sábado, 5 de febrero de 2011

Pacto de Competitividad. Un traje a medida de Alemania. Por Emilio J. González

Aunque buena parte del contenido del Pacto por la Competitividad es tan sensato como necesario, Merkel debería retirar aquellas propuestas relacionadas directamente con los intereses particulares de alemanes y franceses.

La canciller alemana, Angela Merkel, apoyada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha propuesto un Pacto por la Competitividad para, dicen, evitar que en el futuro se produzcan nuevas crisis como las que ahora amenazan la continuidad del euro, a cambio del visto bueno germano a la ampliación del fondo de rescate europeo. Sobre el papel, una buena parte de la propuesta tiene su lógica, teniendo en cuenta las exigencias y restricciones de una unión monetaria y de la economía globalizada en que vivimos. Que cuente, además, con el respaldo de las dos grandes naciones del euro le confiere, además, una pátina de credibilidad muy importante porque cuando el eje franco-alemán funciona, el proceso de integración europea avanza. Sin embargo, el contenido del pacto y la forma elegida para sacarlo adelante constituyen la semilla de su fracaso.

El problema no reside, ni mucho menos, en la exigencia germana de desvincular los incrementos salariales de la inflación para ligarlos a las mejoras de productividad. Alemania lo ha hecho y está saliendo de esta crisis con una fortaleza que no se le conocía desde antes de la reunificación. Además, para países como España, que llevan años perdiendo competitividad, la única forma de recuperarla es a través de esa moderación salarial, puesto que, al ser miembros del euro, ya no podemos devaluar. Les guste o no a nuestros gobernantes y a nuestros sindicatos, esa es la receta que tenemos que aplicar mientras no consigamos incrementar nuestra productividad, porque, en circunstancias como las actuales, seguir vinculando la revisión anual de la retribución de los trabajadores a la evolución de los precios de consumo es abrir las puertas de par en par a la inflación, a nuevas pérdidas de competitividad y a la imposibilidad de reducir el paro. El problema tampoco estriba en la reforma de las pensiones que quiere imponer Merkel. Ésta es necesaria no sólo por lo difícil que resulta pedir a los alemanes que sean solidarios mientras los griegos se jubilan con 60 años, sino porque, como vienen advirtiendo desde hace años los organismos internacionales y el propio BCE, los sistemas de pensiones actuales son inviables en una Europa caracterizada por el envejecimiento progresivo de su población, lo cual va a plantear graves problemas presupuestarios.


Los problemas del Pacto por la Competitividad, por el contrario, son de naturaleza institucional. En primer lugar, el pacto, tal y como se está planteando en estos momentos, implica cometer el mismo error en que se incurrió en su momento con el Pacto de Estabilidad, esto es, crear reglas en lugar de instituciones. Las reglas funcionan cuando todos están de acuerdo en seguirlas, o cuando hay una autoridad con capacidad para imponer su cumplimiento. En este caso, no se da ni lo uno, ni lo otro. Los países del euro a quienes no les gusta la propuesta alemana pueden optar por aprobarla para que los germanos amplíen el fondo de rescate y después hacer la guerra por su cuenta porque un pacto por sí solo no es una garantía de la voluntad de cumplirlo. Alemania lo dejó muy claro cuando ella misma incumplió el Pacto de Estabilidad cuando le convino, a pesar de que fue ella misma quien se lo impuso al resto de países del euro. Por tanto, la única forma de conseguir que el Pacto por la Competitividad se respete es mediante la existencia de una autoridad, que podría ser la propia Comisión Europea, que imponga a todos su cumplimiento. Sin embargo, como ello requiere investir a Bruselas de ese poder, y esa decisión sólo se puede tomar en un Consejo Europeo por unanimidad, puede volver a ocurrir lo mismo que cuando se ha tratado de imponer normas de disciplina financiera y fiscal para los países que tengan que acudir a las ayudas del fondo de rescate europeo, esto es, que se apruebe un sistema de preavisos y demoras que, al final, se traduzca en una relajación del pacto. Si hubiera una institución con capacidad de imponer las medidas y la disciplina que promueve Merkel, así como otras que pudieran ser necesarias en el futuro para el buen funcionamiento de la moneda única, las cosas serían distintas; pero eso implicaría dar un importante paso hacia el gobierno económico del euro, que es algo que ni la propia Alemania desea porque perdería el poder que ostenta en estos momentos dentro de la unión monetaria europea, al tiempo que podría verse obligada a aceptar imposiciones de otros países contrarias a sus intereses.

Lo más grave, sin embargo, es que Alemania, como país hegemónico del euro, ayudada por Francia, la segunda economía más importante de la unión monetaria europea, no sólo quiere imponer al resto de los países de la eurozona una política ortodoxa que a éstos no les gusta, y mucho menos por lo que implica de pérdida de soberanía ‘de facto’, sino que ambas naciones también pretenden imponer al resto una parte de su modelo económico y fiscal, y eso ya es harina de otro costal. El quid de la cuestión está en el impuesto de sociedades, que los alemanes quieren armonizarlo al alza. Los irlandeses se niegan porque dicen, con razón, que el tipo impositivo tan bajo que aplican a los beneficios empresariales les ha permitido desarrollarse tanto como lo han hecho en los últimos 25 años. Además, los problemas presupuestarios de Irlanda no se deben a que el impuesto de sociedades sea bajo, sino al error de garantizar los depósitos y la solvencia de unos bancos demasiado grandes para una economía tan pequeña; al contrario de lo que sucede en España, donde el problema es un gasto público excesivo para la capacidad real del sistema tributario español y de la economía que lo sustenta. Alemania y Francia, sin embargo, tienen modelos hacendísticos basados en impuestos altos con los que financiar gastos elevados que no aguantan la competencia fiscal de quien apuesta por la reducción de la carga impositiva para impulsar su desarrollo económico. Y como ambos países no quieren modificar sus sistemas, ni asumir los costes políticos que dicha reforma conllevaría, ahora pretenden aprovechar la oportunidad para imponer sus esquemas fiscales a los demás, lo cual constituye un doble problema. En primer lugar, porque la fiscalidad es uno de los pocos ámbitos en que aún se mantiene la regla de la unanimidad para aprobar cualquier decisión. En segundo término, porque, al final, los países hegemónicos del euro quieren imponer sus intereses a los demás y la historia de las anteriores uniones monetarias que han tenido lugar en Europa demuestra que cuando esto sucede, la unión monetaria acaba por romperse. La apuesta de Merkel, por tanto, es muy delicada.

Merkel, sin embargo, cree que puede echar un pulso al resto de países del euro con la amenaza velada de que o aceptan sus condiciones o no hay ayudas en caso de dificultades y que cada cual se las componga como pueda. La canciller alemana, sin embargo, debería medir muy bien sus fuerzas porque los países con problemas siempre pueden presionar con la amenaza de una quiebra que tendría implicaciones posiblemente ruinosas para la propia Alemania. Por ello, aunque buena parte del contenido del Pacto por la Competitividad es tan sensato como necesario, Merkel debería retirar aquellas propuestas relacionadas directamente con los intereses particulares de alemanes y franceses. Es, posiblemente, la única forma de que su propuesta salga adelante. Si Merkel quiere que los demás europeos compren sus trajes, éstos no pueden estar hechos exclusivamente a la medida de Alemania, porque las de los demás países son distintas.


Libertad Digital - Opinión

Aristocracia del mérito. Por Ignacio Camacho

Si algo traían ya de casa estos nuevos marqueses era la impronta moral del señorío y la nobleza del mérito.

CON esa cara del Siglo de Oro, el flamante marqués Del Bosque podría ser el duque bigotudo de un retrato velazqueño del Prado. En cambio, al marqués de Vargas (Llosa) le cuadraría más un bien un condado para lucirlo como Montecristo con la pechera almidonada del frac de Nobel, entre gatopardescos salones galantes y lámparas de araña. Ambos formaban parte desde hace tiempo de la aristocracia del mérito y de la nobleza del espíritu, que es lo que engrandece a los hombres más allá de la cuna que nadie ha elegido, pero está bien que el Rey se haya acordado de sus valores para distinguirlos con un público reconocimiento a su excelencia; en esta sociedad de lo vulgar conviene de vez en cuando destacar siquiera de manera honorífica los valores que sobresalen de la media. Aunque tipos sensatos y humildes como don Vicente prefieran lucir, antes que la corona nobiliaria, la estrella dorada de campeón del mundo.

Habrá coña marinera con lo del seleccionador —al que de inmediato el colega Gistau ha nombrado con brillantes reflejos marqués del Tiqui-Taca— porque en Celtiberia el asunto de la hidalguía nos suena a linaje rancio, pureza de sangre y gorguera en el pescuezo, a un estiramiento que es la antípoda del carácter de este hombre sencillo, bonancible y prudente como castellano viejo. Este nuevo e insospechado laurel que ha ganado Del Bosque promete guasa popular y mamoneo de la tierra, especialidad de la casa en este viejo solar de plebeyez adocenada y mediocre, nuevos ricos horteras y chabacanas princesas del pueblo. En Gran Bretaña, sin embargo, que es una nación capaz de hacerse justicia a sí misma y a su historia, abundan los ennoblecimientos meritocráticos y es usual que la gente relevante del fútbol reciba el título de sir de manos de Su Graciosa Majestad, y eso que no ganan nada desde el 66 y con pucherazo arbitral por medio; hasta Beckham ha sido condecorado sin más virtud que lucir palmito y saltar al campo oliendo a colonia. El origen de la aristocracia se suele remontar a hechos de guerra o servicios a la patria, y a ver qué otra cosa es la selección sino el ejército simbólico, pacífico y al fin triunfal de un país que la adoptó como enseña de una pasión colectiva. En Vargas Llosa, elegante hasta para restarle importancia al honor, el título va a chirriar menos porque le encaja a su porte senatorial y patricio, pero le servirá para irritar a sus adversarios ideológicos, que en su ofuscación le niegan hasta el mérito literario, y recrearse en ese frío placer que proporciona la envidia de los enemigos.

Si algo traían ya puesto de casa estos nuevos nobles —también el ilustre profesor Menéndez y un Villar Mir que lleva el abolengo en sus sienes plateadas— era la impronta moral del señorío. Ésa con la que tipos como Del Bosque pueden lucir sin afectación el primer marquesado en chándal.


ABC - Opinión

Maquiavelo ha desactivado a Rasputín, y algo más. Por Federico Quevedo

Les decía la semana pasada que no se confiaran, que me daba a mí la impresión de que todo esto de la sucesión de Rodríguez era un paripé, y que al final este hombre que ha conseguido llevar al país a la ruina y a una crisis existencial sin precedentes, haciendo gala de la sobredosis de autoestima y narcisismo que le son propios y convencido de que él, y solo él, es capaz de sacarnos del pozo, se volverá a presentar a las elecciones generales como candidato, subido esta vez a la ola del patriotismo reformista. Les hablaba, es verdad, con cierto conocimiento de causa, pero en esta ocasión estoy en condición de ofrecerles a ustedes más detalles que ponen de manifiesto la catadura del personaje y hasta dónde es capaz de llegar con tal de servir a su propia causa que es la única que le importa. Ya les avancé entonces cómo después de muchas semanas ofreciéndonos cual carnaza periodística la figura de Rubalcaba erigido en sucesor in pectore de Rodríguez, en la Convención socialista de Zaragoza se dedicaron a bajarle los humos al personaje.A

Bien, pongámonos en antecedentes porque es interesante hacer un cierto recorrido por los últimos meses. La fase más aguda del declive de Rodríguez Zapatero se produjo en el primer semestre del año, ese en el que nos tocó presidir la Unión y en el que la Unión, de la mano de Obama, acabó interviniendo nuestra política económica tal que un 12 de mayo de 2010. A eso había que añadir la desafección sindical que acabó en la convocatoria de una huelguita general muy medida para evitarse el daño mutuo, pero que sin duda suponía un revés sobre todo en el electorado tradicional de la izquierda. Esos días Rodríguez parecía como alelado, mientras le crecían los enanos en tres frentes: el ya mencionado sindical, la vieja guardia socialista asustada por lo que se le venía encima al partido y los barones del PSOE que empezaban a ver peligrar su propio poder. En un momento dado del verano Rodríguez cede a las presiones de los segundos y los terceros, y acepta llevar a cabo una remodelación del Gobierno en el otoño, después de la huelga general, en la que iba a darle todo el poder posible a Rubalcaba que se convertía de facto en el candidato de la oposición interna a Zapatero para sucederle. Así se lo hizo saber ese verano el propio Zapatero a Rubalcaba, Maquiavelo a Rasputín. Y así nos lo han hecho saber unos y otros.

Tira la piedra y esconde la mano
«¿Qué hacer con Rubalcaba? La posibilidad de frenar en seco sus aspiraciones estaba al alcance de la mano: el ‘caso Faisán’, que una vez apartado de la causa el juez Garzón.»
Pero Rodríguez, lejos de resignarse, ha manejado sus tiempos y no ha cedido a las presiones de quienes dentro del partido le exigían que se pronunciara ya sobre su continuidad, en el sentido de no volver a presentarse para que Rubalcaba pudiera dar el paso, o en caso contrario que convocara elecciones anticipadas para evitar que el castigo lo recibieran los barones en sus feudos. Ni una cosa, ni la otra. Rodríguez, que desde la remodelación del Gobierno ha guardado una prudente distancia con su aparente número dos, no solo no ha dicho esta boca es mía sobre su sucesión, sino que además se permitió el lujo de encender la mecha del debate sucesorio estas Navidades y después quedarse en un discreto segundo plano observando. Con la huelga de los controladores y el decreto de Estado de Alarma le vino a ver algún espíritu, porque eso le permitió conjurar la opción de la convocatoria de elecciones. Ya no daba tiempo porque después del 15 de enero no se cumplían los plazos previstos por la ley.

En las semanas siguientes Rodríguez empezó a dibujar su venganza. Tenía que eliminar las opciones de Rubalcaba, desactivar a los sindicatos que amenazaban, esta vez sí, con una huelga general en condiciones por culpa de la reforma de la jubilación, y acabar con la presión de los barones. Lo último, por empezar por el final, va a pasar en mayo cuando las elecciones municipales y autonómicas le den al PP más poder autonómico y municipal del que haya soñado nunca. Eso lo sabe Rodríguez, y los saben sus barones, y saben también que una vez perdidas las elecciones su capacidad de presión sobre el presidente y secretario general del PSOE es nula: se diga lo que se diga, son ellos los que habrán perdido, mientras Rodríguez permanecerá intacto al frente del Gobierno.

Vuelve el caso Faisán

Y es que, antes de llegar a ese punto en el que el presidente habrá conseguido despejar su camino, Rodríguez necesitaba desactivar sus dos mayores peligros: Rubalcaba y los sindicatos. El primero amenazaba directamente su poder. Los segundos daban argumentos a la oposición interna y al electorado más a la izquierda. ¿Qué hacer con Rubalcaba? La posibilidad de frenar en seco sus aspiraciones estaba al alcance de la mano: el ‘caso Faisán’, que una vez apartado de la causa el juez Garzón, había caído en manos del magistrado Ruz. Solo había que inducirle a reabrirla, y eso lo hizo el Ministerio Fiscal haciéndole llegar al magistrado un sensible cambio de opinión de la Fiscalía, según el cual si el Juez reabría el caso, el Ministerio estaría dispuesto a pedir la investigación en lugar de oponerse a ella como había venido haciendo. La reapertura del caso Faisán, a pesar de que el juez haya dicho lo que ha dicho de las llamadas de Antonio Camacho, debilita muchísimo a Rubalcaba, que ve como este asunto puede acabar definitivamente con su carrera política… Y es que nadie se cree que unos policías tuvieran la ocurrencia de darle un chivatazo a ETA sin conocimiento de sus superiores. Y eso es tan evidente que pone al propio ministro contra las cuerdas. La jugada le ha salido bien a Rodríguez, por más que sea peligrosa porque el asunto puede salpicarle, pero hoy por hoy Rubalcaba tiene muy difícil pensar en ser el sucesor de Rodríguez.
«Y después solo le quedará negociar un retiro lo más dorado posible mientras el PSOE elige sucesor entre una terna de candidatos que habrá propuesto un Rodríguez Zapatero que incluso perdiendo tendrá dominado el partido.»
Solo faltaba poner contra las cuerdas a los sindicatos, totalmente contrarios a la reforma de las pensiones que estaba negociando con ellos el ministro Valeriano. La posición de Toxo y Méndez era inamovible, hasta que Rodríguez decidió tomar cartas en el asunto y reunirse con ellos, con un mensaje muy claro: o hay acuerdo, o no hay ni un duro y además se filtran algunas informaciones interesantes que afectan a los líderes sindicales y al modo en que las centrales gestionan sus fondos. No hizo falta más, y con cara de funeral Toxo y Méndez accedieron a firmar el acuerdo sobre una reforma de las pensiones que si llega a hacerla la derecha hubiera provocado, no ya el incendio de las calles, sino del propio Palacio de La Moncloa: vamos, que Egipto se iba a quedar pequeño a nuestro lado. La realidad, después de ese pacto, es que los sindicatos, que ya estaban bastante debilitados, han firmado definitivamente su sentencia de muerte. Ya no sirven para nada, ni representan a nadie. No digamos nada de la patronal, que hace tiempo que agoniza y a la que Rosell, en lugar de auxiliar, está dando la estocada final.

Con ese panorama, desactivado Rubalcaba, desactivados los agentes sociales y los barones calladitos porque saben lo que les espera, Rodríguez se ha despejado su propio camino. Su partido va a sufrir una derrota sin precedentes, en las elecciones de mayo y en las generales, pero él habrá salvado sus propios muebles en una expresión casi grotesca del principio que guía sus pasos, y que no es otro que el de que el fin justifica todos los medios, aunque en este caso los medios supongan la debacle socialista. Y después solo le quedará negociar un retiro lo más dorado posible mientras el PSOE elige sucesor entre una terna de candidatos que habrá propuesto un Rodríguez Zapatero que incluso perdiendo tendrá dominado el partido, y entre los que surge con fuerza de nuevo el nombre de una mujer cien por cien producto de la casa zapateril: Carmen Chacón. Que Dios nos ampare.


El Confidencial - Opinión

Merkel-Zapatero. Angela Gulliver en Liliput. Por Pablo Molina

ZP nos prometió llevarnos al corazón de Europa en cuanto cogiera las riendas del Gobierno. Finalmente nos ha introducido en otra región anatómica, a la espalda del músculo cardiaco y unos dos palmos y medio más abajo.

Es realmente extraordinaria la imagen de orgullo nacional que hemos dado al mundo con la visita de la presidenta del Gobierno de Alemania. Fíjense si hemos estado a la altura de las circunstancias que Zapatero, en su papel de anfitrión, no sólo no le lustró los zapatos a la Merkel con kanfort sino que ni siquiera le cepilló la chaqueta del traje. Eso para que el mundo tenga muy clarito que en España no nos rebajamos tan fácilmente ante los dirigentes extranjeros por muy alemanes que sean.

Tan sólo hemos sometido al criterio del Gobierno alemán las tímidas reformas que, con gran alharaca, han sido incluidas en el Top Ten de los éxitos políticos alcanzados desde la GTE (Gloriosa Transición Española), justo por detrás de la invención del sistema autonómico, que para el juancarlismo sigue siendo la hazaña más rutilante que España ha ofrecido al mundo desde Lepanto. Unos acuerdos, estos de la Moncloa, alcanzados con el visto bueno, preceptivo y vinculante, de unos sindicatos que llevan con orgullo su condición de instituciones del estado en cuanto a sus fuentes de financiación, a diferencia de sus colegas centroeuropeos que, ajenos al principio socialista de vivir del esfuerzo ajeno, en lugar de trincar subvenciones del presupuesto público prefieren sostenerse con el dinero que libremente aportan sus afiliados. Así les va, claro. Y a nosotros también.


ZP nos prometió llevarnos al corazón de Europa en cuanto cogiera las riendas del Gobierno. Finalmente nos ha introducido en otra región anatómica, a la espalda del músculo cardiaco y unos dos palmos y medio más abajo, pero le agradecemos el esfuerzo igualmente. En todo caso, al menos seguimos estando en Europa y aquí continuaremos salvo que una falla continental provoque un cataclismo y nos separe también físicamente del continente, que tal y como están las cosas es justo lo que nos faltaba.

Merkel se ha marchado de vuelta a su país con su séquito de ministros, todos de una excelente formación académica y gran experiencia profesional, y aquí deja a ZP con los suyos, algo analfabetos pero muy voluntariosos y con "un gran compromiso político" prácticamente desde que sus mamás les deban la teta, como es el caso de la Pajín. Les han dicho a los nuestros que van por el buen camino y que si siguen así igual no nos intervienen oficialmente hasta después de las elecciones autonómicas, que en última instancia es de lo que se trataba.

Gran alegría en el socialismo, rostros de legítima satisfacción en el gobierno, portadas obsequiosas en la prensa escrita y minutos obsecuentes en los diarios hablados. Liliput se ha salvado, o al menos ha comprado con el dinero de los jubilados unos meses más de prórroga. En todo caso, hip, hip, hurra.


Libertad Digital - Opinión

Reptiles sin fondo. Por M. Martín Ferrand

Hoy a Sevilla se llega en el AVE de Madrid y, según parece, no hay límites, ni para los reptiles ni para lo indecoroso.

LOS fondos de reptiles constituyen una vieja tradición española. No son un mecanismo para tomar a la ligera ni resolverlo con el desdén que merece la corrupción institucional e institucionalizada porque su existencia ha sido, y es, determinante de muchos fenómenos que, sin él, resultarían inexplicables. Ahora parece que en la Junta de Andalucía, en la que superviven situaciones que ya retrató Miguel de Cervantes en la casa de Monipodio, existía —¿sigue existiendo?— un fondo de reptiles, como si los reptiles tuvieran fondo, de más de seiscientos millones de euros —¡cien mil millones de pesetas!— con los que, entre 2003 y 2007, se financiaron diversos expedientes de regulación de empleo y, entre ellos, los de Mercasevilla, donde recibían salario algunos notables socialistas que no eran, realmente, trabajadores de la entidad. Así lo cuenta la policía y lo ha declarado Francisco Javier Guerrero Benítez ex director general de Trabajo de la Consejería de Empleo.

Los fondos de reptiles, tan del folclore político español, pueden clasificarse según su aplicación: a) los que tienen como fin principal la retribución discreta de amigos y allegados; b) los que se aplican, con entregas anticipadas, para captar voluntades distantes; c) los que retribuyen, a posteriori, algún servicio no presupuestado ni confesable; d) los que tratan de seducir a los periodistas ariscos o recompensar a los adictos; e) los que sirven de argumento capaz de doblegar la voluntad de personajes de la oposición y f) los de uso plural y casuístico. Todos ellos arrancan de un solo principio: el desahogo y falta de conciencia de quien administra fondos públicos como si fueran privados y no sujetos a su previsión y aprobación presupuestarios.

Es pronto para sacar conclusiones y apuntar responsabilidades; pero la magnitud de este nuevo caso de corrupción en Andalucía, concordante con otros muchos habidos en la historia políticamente monocolor de la Junta, exige explicaciones rotundas. El tiempo a que se refiere la investigación de la policía judicial entra de lleno en el mandato del hoy vicepresidente tercero del Gobierno de España y presidente del PSOE que, para luego es tarde, ya debiera haber comparecido, al menos ante la prensa, para dar razón de tan singular uso del dinero público. En tiempos de Rinconete y Cortadillo a Sevilla llegaban los galeones cargados de oro y plata americanos y Monipodio y otros jefes de partida y líderes de cachiporra exigían un mínimo código de conducta a sus pupilos. Hoy a Sevilla se llega en el AVE de Madrid y, según parece, no hay límites, ni para los reptiles ni para lo indecoroso.


ABC - Opinión

Faisán desplumado

El panorama judicial del caso del chivatazo a ETA se despejó para el Gobierno de forma inesperada. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz decidió ayer no citar a declarar al secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, porque su testimonio en la causa «no es determinante» para el esclarecimiento de los hechos. Hay que recordar que el pasado martes el magistrado ordenó identificar a los usuarios de tres teléfonos pertenecientes a la Subsecretaría del Ministerio del Interior, que desde la noche anterior a la delación (que se habría producido el 4 de mayo de 2006) hasta septiembre de ese año, intercambiaron llamadas con el ex director general de la Policía Víctor García Hidalgo y el jefe superior de la Policía en el País Vasco, imputados en la causa. Uno de esos teléfonos era de Antonio Camacho.

A la vista de un «informe ampliatorio» de la Policía sobre el tráfico de llamadas que se produjo en torno al bar Faisán de Irún, Pablo Ruz denegó la solicitud de la acusación popular de Dignidad y Justicia de que se citara a prestar testimonio a los titulares de las líneas, entre ellos Camacho. Justificó su decisión en «la irrelevancia» del número de contactos que achacó a «una relación orgánica y funcional» entre los interlocutores. Para el juez, hay, por tanto, llamadas sospechosas y otras que no lo son, por mucho que todas se produjeran en un mismo contexto y por personas de un círculo muy estrecho.


Es sorprendente que el magistrado concluyera en tan sólo dos días y sin declaraciones de por medio que el testimonio del número dos de Interior no era «determinante», en un caso en el que están imputados varios subordinados. El juez tendrá sus razones, pero lo cierto es que rompe súbitamente con la línea de investigación mantenida.

El magistrado parece apuntar en realidad a que el chivatazo a ETA, que frustró la operación policial contra la red de extorsión en pleno proceso de negociación entre el Gobierno y la banda, se fraguó entre un estrecho grupo de mandos policiales sin responsabilidad alguna del Ministerio del Interior, más allá de la que pudiera afectar al ex director general de la Policía. El propio Pérez Rubalcaba apuntaló ayer esta hipótesis al eludir en dos ocasiones poner «la mano en el fuego» por que ningún subordinado estuviese implicado, si bien no dudó en defender la «honorabilidad» de su número dos.

El chivatazo es un episodio de una extraordinaria gravedad. Como hemos defendido, la investigación debe llegar hasta el final, caiga quien caiga. No se pueden admitir medias verdades ni cierres en falso. O hipótesis poco convincentes sobre funcionarios que actúan por libre sin respetar la dependencia jerárquica.

La Justicia y la democracia deben ser ejemplares, más aún en la lucha contra ETA. Tanto como las víctimas que hoy saldrán a la calle en Madrid para pedir la derrota de la banda y rechazar un final dialogado. Lo hacen porque ven síntomas inquietantes parecidos a los del proceso que acabó en la T-4: el Faisán, excarcelaciones de terroristas, traslados penitenciarios, guiños a Batasuna, tregua trampa, creación del nuevo partido proetarra... Creen que algo no funciona y su inquietud no puede ser ignorada.


La Razón - Editorial

Dudas en Bruselas

El plan de competitividad impulsado por Berlín y París suscita las primeras resistencias.

El Consejo Europeo de ayer fue, de nuevo, el ejercicio de equilibrismo que tantas veces decepciona a la audiencia. Políticamente podría haber enviado un mensaje fuerte en favor de la vía pacífica y la aceleración de la transición en Egipto. Pero no: fue más bien un mensaje de trámite, como si los 27 optasen por esperar a saber quién resulta vencedor para luego apuntarse a su carro. Ni siquiera mencionaron a Mubarak en su comunicado para aconsejarle la autorrenovación. No solo los Gobiernos: todos los europeos pagaremos el oportunismo ante cualquier conflicto desatado por las ansias democratizadoras de las poblaciones vecinas.

Pero el plato fuerte de la cumbre fue el económico. No el teóricamente previsto, la política energética, sino el impuesto por los acontecimientos: la estrategia conjunta contra la crisis. El plan de competitividad propuesto por la canciller alemana y el presidente francés como contrapartida a la ampliación del fondo de rescate de los países sometidos a tormentas de sus deudas soberanas, que debe aprobarse en breve, levantó algunas rebeldías.


Así, por ejemplo, belgas y austriacos elevaron su protesta por medidas tan caras a Berlín como la de desligar los salarios de la inflación. Y la idea de que este plan se alcance bajo el formato de un pacto voluntario intergubernamental solivianta a instituciones como la Comisión. Otra cosa es que se formulase como una cooperación reforzada, que adoptan unos cuantos, pero bajo la autorización -y posible reenganche- de todos.

También es distinto que los elementos de este plan se vayan aproximando en un horizonte temporal, sobre todo desde un enfoque pragmático que prime los resultados sobre los métodos, porque la lista de asuntos a los que afecta es larga e importante. La cuestión salarial, la limitación del déficit y la deuda en las legislaciones nacionales, la armonización de la edad de jubilación, la de la base fiscal en el impuesto de sociedades (y otros), y la estrategia saneadora de los bancos en crisis no son asuntos baladíes, sino fundamentales.

Tiene razón la canciller Angela Merkel en que sería deseable hacer converger los objetivos y las políticas sobre todos esos asuntos. Pero si trata de imponer su idea sin discusión, y si quiere hacerlo de inmediato, se arriesga a desatar una resistencia que en nada ayudaría a superar la crisis que socava Europa.

La creación y dotación del fondo de rescate se acompañó de un refuerzo del Plan de Estabilidad del euro que exige austeridad presupuestaria; y de un aumento de la coordinación de políticas económicas a través del llamado semestre europeo. La búsqueda del aumento de la competitividad y el combate contra las debilidades macroeconómicas de los 27 son loables si acompañan fluidamente al nuevo fondo permanente. Ese es el punto que deben entender los dos socios principales de la Unión.


El País - Editorial

El 5 a las 5, también por el chivatazo

El chivatazo es una de tantas razones para manifestarse mañana día 5, a las 5 de la tarde, con las víctimas del terrorismo. No es que tengan derecho a dudar de la palabra de Rubalcaba, es que es la obligación de cualquier ciudadano con un poco de memoria.

Resulta difícil de entender el auto del sustituto de Garzón en la Audiencia Nacional, el juez Pablo Ruz, en el que anuncia que no citará a declarar al secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, por el chivatazo a ETA. Dado que el ex director general de la Policía, Víctor García Hidalgo, está imputado por el caso, resulta cuando menos incongruente obviar las llamadas de un superior jerárquico en los instantes del crimen, especialmente cuando pidió días antes identificar a los propietarios de los números de teléfono implicados. Parece más una renuncia a investigar de dónde provinieron las órdenes que una decisión que corresponda a la lógica procesal.

Resulta congruente, por tanto, la reacción de la asociación Dignidad y Justicia –cuyo esfuerzo por aclarar los hechos es muy de agradecer–, al sospechar que "la política ha metido sus garras dentro de la Justicia". Hay que recordar que el delito, posiblemente el hecho más grave acaecido en nuestro país desde los atentados del 11-M, sucedió en plena negociación del Gobierno del PSOE con ETA, por lo que resulta completamente consecuente pensar que se cometió para facilitar las conversaciones.


Camacho fue también responsable de elaborar unos supuestos informes de verificación que afirmaban falsamente el cese total y absoluto por parte de la banda de cualquier actividad terrorista, mientras la ETA seguía extorsionando a los empresarios vascos y aprovisionando su arsenal. Por tanto, no cabe dudar de su implicación en aquel proceso que en Libertad Digital calificamos como de rendición por lo lejos que llegó el PSOE en las cesiones a las que estaba dispuesto a someter a la Nación española para contentar a los asesinos. Sin duda, debe primir la presunción de inocencia en un proceso penal; pero eso no significa renunciar a investigar a quien tenía el móvil –en los dos sentidos– y la posición jerárquica adecuada para dar las órdenes.

El chivatazo es una de tantas razones para manifestarse mañana día 5, a las 5 de la tarde, con las víctimas del terrorismo. No es que tengan derecho a dudar de la palabra de Rubalcaba, como ha concedido con su habitual aire de perdonavidas el vicepresidente del Gobierno, es que es la obligación de cualquier ciudadano con un poco de memoria. El chivatazo que permitió al cobrador del aparato de extorsión de ETA huir de la Policía tuvo lugar bajo este Gobierno, el de Zapatero y Rubalcaba. Nos mintieron durante todo el proceso, lo reconocieron y pretenden ahora que les creamos cuando 40 ayuntamientos vascos siguen gobernados por ANV y se están acercando presos al País Vasco. No hay que manifestarse ante el lógico temor de que lo vuelvan a intentar, sino ante la certeza del precio que ya estamos pagando.


Libertad Digital - Editorial

La «Caja B» del Gobierno andaluz

Esta forma de gobernar es inaceptable. Sus rasgos caciquiles explican la voluntad de cambio político que expresan los andaluces en las encuestas.

Las declaraciones del ex director general de Trabajo de la Junta de Andalucía Francisco Javier Guerrero han dado un vuelco a las investigaciones judiciales sobre la trama de corrupción en Mercasevilla, al poner al descubierto un plan de financiación ilegal de empresas con dinero público. De este modo se costearon, por ejemplo, los expedientes de regulación de empleo de Mercasevilla en 2003 y 2007. La cifra de lo que el propio Guerrero calificó ante la Policía como «fondo de reptiles» puede alcanzar los 648 millones de euros. El procedimiento para obtener estos fondos consistía en transferir dinero desde la tesorería de la Junta de Andalucía al antiguo Instituto de Fomento de Andalucía y de esta a las empresas en crisis. De esta manera, las disposiciones de estos fondos escapaban al control administrativo que se habrían aplicado si las ayudas hubieran sido decididas por el gobierno autonómico. Así se lograba que los acuerdos tomados sobre estas cantidades quedaran fuera de la tramitación legalmente prevista para las subvenciones y las ayudas públicas. Los socialistas andaluces no podrán imputar esta revelación, hecha por una fuente fiable, a una conspiración del PP. Es otra grieta que se abre en el régimen de lealtades compradas y servidumbres tejido tenazmente por el Gobierno andaluz en treinta años de hegemonía indiscutida. Este entramado de financiación ilegal es el complemento perfecto de esa estructura de sociedades públicas montada por el socialismo andaluz como una auténtica administración paralela y opaca, exenta de control y utilizada como cobijo laboral de amigos y afiliados.

El conocimiento de estas malversaciones coincide cuando el paro ha alcanzado en Andalucía una tasa del 30 por ciento y esta comunidad autónoma sigue teniendo carencias estructurales de las que el PSOE debería responder, después de décadas de gobernar a sus anchas y sin reparar en gastos. Ahora que está en primera plana el debate sobre el modelo autonómico y sus excesos, es oportuno señalar abusos como el de este «fondo de reptiles» del socialismo andaluz o la duplicación de la administración a base de empresas públicas constituidas al capricho del Ejecutivo socialista. Esta forma de gobernar es inaceptable en una sociedad democrática. Sus rasgos caciquiles explican la voluntad de cambio político que expresan los andaluces en las encuestas. Cambio que puede empezar por las municipales del próximo mayo, si los electores pasan factura al PSOE por esta degradación del gobierno de lo público.


ABC - Editorial

El 5 a las 5. Hay motivos. Por Francisco José Alcaraz

Creo que hay más que sobrados motivos para sentirme obligado moralmente a estar el 5 a las 5. Esa noche podré dormir con mi conciencia tranquila y sabiendo que no habré defraudado a mi hermano Ángel y a mis sobrinas Miriam y Esther.

El 5 a las 5 estaré en Madrid, pero mi presencia carece de cualquier tipo de mérito, pues para quienes hemos tenido que enterrar a nuestros seres queridos –en mi caso, a mi hermano y mis dos sobrinas gemelas, con poco más de tres años– constituye una deuda moral para con ellos: he de velar por que se haga justicia y por que sus asesinatos no sirvan para lograr ninguno de los fines políticos por los que ETA los mató.

Si me quedara en casa contemplando cómo se están acercando a la comunidad autónoma vasca a los asesinos de ETA, cuando casi toda España no estuvo dispuesta a ceder a esta exigencia y chantaje mientras se seguía secuestrando y asesinando, sentiría que estoy traicionando a las víctimas –quienes pagaron un alto precio por no ceder– y a mí mismo.

Si excusara mi presencia por motivos "a la carta", sentiría estar haciendo una distinción entre las distintas víctimas que fueron asesinadas, pues hay que recordar las múltiples manifestaciones, concentraciones y actos de toda índole que llevamos a cabo cuando el Gobierno, aplicando la ley torticeramente, excarcelaba a De Juana Chaos. Las víctimas de este asesino múltiple no merecían otra cosa, pues su liberación debida a maniobras políticas era un insulto a la justicia.


Las víctimas que han sido asesinadas por los terroristas Iñaki Rekarte, Andoni Muñoz de Vivar, José Luis Álvarez "Txelis", Kepa Pikabea, Jorge Uruñuela, José Manuel Fernández Pérez, Andoni Alza , Fernando de Luis Astarloa, Idoia López Riaño "La Tigresa", Fernando García Jodrá , Nerea Bengoa Ziarzolo, Jaione Intxaurraga Uribarri, Ignacio Gracia Arregi, Iñaki de Rentería y por otros muchos que están siendo excarcelados por la "generosidad" de nuestro Gobierno, merecen la misma justicia y la misma denuncia que realizamos cuando De Juana Chaos. No han pedido perdón, no han resarcido a las víctimas, no están colaborando con la justicia para aclarar los cientos de atentados sin esclarecer y, sobre todo, no han cumplido sus condenas: en una palabra, no ha habido justicia.

Entre las excusas que algunos "bienpensantes" esgrimen para justificar su ausencia se encuentra la de que la línea roja serán las elecciones municipales: si para entonces ETA sigue en las instituciones, habrá llegado el momento de movilizarse. Mas no hace falta esperar para hacerlo, pues ETA ya está en más de 40 ayuntamientos debido a que así lo quiere el Gobierno. Por consiguiente, es lícito preguntarse: ¿cuántas manifestaciones o concentraciones han convocado para exigir al Gobierno que aplique la ley con el objetivo de desterrar a ETA de las instituciones? Si el Gobierno, con sentencia firme, no ha actuado ahora y nos ha engañado a todos, ¿quién nos garantiza que actuará contra ETA si de nuevo entra en los ayuntamientos?

Acercamientos masivos de terroristas, excarcelaciones de asesinos, indulto encubierto a Josu Ternera, ANV en los ayuntamientos, Usabiaga en libertad y burlándose de la justicia, De Juana desaparecido, bloqueo de las extradiciones de etarras desde Venezuela (¿se acordaba alguien de este tema?), declaraciones de Eguiguren jactándose de compartir mesa y mantel con un asesino en busca y captura, Patxi López invitando "a todos" a renunciar a "que una mitad de la sociedad venza a la otra mitad, es decir sin vencedores ni vencidos", José Antonio Pastor señalando que "sería bueno" que Batasuna pudiese estar legalizada, Rubalcaba asegurando que en Nanclares de Oca ya "no hay presos de ETA", Zapatero manifestando que los "pasos" que está dando la denominada izquierda abertzale y los "mensajes" que está lanzando son "insuficientes hoy", pero que "no van a ser en balde"...

Creo que hay más que sobrados motivos para sentirme obligado moralmente a estar el 5 a las 5. Esa noche podré dormir con mi conciencia tranquila y sabiendo que no habré defraudado a mi hermano Ángel y a mis sobrinas Miriam y Esther. Ese día ellos no tendrán que esforzarse en tratar de justificar ninguna ausencia.


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