sábado, 1 de octubre de 2011

Comienza la cuenta atrás. Por Gloria Lomana

Con la convocatoria de elecciones ha comenzado la precampaña y en los cuarteles generales de los partidos andan de los nervios. En Ferraz, incluso le han cambiado el paso a Rubalcaba. El candidato debe seguir defendiendo ideas rojas pero su color en cartelería y televisión ya no es emocionalmente caliente, como lo fue en su presentación, sino el sereno azul del PP.

El rojo es el color de la sangre y el fuego, y con esa apuesta por la energía, la determinación y la pasión fue como irrumpió Rubalcaba en la carrera electoral. Rojo de izquierdas y rojo de obrero. De lucha, recomendado para invitar a la gente a tomar decisiones rápidas, porque no en vano el rojo es el color con el que se envuelven los avisos importantes.

Pero, mientras Rubalcaba se nos presentaba aupándose a un empinado Everest, Rajoy aparecia envuelto en el color azul que en heráldica significa sinceridad, inteligencia, estabilidad, confianza y sabiduría. Y en escenografía ayuda a dar profundidad, justo la imagen presidenciable que Rajoy pretende transmitir.


Y este es el punto en el que Rubalcaba se ha vuelto a reinventar, abrazándose al color azul para hablar a Rajoy de presidente a presidente. Azules de campaña en la forma, con contenidos versionados diametralmente opuestos. Si Rajoy pretende que estos cincuenta días pasen sin pena ni gloria, como si no hubiera campaña, Rubalcaba se plantea estruendo, con «jornadas de lucha» incluidas, para provocar al adversario, intentar encerrarle en callejones de reformas y ajustes y sorprenderle en alguna contradicción o apuro.

Así ha comenzado la precampaña, con el riesgo de que el candidato socialista se pase de frenada. Todas las encuestas arrojan al PSOE un resultado electoral inferior al batacazo de Almunia, pronóstico que no mejora con el paso de los días. Zapatero se ha cargado su campaña electoral firmando el gran pacto de la reforma de la Constitución con Rajoy. Y difícil será que los socialistas levanten cabeza.

Tal es el nerviosismo que cunde entre las filas socialistas que su objetivo es protagonizar cada día un titular, para llevar la iniciativa de la campaña. Y para eso –han pensado– nada mejor que volver a pasear al dóberman del PP, para que los populares tengan que defenderse. Estrategia imposible para un candidato que ha sido la sombra de Zapatero, el mayor podador del Estado del bienestar de la democracia. Responder con «Alfredo manostijeras» es de manual.

El candidato socialista está repitiendo el mismo error que ya cometió en el pasado, cuando en el año 2000 impulsó el acuerdo Almunia-Frutos, es decir PSOE-Izquierda Unida. Ahora, en su afán por conquistar la izquierda, ha vuelto a abandonar el centro, que es donde se pescan los votos, para que lo ocupe cómodamente Rajoy. Aunque, increíble y contradictoriamente, se envuelva con el color azul.


La Razón – Opinión

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