sábado, 1 de octubre de 2011

A la desesperada. Por Cayetano González

Ya se sabe que en las precampañas y campañas electorales los políticos son capaces de hacer cualquier cosa con tal de atraer la atención del electorado, aunque eso suponga rozar cuando no hacer el ridículo. Algo de eso le está pasando al candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, cuya última ocurrencia ha sido alertar a la ciudadanía de los recortes sociales que llevará a cabo el PP si el 20-N este partido gana las elecciones.

He dicho en alguna otra ocasión que lo que peor llevo de la clase política no es que con frecuencia mientan, sino que nos tomen por tontos a los ciudadanos. Esta es la reacción que me ha producido este aviso de Rubalcaba. Es decir, quien ha sido Vicepresidente del Gobierno que mayores recortes sociales ha aplicado en nuestra reciente historia democrática -congelación de pensiones, bajada del salario a los funcionarios, cinco millones de parados- ahora resulta que quiere pasar a ser bombero, cuando antes ha ejercido de pirómano.

Rubalcaba conoce de sobra, porque no es tonto, que el patio no está para muchas bromas. El candidato socialista sabe perfectamente que gane quien gane las elecciones el próximo 20-N, al día siguiente va a tener que tomar decisiones muy duras para atajar el déficit público, para que ninguna Administración -sea local, autonómica o central- gaste más de lo que ingrese. Eso conllevará, reitero, medidas de ajuste, recortes, cambios en el sistema productivo, que el Gobierno de Zapatero no se ha atrevido a aplicar con la intensidad que la situación de grave crisis económica requería.


Por eso, en estos cincuenta y un días que quedan para la cita con las urnas, convendría que los dos candidatos que tienen posibilidades reales de ser el próximo presidente del Gobierno intentaran no caer en la demagogia barata. En este sentido, al candidato popular se le ve más tranquilo, más centrado. Ha dicho Rajoy algo que es de sentido común: que no va a prometer nada que no pueda cumplir y que necesita conocer directamente como están los números de nuestras cuentas públicas antes de anunciar que recortes tendrá que aplicar, aunque todos nos los podemos imaginar.

Por el contrario, a Rubalcaba se le nota más nervioso, más descolocado. La explicación no puede ser otra que los pésimos presagios que le deparan las encuestas, algunas de las cuales sitúan al PSOE por debajo de los resultados obtenidos por Joaquín Almunia en el año 2000 cuando el PP de Aznar obtuvo la mayoría absoluta. Pero ese estado de desesperación no justifica que Rubalcaba actúe a la desesperada volviendo a sacar al "doberman" de que vuelve la derecha a pasear. Eso ya no cuela. Sobre todo cuando él ha sido cómplice necesario de muchos de los males de la herencia que dejan los gobiernos de Zapatero. Lo dicho, los ciudadanos no son tontos.


Periodista Digital – Opinión

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