba, la otra cabeza del monstruo socialista en que las circunstancias y los últimos comicios han convertido al PSOE. Como coautor del desastre con el que se cierra la legislatura, al aspirante para gobernar la próxima, no le convienen ni la proximidad a que le obliga su pluriempleo gubernamental ni su perpetuación en el equipo hasta final de trayecto. Tiene que apearse, aunque sea en marcha, como le aconseja —¿le apremia?— su viejo mentor Felipe González, que, de vez en cuando, se nos aparece para recordarnos que, en lo que al socialismo respecta, el tiempo pasado fue mejor. Por ese procedimiento, Zapatero, con solo dos legislaturas de poder, puede convertirse en el mayor productor de ex ministros de nuestra renqueante democracia.


ABC - Editorial

Maquillajes hipotecarios

El guiño al 15-M que el presidente del Gobierno lanzó durante el Debate del Estado de la Nación ha cristalizado en un acuerdo con PP y CiU para aliviar las cargas de los afectados por los embargos hipotecarios, que según datos ofriciales ya rondan los 300.000 desde que estalló la crisis. Llama la atención que sea en esta cuestión, de la que el movimiento de los «indignados» han hecho bandera para frenar los desahucios, la única en la que han coincidido los dos grandes partidos, habiendo como había decenas de propuestas económicas, sociales y asistenciales tanto o más relevantes. Por ejemplo, y sin abandonar el sector inmobiliario, habría merecido la pena restablecer la deducción por adquisición de vivienda, como proponía Mariano Rajoy, pero parece que si no lo piden los acampados de Sol no merece la consideración del PSOE. Lo mismo cabe decir de otras propuestas tendentes a crear empleo (bonificación de contratos), apoyar a los emprendedores (rebajas fiscales a pymes y jóvenes empresarios) y respaldar económicamente la formación de los autónomos. Dicho de otro modo, mientras las propuestas socialistas se encaminan casi exclusivamente a poner vendajes al enfermo, las populares pretenden curar las causas de la enfermedad. ¿Servirá para algo la medida hipotecaria consensuada ayer? Desde luego, a los que ya han sucumbido, de nada; a los que han contraído compromisos con el banco, de poco, pues se ha dejado fuera la llamada dación en pago en virtud de la cual la entrega de la vivienda cancela la deuda; y en cuanto al futuro, su eficacia dependerá de cómo las entidades financieras endosarán al cliente el sobrecoste de las nuevas garantías. Es verdad que nadie medianamente sensible puede oponerse a que se suba la parte embargable del sueldo, a que se incremente el valor del piso embargado o a que se eliminen las cláusulas abusivas. El trance de un desahucio es ya bastante amargo para que, encima, las leyes lo hagan más inhumano. Sin embargo, y en contra de lo que afirman los demagogos de turno, el sistema hipotecario español es uno de los mejores del mundo y goza de merecido prestigio en otros países. Las extralimitaciones y actuaciones poco profesionales que algunas entidades desplegaron durante la burbuja inmobiliaria, cuando se incitaba a los clientes a hipotecarse por encima de sus posibilidades, son condenables, pero no desvirtúan una regulación hipotecaria que ha favorecido a un sector de tanta importancia económica para España. Por eso mismo, sería irresponsable que por motivos electorales se cayera en la tentación populista de ceder a las pretensiones arbitrarias de una minoría. Como en cualquier otra transacción o actividad económica, la seguridad jurídica es pieza nuclear en el sector inmobiliario, de modo que si se cambian las reglas por impulsos partidistas lo más seguro es que las consecuencias las pague el ciudadano con créditos más caros y menos flexibles. El sistema financiero posee ya suficientes mecanismos para evitar el drama de los embargos y desahucios; sólo es cuestión de que clientes y entidades los apliquen con sensatez y profesionalidad.

La Razón - Editorial

Debate copernicano

El PSOE confía en que podrá agotar la legislatura mientras que el PP comienza a exhibir sus planes.

El debate sobre el estado de la nación ha modificado significativamente el ánimo del Gobierno y del PSOE. El presidente del Gobierno considera, aunque le contradigan las encuestas, que fue él quien salió vencedor, en cuanto que ofreció una política económica perfilada, fundada en las exigencias de rigor fiscal que impone Bruselas, y un rosario de reformas económicas pendientes (financiera, laboral) que proporcionan materia para el debate y la negociación política durante lo que resta de legislatura. Pero el hecho fundamental, sin el cual el Gobierno no podría pretender agotar los plazos de mandato hasta marzo de 2012, es que vislumbra la posibilidad de mantener la estabilidad parlamentaria durante los próximos ocho meses; y en ese tiempo, gracias el apoyo de los partidos nacionalistas, el Ejecutivo cree tener margen, al menos teórico, para intentar recuperar algo de la credibilidad perdida siempre que convenza a la opinión pública de que la política económica de austeridad y rigor, de disminución de las rentas en suma, es la mejor posible para la castigada economía española.

Frente a los ánimos aparentemente reforzados de Zapatero, al Partido Popular le sigue costando desvelar sus ideas y planes económicos. Una práctica que llama la atención en un partido que aspira a gobernar. En la última jornada del debate, el PP empezó a mostrar algunas de las medidas económicas que apadrina, aunque siempre a medias. Incurriendo en el mismo error que achacó al PSOE con los denominados Pactos de Zurbano, los populares han pretendido disimular tras el elevado número de propuestas las dudas sobre su contenido. Las líneas maestras se reducen a dos: establecer límites legales a la gestión económica del Gobierno y utilizar selectivamente la fiscalidad para estimular la creación de empleo. Aun en el supuesto de que las propuestas resultaran eficaces, ambas orientaciones poco tienen que ver con las reformas que exige la situación de la economía española y que el PP no deja de reclamar al Gobierno de Zapatero.

La prolijidad no es sinónimo de calidad. La iniciativa del PP parece regresar al momento en que el Gobierno se decidió a reconocer la crisis y anunciaba un día tras otro ingentes baterías de acciones minúsculas. Como este, la formación de Rajoy pretende volver a hacer ruido sin nueces. Por desgracia, anunciar varias decenas de retoques en los tipos e incentivos fiscales no constituye, a estas alturas, ningún estímulo para el crecimiento (para que lo fuera, la inyección fiscal tendría que ascender a unos 25.000 millones de euros, cantidad inasumible por desorbitada), ni un remedio efectivo para afrontar los problemas de financiación de la deuda y reactivar la demanda interna.

Si la trascendencia económica de las medidas del PP es dudosa, su significado político resulta esclarecedor. Mariano Rajoy y su equipo se encuentran a la búsqueda de un difícil equilibrio entre la necesidad de ir mostrando el contenido de su programa y el deseo de evitar que se convierta en objeto de debate, desplazando, así, el foco de atención que ahora recae por entero sobre la deficiente gestión económica del Gobierno y que acentúa su desgaste. Con esta estrategia, no tienen problema en sumarse a iniciativas que teóricamente ganan votos entre los ciudadanos, como la propuesta, suscrita por el PSOE y CiU, de reducir la parte del sueldo que puede ser embargada en caso de impago hipotecario. El PP sabe que, de llegar al Gobierno, las reformas que vaya a aplicar tendrán que ir más allá de la línea marcada por Rodríguez Zapatero. Por eso también le interesa que este sí llegue lo más lejos posible. Cuanto más trabajo quede hecho, mejor para Rajoy.


El País - Editorial

Un homenaje ilegal e inmoral

Otegi no es ningún hombre de paz y jamás lo ha sido. No ha condenado el terrorismo y sus vínculos –cuando no pertenencia directa– con la banda terrorista ETA están más que verificados.

El acto que tendrá lugar en el Ateneo de Madrid el próximo martes y en el que el se jaleará al etarra Arnaldo Otegi sólo puede ser tachado de infamia. Que en pleno centro de Madrid, ciudad castigada en numerosas ocasiones por la barbarie terrorista, se celebre un acto de estas características no sólo es de pésimo gusto sino que, además, debería ser ilegal.

Ilegal porque todo lo que puede salir de ese acto de apoyo es apología del terrorismo y enaltecimiento de quienes lo practican. Entre éstos figuró en su momento el propio Otegi, terrorista en activo de la banda durante más de una década. Otegi estuvo en la cárcel tras ser condenado por el secuestro del empresario Luis Abaitua. Antes de eso participó en el atentado contra una gasolinera, en múltiples robos de vehículos a mano armada, en el asalto al Gobierno Militar de San Sebastián y en la liberación de un miembro de la ETA internado en un hospital.


No contento con eso, cumplida sólo la mitad de la pena por el secuestro de Abaitua, Otegi comenzó una fulgurante carrera en Herri Batasuna, entonces brazo político de la ETA, que posteriormente sería ilegalizado al probarse sus vínculos con la banda. Desde entonces ha sido denunciado, juzgado y condenado en diversas ocasiones por apología del terrorismo, por enaltecimiento del mismo, por inducir a la violencia y por injurias a la Corona. De resultas de todas estas causas ha ingresado tres veces en prisión, la última hace sólo dos años.

Este es el macabro personaje al que se homenajeará en el Ateneo de Madrid la próxima semana. Antes de que se consume la infamia, la Fiscalía General del Estado debería intervenir de oficio, así como la Audiencia Nacional ante la comisión flagrante de un delito anunciado con anticipación y a la vista de todos. Al terrorismo no se le debe pasar ni una. No podemos consentir que, delante de nuestras narices, se lleve a cabo un acto semejante que, aparte de su intrínseca ilegalidad, es un insulto a la memoria de las víctimas del terrorismo y al propio Estado de Derecho.

Otegi, en definitiva, no es ningún hombre de paz y jamás lo ha sido. No ha condenado el terrorismo y sus vínculos –cuando no pertenencia directa– con la banda terrorista ETA están más que verificados. Si, a pesar de todo, se termina llevando a cabo, cada palo deberá aguantar su propia vela y asumir las responsabilidades pertinentes.


Libertad Digital - Editorial

El futuro contra el pasado

Mientras el PP apuesta por el futuro, Rodríguez Zapatero solo es capaz de hacer gestos al pasado, a veces con un toque irremediable de melancolía.

EL debate sobre el estado de la Nación y las propuestas planteadas por los diversos grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados han confirmado la evidencia: el Gobierno está políticamente agotado y pretende sobrevivir algún tiempo a base de concesiones a los nacionalistas por razones exclusivamente partidistas. Mientras tanto, Rubalcaba maniobra con el objetivo de salvar los restos del naufragio y parece dispuesto —aunque diga lo contrario— a salir pronto del Ejecutivo para evitar un mayor desgaste. Rodríguez Zapatero se despide a medias con alguna propuesta de última hora y varios guiños a los «indignados», por si acaso pudiera sacar algún provecho de la confusión. Aunque consiga sobrevivir con respiración asistida, la legislatura ya no da más de sí y resulta imprescindible la convocatoria cuanto antes de elecciones generales. Además, han quedado en entredicho los argumentos que el PSOE repite, cada vez con menos convicción, para criticar a Mariano Rajoy. En efecto, el PP tiene un programa coherente y eficaz para salir de la crisis y sus propuestas no dejan entrever esa supuesta «agenda oculta» llena de recortes sociales para desmantelar el sistema de bienestar.

Las propuestas del grupo popular tras el debate del Congreso incluyen medidas de apoyo a las familias, al sector de la vivienda y a las pymes, en un marco general de reducción de la carga tributaria y austeridad en el gasto público. Aprobadas o rechazadas por la frágil mayoría actual, estas medidas desmienten el discurso socialista y reflejan que los populares han trabajado con rigor para presentar una verdadera alternativa. Volver a la deducción por adquisición de vivienda habitual, reducir el IVA para el turismo o el impuesto de sociedades para las pymes, bonificar fiscalmente los contratos laborales y apoyar a los emprendedores son planteamientos muy positivos para que aparezcan de verdad esos «brotes verdes» que el Gobierno anuncia siempre, pero que nunca llegan. Lo mismo cabe decir respecto de la reforma laboral acompañada de menores costes en las cotizaciones a la Seguridad Social, especialmente para fomentar el empleo juvenil. Así pues, mientras el PP apuesta por el futuro, Rodríguez Zapatero solo es capaz de hacer gestos al pasado, a veces con un toque irremediable de melancolía.

ABC - Editorial