sábado, 1 de octubre de 2011

No está transferida. Por Carmen Gurruchaga

El lehendakari López es amigo de Rubalcaba y ejerce. Lo demostró cuando amenazó con pedir un congreso extraordinario del PSOE para ayudar al ex ministro del Interior a quitarse de encima las primarias para no enfrentarse a Carmen Chacón; y ahora, al hacer una declaración institucional con 10 puntos, del gusto de ETA y sus acólitos para «conseguir la libertad», que más parece dirigida a lograr un comunicado de la banda que pueda echar un capote a Rubalcaba ante el 20N. De hecho, ha sido bien recibida en el mundo abertzale radical pues asumía una de sus propuestas estrella, la de «presoak Euskal Herrira» (los presos al País Vasco). Resulta evidente que asistimos a la puesta en escena de una hoja de ruta con una secuencias predeterminadas. Las últimas escenas vividas: la adhesión de un grupo de presos de ETA al vacuo «Acuerdo de Gernika», pidiendo la amnistía. La respuesta subliminal de Rubalcaba al indicar que el Código Penal no contemplaba medidas de gracia colectivas, pero sí individuales. Más tarde, la manifestación formal del presidente vasco en la que abogaba por una política penitenciaria flexible que conduzca a medidas individuales y su traslado al país vasco con el fin de lograr la reinserción. Y finalmente, José Blanco quien ha confirmado que la política antiterrorista está consensuada entre los dos gobiernos. Ya se sabía que así incluso cuando al Gobierno le ha convenido negarlo. Además no podría ser de otra forma pues el acercamiento de los reclusos de ETA a cárceles vascas compete exclusivamente al Ministerio de Justicia.

La Razón – Opinión

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