miércoles, 12 de octubre de 2011

Hasta aquí llegó la riada


Una buena parte de los artículos que ven publicados aquí, pueden leerlos directamente en:

Libertad Digital – Opinión

ABC – Opinión

El País – Opinión

La Razón – Opinión

Periodista Digital – Opinión

El Confidencial – Opinión

A partir de ahora me dedicaré a disfrutar de mi jubilación, a pasear y a leer libros sentado en algún banco del paseo de mi pueblo de adopción. Ya me he comprado el uniforme: Chandal y deportivas. Y si hace mal tiempo en el 'cuarto de estar' de mi casa, con buena música e Internet.

Cierro los comentarios, porque también tiene guasa de que reciba un montón de correos, en su mayoría 'ácidos' contra los autores republicados aquí, en vez de dirigirlos al periódico original, de los que siempre estuvo el enlace.

En fin, gracias y les deseo a todos lo mejor. Un cordial saludo.
SixTarta.

martes, 11 de octubre de 2011

Paz sucia. La paz como chantaje. Por Guillermo Dupuy

No sé si, como Ardanza afirma, Rajoy tiene "un talante mucho más favorable para pasar esta página desgraciada". Lo que sé es que existe la suicida tentación de llamar "paz" al chantaje y "pasar pagina" a la impunidad.

Ya he dicho en ocasiones anteriores que esperaré a que ETA nos anuncie su arrepentimiento y su incondicional e irreversible disolución para plantearme si la organización terrorista nos hace trampas. Mientras tanto me sigue y seguirá preocupando las trampas que hace buena parte de la clase política y mediática de nuestro país presentándonos los chantajistas comunicados de tregua de la banda -así como los no menos chantajistas pactos de sus voceros en pro de la autodeterminación y de la amnistía-, como si de la derrota del terrorismo se tratara.

En cualquier caso, ya tenemos buena prueba de qué falsa y chantajista "paz" es la que podemos esperar de ETA viendo cómo nos la presentan no sólo los terroristas: así, el diario Deia, órgano oficioso del PNV, planteaba el pasado 30 de septiembre lo siguiente: "Si se confirma lo que la mayoría de las encuestas predicen, el 20 de noviembre puede abrir el tiempo del PP en el Gobierno español. Y Rajoy puede no ser refractario a la tentación de acometer el final de la banda a través de la detención del centenar de activistas que, según el Ministerio de Interior, siguen operativos y de alguna manera identificados y localizados. Los riesgos de una actuación de este tipo serían altos y los miembros del grupo de verificación son conscientes de ello. Cualquier error en las detenciones podría desencadenar una respuesta militar de ETA y un retraimiento de posiciones entre sus bases, lo que podría acarrear una vuelta en el proceso hacia postulados ahora en vías de superación".


Ya ven. A los terroristas Deia los llama "activistas"; a su actividad criminal, "respuesta militar". Al mismo tiempo, el diario nacionalista vasco presenta el deber moral, político y legal de detener a los etarras que siguen prófugos de la Justicia como algo pecaminoso, como una "tentación", o cuanto menos un "error". Si ya resulta bochornoso que así se denigre lo que no es sino una permanente e irrenunciable exigencia de cualquier Estado de Derecho, peor aun es que se le acuse de desencadenar una respuesta militar –léase criminal- por parte de ETA.

Lo cierto es que yo, como Deia, también creo que ese riesgo existe pero no porque los etarras hayan abandonado o estén en "vías de superar unos postulados" de violencia, sino, muy al contrario, porque siguen instalados en la lógica del chantaje. Un chantaje que, diga lo que diga Deia, no solo pasa por conceder impunidad a los terroristas que siguen en libertad, sino por dar pasos a hacia la "amnistía total" de los que ya están en prisión, tal y como nos exigen los comunicados de alto el fuego o el Pacto de Guernica. Eso, sin olvidar la neutralización de la Ley de Partidos y la negociación de un "nuevo marco juridico-político" que contemple el mal llamado derecho de autodeterminación.

Yo no sé si Rajoy cumplirá su deber de detener a los terroristas que quedan en libertad, o por el contrario, mostrará, tal y como apuntaba este lunes Ardanza con envilecida esperanza, "un talante mucho más favorable para pasar esta página desgraciada". Lo que sé es que existe la suicida tentación de llamar "paz" al chantaje y "pasar pagina" a la impunidad. Una tentación en la que muchos ya han caído.


Libertad Digital – Opinión

Desparrame sentimental. Por J. A. Gundín

Mal que le pese a Rubalcaba, el verdadero lastre electoral del PSOE no es Zapatero ni su legado de escombros, sino el vacío ideológico y moral que arrastra desde que Felipe González dejó las siglas hechas unos zorros hace 15 años. Si el partido se desliza hacia el despeñadero no es por falta de líderes avezados, sino de discurso; no porque carezca de feligreses, sino de fe. Sus recetas son rancias, su crédito intelectual está agotado y por el camino ha extraviado su carné de identidad: lo que pueda diferenciar a la socialdemocracia del centro derecha se reduce a los gustos decorativos, al papel pintado de la pared, no a las cañerías ni los tabiques de la casa. En las elecciones de mayo no fracasaron sus candidatos, naufragó la nave entera porque no tenía nada que ofrecer que el PP no pudiera hacer mejor y más barato. Los socialistas quisieron refundarse con aquel experimento llamado Nueva Vía, en el año 2000, pero cayó sobre ellos la peor de las maldiciones: llegaron demasiado pronto al poder sin haber curtido el ideario ni bruñido los principios. La intuición suplantó a la planificación, la imagen a la reflexión, el eslogan al razonamiento, la sonrisa a la idea y el «buen rollito» a la verdad desnuda. La realidad era secundaria; lo importante era cómo se contaba. Es lo que Santiago González ha llamado con gran sagacidad el «desparrame sentimental», expresión que define con exactitud la era zapaterista. En su excelente libro «Lágrimas socialdemócratas», imprescindible para comprender por qué al PSOE le aguarda la debacle el 20-N, González exhuma con tenacidad de arqueólogo la retórica dominante del socialismo, sus frases rotundas y sus latiguillos de polideportivo. Lo que aflora es el esqueleto del delito: un adanismo de vía estrecha, el buenismo adolescente, la simpleza intelectual y el riego emocional por aspersión. Más que unos gobernantes parecían un club de fans en pleno desparrame, así que cuando la crisis asomó la jeta por el escenario, la despacharon con displicencia como otra maniobra de la derechona. El espejismo duró hasta que Obama y Merkel mandaron quitar la música. Y vinieron los llantos, las «lágrimas socialdemócratas», y el desgarro sentimental de la madre incomprendida: «Me he dejado la piel por todos vosotros». Habría bastado con que hubiera dejado el Gobierno hace tiempo.

La Razón – Opinión

Indignados. Qué raritos son los guiris. Por Cristina Losada

A quién se le ocurre tratar a unos activistas, que albergan en su corazoncito las mejores intenciones, como a unos vulgares rateros. Sí, ese tipo de abusos sólo se dan en ciertos países muy raros, que tienen a gala hacer cumplir la ley.

Escribió Ángel Ganivet que, en la Edad Media, España estuvo a dos pasos de realizar su ideal jurídico, que era aquel que pondría en el bolsillo de cada español una autorización para hacer lo que le diera la gana. Como si quisieran corroborar, ciento y pico años después, la observación del pensador granadino, los indignados españoles creen llevar en la mochila un permiso para acampar donde les plazca. Y bien, por qué no iban a creerlo, si aquí se procedió como si gozaran de una licencia tan singular. Máxime cuando además de la carta blanca que les selló el Ministerio del Interior, los discípulos del abuelo Hessel se sienten portadores de un salvoconducto moral que les faculta para saltarse leyes y normas. Se han criado en el sobreentendido progre de que la obligación que rige para el común de los ciudadanos no afecta de ningún modo a quienes quieren "un mundo mejor" y "cambiar las cosas".

Resulta, sin embargo, que los permisos y salvoconductos que fueron tan eficaces en España, carecen de validez universal y, así, en Bruselas, la avanzadilla de una marcha "por un cambio global" –y dale con el cambio– fue desalojada del parque que pretendía ocupar. Incluso, vaya exceso, hubo detenciones. Y hasta perros, qué crueldad. Aún peor, la Policía belga sólo concedió una única botella de agua mineral para todos los que hubieron de pernoctar en comisaría. Con razón han denunciado los indignados el despiadado racionamiento del líquido. Es una clara vulneración de los derechos humanos y una de similar gravedad a la que sufrió un dirigente español de Greenpeace en Dinamarca. Aquel que tras ser arrestado por irrumpir en un banquete oficial, hubo de soportar largos días de cárcel en compañía de "delincuentes comunes". Aunque, mira por dónde, gracias a la horrible experiencia en las prisiones danesas se considera más que cualificado para presentarse a las elecciones.

A quién se le ocurre tratar a unos activistas, que albergan en su corazoncito las mejores intenciones, como a unos vulgares rateros. Sí, ese tipo de abusos sólo se dan en ciertos países muy raros, que tienen a gala hacer cumplir la ley y aplicarla a todos por igual. Para mayor rareza, la prensa belga apenas le ha dedicado unas líneas a la peripecia de esos indignados. Qué contraste con la constante y afectuosa atención que les prestan nuestros medios gubernamentales y que constituye su salvoconducto primordial. ¿Será que el papanatismo termina en los Pirineos?


Libertad Digital – Opinión

Duran i Lleida pagará en las urnas su insensata soflama. Por Antonio Casado

El representante en Madrid del nacionalismo catalán que llaman moderado, Josep Antoni Duran i Lleida, no se desdice de su soflama. El eterno número dos de CiU endosó a los andaluces el vicio de gastarse en los bares el dinero solidario de los catalanes (parte alícuota de Cataluña en las subvenciones del PER a jornaleros andaluces y extremeños).

Ayer balbuceó algunas aclaraciones suplementarias y lo puso peor. Exculpa a los andaluces y desvia la pedrada hacia quienes subvencionan sus horas muertas en las barras de los bares. Es decir, al Estado. “No voy contra los andaluces sino contra un Gobierno que no encuentra salida para quienes no tiene trabajo”, dijo el portavoz de CiU en el Congreso.

La lógica exculpatoria de Duran choca con la lógica de la realidad. Nadie ha superado en contundencia al PP a la hora de arremeter contra un Gobierno socialista incapaz de generar puestos de trabajo. Sin embargo, no puede ser más significativa su coincidencia con el PSOE -y con IU, cuyo líder andaluz, Diego Valderas, ha llegado a hablar de “xenofobia”-, a escala nacional y a escala andaluza. Todos entienden que las palabras de Duran son injustas y vejatorias.


Muy evidente debe ser la causa que pone del mismo lado al PP y al PSOE en plena campaña electoral. Es la causa de la dignidad herida del pueblo andaluz. Pero, al mismo tiempo, sólo el hecho de estar en campaña, con intereses encontrados en los dos aspirantes a la Moncloa, Rubalcaba y Rajoy, genera un desigual aprovechamiento de este feo episodio.
«Muy evidente debe ser la causa que pone del mismo lado al PP y al PSOE en plena campaña electoral. Es la causa de la dignidad herida del pueblo andaluz.»
Ha sido innumerable el desfile de señaladas voces socialistas que han competido en la lapidación verbal de Duran i Lleida. Como el ex vicepresidente del Gobierno y número uno del PSOE por Sevilla en las elecciones del 20-N, Alfonso Guerra, con su inefable apelación a los “descamisados” frente a los que viven a cuerpo de rey en el Palace. O la calculada identificación de los nacionalistas de CiU con los nacionales del PP que, según la ministra de Defensa y cabeza de lista por Barcelona, Carme Chacón, “son como dos gotas de agua”.

Más parcos han estado los dirigentes del PP. Dentro de nada podrían necesitar como costaleros parlamentarios a los diputados pastoreados por Duran i Lleida. Y no conviene ir más allá de lo que ha ido el líder del PP andaluz, Javier Arenas, que se limita a calificar de “profundamente desafortunadas” las declaraciones de Duran y le pide una rectificación. Se supone que votará a favor de la reprobación presentada ayer por los socialistas en el Parlamento de Andalucía.

Mala cara debe haberle visto Duran a los sondeos si necesita apelar a la parte más mezquina del votante nacionalista. Pero los nervios le han jugado una mala pasada porque lo que haya podido arañar fijando votos nacionalistas es mucho menos que lo que ha regalado en votos a los partidos de ámbito nacional -“eso que ustedes llaman nacional", diría Duran- con sus irresponsables declaraciones.


El Confidencial – Opinión

Crisis.Madrid, una lección para Cataluña. Por Emilio J. González

Quien siembra vientos recoge tempestades, que es a lo que se ha dedicado Cataluña en los últimos años. Y si quieren prosperar, que tomen ejemplo de lo que se hace en Madrid, por muy duro que les pueda resultar a su orgullo.

Los políticos y los medios de comunicación catalanes se han lanzado a una nueva campaña de victimismo a tenor de la catastrófica situación financiera de la Generalitat, que la lleva a desatender servicios básicos como la sanidad mientras sigue dilapidando los recursos públicos en promover el nacionalismo a toda costa. Lejos de realizar el necesario ejercicio de autocrítica, estos personajes se dedican a criticar al resto de España mientras el Ejecutivo autonómico se las tiene que ver con unas cuentas públicas que no cuadran ni a martillazos, sin tener en cuenta que en otras autonomías, como Castilla-La Mancha, Baleares o la Comunidad Valenciana sus líderes están tomando decisiones drásticas ante la calamidad de su situación financiera. Pero, claro, si se fijaran en lo que se hace en otras regiones no podrían levantar la bandera del victimismo para que vengan otros a arreglarles los problemas que se han creado ellos solitos. Quizá deberíamos enviarles un ejemplar del informe Situación Económica y Social de la Comunidad de Madrid 2010, que el Consejo Económico y Social madrileño ha presentado este lunes, porque dicho documento contiene las claves de por qué Madrid va bien y Cataluña no, por mucho que las comparaciones les resulten odiosas a los catalanes.

Los datos del informe, sin embargo, no admiten lugar a discusión. Por ejemplo, Madrid, con un millón menos de habitantes que Cataluña, aporta al PIB nacional casi lo mismo que los catalanes. De ello se deriva que el PIB per cápita de los madrileños (21.834,8 euros) es claramente superior al de Cataluña (19.541,8). Por supuesto, desde Cataluña siempre se dirá que esto se debe a que la Comunidad de Madrid disfruta de una renta de capitalidad que ellos no tienen, y el mismo argumento emplearan para explicar por qué el 75% de la inversión extranjera en 2010 se concentró en Madrid, o por qué el 24% del total de empresas que se crearon en España fue en esta región. Pretender agarrarse a esa excusa, sin embargo, es un ejercicio de negación de la realidad. Si Madrid está económicamente mejor es porque aquí se aplican políticas liberalizadoras, como en materia de comercio, mientras en Cataluña predomina el proteccionismo. Si Madrid prospera es porque es una comunidad abierta que no expulsa a las empresas con sus políticas de inmersión lingüística ni con sus manifestaciones secesionistas. Si, por todo ello, la economía madrileña crece más y genera más empleo, también contará con más recursos para financiar su gasto público. Si, por último, el Ejecutivo de Esperanza Aguirre se dedicó a recortar el gasto público desde que empezó la crisis en 2007 mientras que otros han seguido tirando alegremente de chequera, porque para eso ya estaba Zapatero dispuesto a darles todos los dineros que quisieran, y ahora se encuentran con que no hay recursos porque las arcas del Estado están vacías, es problema suyo. Quien siembra vientos recoge tempestades, que es a lo que se ha dedicado Cataluña en los últimos años. Por tanto, que se dejen de criticar a los demás y apechuguen con las consecuencias del problema que ellos solitos se han creado. Y si quieren prosperar, que tomen ejemplo de lo que se hace en Madrid, por muy duro que les pueda resultar a su orgullo.

Libertad Digital – Opinión

Defensa y ciudadanía

La ausencia de una conciencia clara de defensa nacional y la tradicional y forzosa disciplina militar han velado hasta ahora el conocimiento de la difícil situación en la que viven nuestras Fuerzas Armadas, según se puso ayer de manifiesto en una mesa redonda celebrada en nuestro periódico. No somos conscientes de una realidad que comienza a ser alarmante y afecta con especial relevancia a nuestras misiones en el exterior. Los españoles disfrutamos de unas Fuerzas Armadas profesionales, modernas y capaces, que han llevado y llevan la marca España por todo el mundo con espectaculares resultados. A su preparación, profesionalidad y sacrificio se debe que el nombre de España sea un valor en alza entre los ejércitos extranjeros y que figuremos como el quinto país por su peso real en la OTAN. Y también entre la población civil de las zonas donde han tenido que actuar: son ya más de 135.000 los militares que han participado en misiones en el exterior y resulta gratificante que no se haya producido ni un solo caso de abusos sobre civiles, o actuaciones como las que han llenado de vergüenza a otros ejércitos. Sin embargo, las carencias presupuestarias son ya críticas y a los recortes debidos a la crisis económica se suman los aplicados desde una miope política de Defensa que no ha sido ajena a la tradicional demagogia antimilitarista que impera en parte de la clase política, sobre todo en la izquierda. Con todo, y a pesar de que el presupuesto es insuficiente para cumplir con las misiones que el Gobierno y el Congreso encomiendan a nuestros militares, es mucho más grave la crisis que supone la inexistencia de una conciencia de defensa nacional. Sin ella, es difícil que la ciudadanía pueda asumir que la Defensa es cosa de todos y cada uno de nosotros y que el papel que la Constitución reserva a las Fuerzas Armadas resulta esencial para asegurar la libertad y el Estado democrático de Derecho. La misión de los ejércitos está estrechamente ligada a nuestra seguridad, pero sin olvidar su papel como elemento de vertebración y solidaridad nacional. Los militares españoles viven hoy los efectos de una mala política, aunque son capaces de superar muchas de las minusvalías que impone el ahorro presupuestario, e incluso trabajar lealmente con una legislación bajo sospecha de inconstitucionalidad sobre la carrera profesional. Sin embargo, no pueden hacer frente a la incomprensión de parte de una sociedad que carece de una cultura de defensa nacional y demoniza los «gastos militares» desde la ignorancia partidista. La creación de esa conciencia nacional, de una cultura imprescindible de lo que significan realmente los ejércitos y la Armada, es una de las grandes asignaturas pendientes que arrastramos desde la Transición democrática. Y no basta con el homenaje anual en el desfile de la Fiesta Nacional, o con operaciones de imagen al estilo de la creación de la UME, sino que es preciso explicar a la ciudadanía, y hacerlo desde la escuela primaria a la universidad, lo que hoy suponen las Fuerzas Armadas para España. Y que son la garantía de su futuro.

La Razón – Editorial

En el filo de la navaja

Disolverse es lo que ETA puede hacer por sus presos para que la sociedad acepte su reinserción.

Cuando ETA asesinaba a razón de un muerto a la semana, uno de sus dirigentes "históricos", Peixoto, aclaró en una entrevista el significado auténtico de la consigna de amnistía. Significa que "el Gobierno español reconozca que la lucha que hemos mantenido (...) ha sido correcta y que en cambio la represión que se ha desplegado contra nosotros ha sido injusta". Mucho han cambiado las cosas desde 1982, pero los presos de ETA han vuelto a invocar la amnistía en su adhesión a la Declaración de Gernika, y la hipótesis de un próximo anuncio de retirada de ETA ha suscitado debates sobre el significado actual de esa consigna. Asunto que parece ser motivo de discrepancia entre los principales partidos interesados en un final de ETA sin contrapartidas políticas: PSOE, PP y PNV.

La Constitución contempla la facultad real de ejercer el derecho de gracia "con arreglo a la ley", precisando que esta no podrá "autorizar indultos generales". La diferencia entre amnistía e indulto es que la primera implica anular no solo la pena sino el delito. Por tanto, suele admitirse que si no puede haber indultos generales, menos podrá haber amnistías generales. Pero es un tema que algunos juristas discuten.

Sin embargo, incluso si en teoría fuera posible, sería inadmisible aplicarla a los condenados de ETA. Borrar el delito puede tener sentido tras una dictadura. Aplicarlo ahora sería volver a la doctrina Peixoto: la justificación del terrorismo como una opción política "correcta".


La cuestión sería, por tanto, si son posibles medidas de gracia no generales, y en qué condiciones. En el caso de la autodisolución de ETA (pm), se forzó bastante la ley pero fueron medidas individuales, no un indulto general. Por otra parte, durante años se intentó convencer a los de ETA de que aceptaran un acuerdo en términos de paz por presos, y no, como planteaban ellos, de paz por alternativa KAS, o sea Navarra y autodeterminación.

Esto caducó definitivamente con la bomba de la T-4, y las asociaciones de víctimas, con fuerte apoyo ciudadano en esto, se han convertido en barrera contra cualquier vuelta a aquella fórmula. Sin embargo, tiene fundamento el argumento reciente del exlehendakari Ardanza: "Una vez que desaparezca ETA (...) mientras haya presos de ETA en las cárceles el problema no se habrá resuelto". Es decir, no sería un fin irreversible. Pero también hay experiencia de que si se les ofrecen medidas de gracia lo consideran un derecho y pasan a exigir la negociación política.

Estamos en el filo de la navaja. Las medidas de gracia solo serán posibles, venciendo las lógicas resistencias sociales, cuando se evidencie que el fin de ETA es irreversible. Pero ETA se niega a dar ese paso sin medidas de gracia. Probablemente la clave será que los de Otegi logren convencer a los de las pistolas de que lo que pueden hacer por sus presos es disolverse, para que empiecen a correr cuanto antes los plazos necesarios para que la población acepte medidas de reinserción y de gracia.


El País – Editorial

Duran, un “ministro” contra los andaluces

Con el gobierno de CiU enfrascado en manejar la herencia del tripartito a base de recortes en servicios sociales, la posibilidad de que el electorado castigue duramente a los nacionalistas ha provocado un arrebato anti-españolista del templado Duran.

El representante de Convergència i Unió en Madrid, Josep Duran Lleida, se jacta siempre que tiene ocasión de ser uno de los políticos mejor valorados en las encuestas. El tradicional papel de bisagra que ejerce su formación en Madrid le otorga una magnífica valoración por parte de los electores socialistas, mientras que sus movimientos mediáticos le garantizan un apoyo que en no pocos casos consiste en atribuirle un papel moderador en el nacionalismo catalán y las dosis de realismo que relativizan la grandilocuencia primero de Pujol y ahora de Artur Mas. Sin embargo, el discurso de Duran ha experimentado pocas variaciones desde su irrupción en política, hace más de dos décadas, y ha encajado siempre en la más pura ortodoxia nacionalista.

Ahora, con el gobierno de CiU enfrascado en manejar la herencia del tripartito a base de recortes en servicios sociales, la posibilidad de que el electorado castigue duramente a los nacionalistas ha provocado un arrebato anti-españolista del templado Duran que ha llevado a los socialistas a reprobarle en el parlamento andaluz. Sus ataques a los andaluces a cuenta de subsidios como el del PER, reiterados en los últimos días y aliñados al final con genéricas quejas sobre la cultura del subsidio, pretenden agrupar el voto de Esquerra Republicana, de los nacionalistas más radicales y de todos aquellos que creen, tras enormes campañas en los medios de comunicación que controla la Generalidad, que los catalanes pagan impuestos para que se los gasten los andaluces. Con esa insidia y otras de parecida naturaleza, CiU pretende forzar un pacto fiscal con el Estado y presentarse ante los electores catalanes como una fuerza decisiva para acabar con un supuesto expolio a Cataluña. Esta estrategia es tan vieja como peligrosa, puesto que lo primero que consigue es enfrentar artificialmente a una parte de los catalanes con el resto de España y no es precisamente ese papel de agitador del que presume Duran, cuyas declaraciones se parecen más a las que acostumbra a hacer el ultraderechista Josep Anglada contra los inmigrantes que a las de un político que no ha ocultado sus ganas de ser ministro del Gobierno del Reino de España, a poder ser de Exteriores.

La deriva radical de Duran puede contribuir a que el desplome de Convergència no sea tan agudo como hacen prever algunas encuestas y el descontento generalizado con su política de mantener las embajadas y dejar de pagar a las residencias de ancianos. Tal vez le sirva también para desviar la atención sobre las quejas de pacientes que ven peligrar sus tratamientos mientras la Generalidad mantiene intacta la plantilla de TV3 con un recorte pactado de sueldos del cinco por ciento, entre otras muchas partidas superfluas incluso antes de la crisis. Sin embargo, su credibilidad moderantista ha quedado hecha trizas al tiempo que ha destapado el pensamiento real de CiU sobre el resto de España. Quien quiera seguir contemplado a los nacionalistas catalanes como una formación constructiva deberá buscar nuevas argumentaciones para sostener una realidad que no existe, pese al despliegue de medios.


Libertad Digital – Editorial

lunes, 10 de octubre de 2011

La muñeira de Pepiño. Por Iñaki Ezkerra

Rubalcaba ha ido a Lugo a comer pulpo con Blanco y a decirles a los padres de éste que tienen «un hijo honesto». No es a los padres de Blanco a los que hay que convencer de semejante cosa pues no hay padre que piense mal de su hijo. Ni madre. La de Roldán también tenía de éste un alto concepto que consta en las hemerotecas ya que no en los juzgados. Los padres y las madres tienden a pensar que, si su hijo ha hecho una barrabasada, es por culpa de las malas compañías. La compañía de Pepiño es Rubalcaba y no resulta muy tranquilizadora. Pocos partidos pueden presumir de tener unos líderes tan metidos en malos pasos y malos casos como el «Faisán» y el «Campeón».

Dos «amistades peligrosas» porque los dos van de sucesores de Zapatero. Cada uno quiere lo que quiere el otro y tiene para el otro preparadas la pala de enterrador y la lápida de la defunción política. El candidato sueña con ser campeón en las elecciones y el «Campeón» sueña con ser candidato a la Secretaría General después de que el candidato se la pegue el 20-N. Los dos están en los mismos umbrales de los tribunales y el abrazo que se han dado en Lugo no es el del oso sino el de los osos. «Ay Pepiño, adiós, no te vayas a ahogar en la playa» dice una famosa muñeira un tanto ambigua, pues no se sabe si le despide o le retiene. Es la que le canta Rubalcaba a un Blanco que a su vez le abre los brazos pero no los cierra. La impresión que dan esos dos comiendo pulpo a la gallega es que en ese restaurante de Lugo se han juntado el hambre con las ganas de comer.


La Razón – Opinión

Regeneración. El problema es el PSOE. Por Emilio Campmany

Se impone otra izquierda, pero, para tenerla, hace falta que el PSOE se dé dos batacazos, éste que se va a dar ahora, y otro que lo borre del mapa y lo sustituya una izquierda, no ya moderna, que es cosa que se figura imposible, sino nacional.

España, muy a pesar de sus políticos, se dirige hacia un período constituyente. El invento que llamamos Estado de las autonomías ha quebrado. En el futuro podremos discutir si era o no políticamente deseable, pero de lo que no cabe duda es de que no podemos pagarlo. De forma que, por muy contentos que puedan estar en La Rioja o Cantabria de tener sus propias cámaras legislativas, por muy felices que sean en Murcia o Asturias de disfrutar de sus propios ministros, resulta que no hay dinero con qué financiarlos.

Tendremos que tomar muchas y muy graves decisiones, como la de si tienen que seguir disfrutando de la autonomía aquellas regiones donde hay nacionalistas o si, para que todos seamos iguales, hay que liquidar las Comunidades Autónomas incluso allí. Habrá que quitarles a vascos y navarros el chollo del concierto económico y ver cómo les sienta. Y mil cosas más que habrá que hacer.

Ya no es cuestión de si el PP quiere o no quiere hacerlo porque ocurre que no tendrá más remedio. Somos como esa familia venida a menos que ya no puede vivir en La Moraleja o Pedralbes y sólo le queda la libertad de decidir si se traslada a Parla o a Fuenlabrada, o a Santa Coloma de Gramanet o a Badalona. Para tal viaje no estaría mal que se deshiciera de los políticos que, por lo que sea, visten la imagen del despilfarrador. Se han quitado de encima a Camps y no estaría mal que hicieran lo propio con Gallardón. Pero no es lo esencial.


Lo esencial es que, aunque el PP llegara a obtener 200 escaños, hazaña sólo al alcance del mastuerzo de Rubalcaba, es una reforma que los populares no pueden hacer solos. Se puede, y se debe, prescindir de los nacionalistas, que han traicionado el consenso constitucional de 1978. Pero la derecha no puede hacer esa reforma, económicamente ineludible, sin el concurso de la izquierda. Y lee uno los cabezas de lista que presenta el PSOE y se figura imposible ir a ninguna parte con gente como Leire Pajín, José María Barreda, Trinidad Jiménez, Jesús Caldera, Francisco Caamaño, Odón Elorza o Rosa Aguilar. El Grupo Parlamentario socialista en el Congreso de los Diputados va a ser de este estilo. Ya me dirán qué regeneración puede emprenderse con gente como esta viajando en el mismo vagón.

Se impone otra izquierda, pero, para tenerla, hace falta que el PSOE se dé dos batacazos, éste que se va a dar ahora, y otro que lo borre del mapa y lo sustituya una izquierda, no ya moderna, que es cosa que se figura imposible, sino nacional, esto es, interesada principalmente en el bien de la nación. Y no hay tiempo para eso porque los acreedores aporrean la puerta principal y los lobos ladran al otro lado de la de servicio. Y es que el PSOE, por no hacer nada bien, ni suicidarse sabe con eficacia.


Libertad Digital – Opinión

Rajoy, sin propuestas. Por José Luis Gómez

Mariano Rajoy parece llamado a ser mejor presidente que candidato y para que no quepan dudas tampoco en la convención de Málaga dio pistas de su glamour como aspirante. Rajoy apeló a la concordia -"quiero ser el presidente de todos los españoles, no solo de los militantes del Partido Popular", dijo con énfasis- pero no concretó sus propuestas, lo cual solo cabe interpretar como una manera de no asustar a nadie y de sumar a cuantos más, mejor. La previsible victoria del PP el 20-N -Rajoy se muestra, de hecho, como si ya hubiera ganado las elecciones- da pie para que se hable más de ministrables, empezando por Gallardón, que de programa de gobierno.

El objetivo del PP no es otro que obtener la mayoría absoluta, a sabiendas de que probablemente tendrá que tomar decisiones duras, como ya hizo Zapatero en su segunda legislatura. Es lo que hay, y lo que hay en España hoy es muy poco: poco trabajo, poco dinero y poco margen de actuación.

En la convención programática sin programa hubo buenos propósitos pero no soluciones concretas a los problemas de España, ni menos aún promesas. Mariano Rajoy trata de llegar a la Moncloa con las manos libres, de manera que haga lo que haga nadie le pueda reprochar nada. Es comprensible en su papel de líder electoral, incluso puede explicarse en parte como producto de su desconocimiento de posibles realidades ocultas, pero no por ello deja de constituir un importante déficit político del PP y a este paso del conjunto del país.

Claro que el candidato del PSOE, Rubalcaba, tampoco va más allá que Rajoy cuando dice que si los españoles le dan su confianza, lo primero que hará será sumar a todos en un pacto por el empleo. A unos y otros les cuesta decir lo que nadie quiere oír: el ajuste puede hacer necesario subir los impuestos y rebajar los salarios. El día que sepamos que hará el futuro Gobierno con el IVA y el IRPF sabremos hasta qué punto se mantendrá el Estado de bienestar.


Periodista Digital – Opinión

Dorribo, el hombre que terminará de hundir a Rubalcaba. Por Federico Quevedo

El pasado 24 de mayo el empresario lucense Jorge Dorribo viajaba en uno de sus coches en compañía de un empleado suyo que hacía las veces de conductor. No iban lejos. De hecho, viajaban con lo puesto y unos 3.000 euros encima. Como mucho, les daba para huir una semana a Santiago de Compostela. Aún así, y sin que ellos los supieran, la magistrada Estela San José había ordenado su detención inmediata por riesgo de fuga. Dorribo y su acompañante fueron interceptados por un vehículo camuflado de la Policía Nacional. Tanto es así que, en un primer momento, el empresario pensó en un secuestro, hasta que empezó a ver a policías armados hasta los dientes que los sacaron del coche y, tras tumbarles en el suelo, los registraron y esposaron para conducirlos ante la jueza. A la misma hora, otro grupo de policías detenía a la esposa del empresario, que en ese momento llevaba a su hija al colegio. La escena se repitió entre los gritos y sollozos de la niña y las súplicas de la madre para que la permitieran llevarla hasta la escuela. Al final, la niña se vio obligada a llamar por teléfono a la asistenta familiar para que la recogiera.

La acción contra Dorribo y otras seis personas más se enmarcaba en la llamada ‘Operación Campeón’, una investigación sobre presuntos delitos de cohecho, prevaricación y fraude fiscal -facturas falsas de IVA- que afectaba a varios empresarios y al Instituto Gallego de Promoción Económica, y que abarcaba desde tiempos del Bipartito hasta la actualidad. Entre los detenidos se encontraba el responsable del organismo, Joaquín Varela, y otros directivos. Todos ellos dimitieron por orden expresa del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. El día 25, Dorribo prestó declaración ante la juez y negó todas las acusaciones que sobre él pesaban, tras lo cual ingresó en prisión. Pero cada día que pasaba, lejos de su familia y de su entorno, Dorribo se iba hundiendo hasta que no aguantó más y aconsejado por su abogado, Ignacio Peláez –al cual accedió por el consejo de unos amigos que nada tenían que ver con el PP ni con Gürtel ni con nada de todo eso-, cantó La Traviata.


Debió de ser enorme la sorpresa de la juez cuando en la declaración del empresario se empezó a encontrar con personajes sobre los que hasta ese momento no había sospecha alguna, entre ellos nada menos que todo un ministro de Fomento y portavoz del Gobierno, el también lucense José Blanco, al que Dorribo dijo haber entregado 400.000 euros a cambio de unas gestiones. ¿Qué gestiones? Para entender esto es necesario saber de quién estamos hablando. Jorge Dorribo no era nadie o, dicho de otro modo, era un don nadie que intentaba a duras penas levantar una pequeña empresa químico-farmacéutica sin mucho éxito. Hasta que, de pronto, descubrió y desarrolló un aceite que permitía la conservación de prendas de piel guardadas durante el verano.

A partir de ahí, Nupel empezó a crecer hasta convertirse en una compañía importante, sobre todo en la comercialización de unidosis farmacéuticas, un negocio para el que necesitaba contar con la colaboración de administraciones públicas favorables a los productos genéricos. Había conseguido trabajarse bien a la administración gallega durante los tiempos del Bipartito y mantenía una buena relación con la Xunta del PP, pero quería más. Y nadie mejor para echarle una mano que otro gallego, también de Lugo como él, y con un puesto destacado en el Gobierno y en el Partido Socialista.

¿Cómo llegar hasta José Blanco? No le costó mucho. Lo primero que hizo Dorribo fue despedir a la empresa que se ocupaba del mantenimiento de la planta de Nupel y contratar a Manuel Bran, un ‘manitas’ de la zona, experto en chapuzas y, a la sazón, primo político de Blanco. A partir de ahí, llegar hasta el ministro de Fomento fue fácil. Se vieron unas cuantas veces y Blanco empezó a frecuentar al empresario, hasta el punto de que testigos presenciales le han visto entrar y salir de la casa de Dorribo en Lugo a la hora de la cena… Quizá no eran amiguitos del alma, pero había algo más que un mero encuentro fortuito, de otro lado a Blanco nunca se le hubiera ocurrido citarlo en una gasolinera. ¿Qué quería Dorribo? Pues es bien sencillo: que Blanco intercediera ante la ministra de Sanidad, Leire Pajín, para facilitar los negocios de Nupel. Y si para ello había que ser generosos, Dorribo era -es- un hombre acostumbrado a serlo, más allá de la austeridad familiar -aunque no ha podido resistir la tentación de adquirir un barco y una pequeña aeronave-.

¿Qué puede ocurrir ahora? Lo cierto es que el secreto del sumario sigue activo, pero de alguna manera su contenido ha llegado a los medios de comunicación y es más que probable que en los próximos días José Blanco se encuentre con más sorpresas en las portadas. Sorpresas desagradables. Si fuera coherente con lo que él mismo ha exigido a los demás -sobre todo al PP- en situaciones parecidas, debería dimitir. Pero no lo va a hacer porque sabe que eso supondría perder el aforamiento, la única tabla a la que puede agarrarse en el futuro. Mientras tanto, va a ser una carga muy pesada para la campaña de un candidato que parte con todas las de perder. Un candidato que alguna vez creyó que le amargaría el dulce a Mariano Rajoy con el ‘caso Gürtel’, y que ahora ve como el destino le paga con la misma moneda a cuenta de la des-honestidad del hombre al que hace un año ligó su propia suerte: Pepiño Blanco.


El Confidencial – Opinión

Candidatos. Por José María Marco

Como aquí el Partido Socialista, Obama y su equipo han decidido apostar por una precampaña dirigida a la parte más extrema de su electorado, a las minorías y, ahora, a los indignados norteamericanos, aún más ridículos, si cabe, que los nuestros.

La decisión contrasta con el estilo de la campaña del 2008, cuando los demócratas vertían sobre los electores eslóganes balsámicos e insignificantes, destinados a recoger un sufragio lo más amplio posible. Indica, como en el caso español, un notable grado de desesperación e incluso una punta de pulsión suicida que no augura nada bueno para el estado de salud, por así decirlo, de Estados Unidos.

Por eso no ha sido buena la noticia de que Chris Christie se retiraba de la carrera para la candidatura republicana. Christie es el gobernador de New Jersey, hombre arquetípico de un Estado caracterizado por su voluntad de atenerse a la realidad de los hechos, por su claridad, su franqueza… su prosaísmo, se podría decir, frente a los altos vuelos líricos, tan inanes y zapaterescos, del actual presidente. Nada de eso impide a Christie tener posiciones propias en muchos aspectos. Tal vez por su apego a la realidad de las cosas, Christie es un hombre moderado, centrista, dialogante y nada dogmático.

Ha sido eso, sin duda, lo que le ha llevado a retirarse de la carrera electoral. Las bases republicanas están exasperadas por la política de Obama, y responden al estímulo con una dosis extra de radicalismo. Sin embargo, lo que sirvió para movilizar al electorado en 2010, cuando el Partido Republicano parecía a punto de colapsarse, no sirve para elegir una figura de significado tan universal, en cierto sentido, como es el presidente. Christie parecía hecho a propósito para conseguir este sufragio.


Por otro lado, frente a la capacidad de destrucción de los soñadores hace falta alguien capaz de presentar una gran idea, un horizonte de cambio que devuelva la confianza a la gente. Desde esta perspectiva, Rick Perry, gobernador de Texas, presenta algunas bazas notables que empañan las salidas de tono excéntricas que le enajenarán a los electores más templados: una de las bazas del Tea Party fue no meterse en asuntos morales. Mitt Romney, el antiguo gobernador de Massachussets, parece ahora el más presidenciable, pero tiene un perfil tecnócrata que no acaba de hacer de él un candidato verosímil en un país en el que el presidente tiene que suscitar la identificación de sus compatriotas. Quizás el hispano Marco Rubio, como vicepresidente, pueda echarle una mano, y así se va preparando para cuando los hispanos volvamos a tomar toda América.

Va emergiendo Herman Cain, modelo del hombre hecho a sí mismo, empresario de éxito, con los pies en el suelo y capacidad para infundir confianza. Es cierto que Cain carece de experiencia política, pero eso mismo, en un momento en el que se requiere cambiar las formas políticas de los últimos años, puede acabar convirtiéndose en una ventaja. Como se ve, entre España y Estados Unidos hay diferencias inmensas pero también algunas similitudes.


La Razón – Opinión

Demagogia nacionalista. El PER de Duran Lleida. Por José García Domínguez

Después de haber confundido a Javier de la Rosa con Steve Jobs, uno resta inhabilitado de por vida para impartir magisterio sobre ética civil.

Como es sabido, la miseria intelectual que en España suple al debate político, cotidiana sopa boba cocinada a base proclamas atrabiliarias y demagogia garbancera, encuentra su cenit en los periodos de celo electoral. Es entonces cuando se desarrolla en todo su esplendor el concurso de lanzamiento de carnaza retórica a las plebes audiovisuales. Y esta vez no iba a ser menos. Así, que los beneficiarios andaluces del PER se lo gastan en vino peleón, acaba de proclamar con un mohín de asquito el más ilustre inquilino del Palace, ese afamado estajanovista que responde por Duran Lleida. Si bien al modo zafio, Duran no ha hecho más que repetir en público lo que tantos afirman en privado. Una actitud, la suya, que hasta hubiera sido valiente si no viniese de quien viene.

Y es que, después de haber confundido a Javier de la Rosa con Steve Jobs, uno resta inhabilitado de por vida para impartir magisterio sobre ética civil. Ni sobre nada. En fin, igual ha dado en sentenciar Duran que él está contra la "cultura del subsidio". Un repudio que, de demostrarse sincero, lo abocaría a dos renuncias fulminantes. Ipso facto, debiera dimitir de todos sus cargos en CiU. Acto seguido, tendría que abdicar de la condición misma de catalán. Un trámite que, siendo de Huesca, acaso no le resultaría en exceso arduo. Aunque difícil veo que Duran deje de dirigir el cuadro de actores que representa en escena a la célebre burguesía catalana, ficción teatral que todavía consigue deslumbrar a algunos ingenuos de la Meseta.

Esos mismos que, cuando se topan con los restos de una clase que alguna vez se quiso dirigente, suelen referirse a "un importante empresario catalán". Contradictio in terminis donde las haya. Pues no queda nadie que reúna los tres atributos en su persona. Hoy, si un empresario es importante, seguro que no es catalán. Y si es catalán, seguro que no es importante. A lo sumo, perviven algunos medianos industriales perfectamente irrelevantes. Amén de otros tantos ejecutivos que nada pintan en las decisiones estratégicas de las multinacionales que les pagan un sueldo. Y fuera de eso, las peonás de la construcción nacional. Los mil y un sucedáneos identitarios del PER. Eso sí, regados todos con Aromas de Montserrat.


Libertad Digital – Opinión

Copago en la Justicia

Con tres millones doscientas mil causas pendientes de resolución, los tribunales españoles bordean el colapso y todos los esfuerzos que año tras año realizan las administraciones para aliviar su saturación resultan estériles.

España es uno de los países europeos con mayor litigiosidad, debido en parte al «hipergarantismo judicial» del sistema, pero también a la ligereza con la que se acude, por razones culturales y sociales, a los tribunales. Las consecuencias están a la vista de todos: acumulación de casos, procesos inacabables, lentitud judicial, desmotivación de los jueces y pérdida de confianza del ciudadano en la Justicia. Además, si se tiene en cuenta que el coste medio de cada procedimiento se sitúa entre los 1.500 y los 1.800 euros, el hachazo que sufren las arcas públicas resulta escalofriante. Sería una frivolidad achacar a tal o cual Gobierno la desastrosa situación a la que se ha llegado, aunque es cierto que en estos siete años de gestión socialista los ministros de Justicia (López Aguilar, Fernández Bermejo y Caamaño) han brillado por su ineficacia y sectarismo. Para poner orden y frenar esta metástasis en los tribunales son necesarias reformas estructurales que afecten a la propia organización judicial y cambios legislativos que aporten agilidad y operatividad a los procedimientos. Pero no es suficiente. También el ciudadano está obligado a colaborar en la solución del problema. En este punto, la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), la más numerosa y representativa de la carrera judicial, ha formulado una propuesta sobre la que convendría abrir un amplio debate. Se trataría de introducir el copago mediante una tasa que deberían abonar aquellos que voluntariamente acudan a la Justicia o mantengan abiertos procedimientos aun a sabiendas de que son nulas las posibilidades de que prosperen sus pretensiones. Como es natural, del copago quedarían excluidas las acciones de la jurisdicción penal. En contra de esta fórmula puede argumentarse que perjudica a los que carecen de medios y que fomenta una Justicia sólo «para ricos», con lo cual se cercenaría el acceso universal y en igualdad de condiciones a este derecho. Para evitar que tal cosa suceda, la APM propone un sistema de compensación en virtud del cual quien pierda el litigio asumirá el pago de las tasas de las dos partes. La propuesta, naturalmente, es perfectible y puede ser completada con otras variantes, pero lo que resulta indiscutible es que la maquinaria judicial requiere de la colaboración ciudadana por razones de eficacia, pero también para impedir que se abuse de un servicio básico del Estado de Derecho que pagamos todos los españoles. Al no disuadir a los litigantes sin fundamento o interesados en prolongar artificialmente un proceso para obtener beneficio personal, el sistema carga el coste sobre los demás ciudadanos y castiga a aquel que sí tiene motivos fundados para acudir a la Justicia. La propuesta de la AMP es razonable y, a diferencia de lo que sucede en el campo de la Sanidad, no parece que pueda suscitar una oposición tan rotunda. Merece la pena abrir el debate y sería de agradecer que los partidos políticos lo incluyeran en la campaña electoral de forma sosegada y constructiva.

La Razón – Editorial

Promesas desde Berlín

La recapitalización bancaria acordada por Merkel y Sarkozy exige el rescate inmediato de Grecia.

Angela Merkel y Nicolas Sarkozy repitieron ayer en Berlín la misma táctica que han venido desplegando ante los sucesivos episodios de la crisis financiera europea. Anunciaron que Francia y Alemania han pactado un plan para recapitalizar los bancos, pero dejaron la concreción y la aprobación del plan para finales de octubre; prometieron una pronta ratificación de la reforma del Fondo de Rescate Europeo, pero también queda aplazada hasta finales de este mes, cuando se aprobó ya en una cumbre a finales de julio; y aseguraron que, también antes de noviembre, ambos países presentarán un paquete de medidas para restablecer la zona euro, pero sin más precisiones. Es decir, Sarkozy y Merkel siguieron la táctica de calmar a los mercados, aunque en esa tarea sea más efectivo el acuerdo entre Francia, Bélgica y Luxemburgo para salvar el banco Dexia. Una solución que incluye la creación de un "banco malo", equivalente en principio a una socialización de las pérdidas.

Sin más precisiones, el acuerdo entre Francia y Alemania para recapitalizar la banca europea es una declaración satisfactoria pero difícil de valorar. Se mire como se mire, una segunda recapitalización de la banca europea es un fracaso, porque significa que las pruebas de resistencia ya no servirán para ofrecer confianza a los inversores ni a los propios bancos y porque, lógicamente, no hay razones para que la que se prepara sea la última inyección de dinero que necesitan las entidades financieras. Nada impide que la crisis de la banca, que en un principio se produjo por las hipotecas basura y ahora se debe al deterioro de las deudas nacionales, se manifieste a corto plazo por otras causas o debilidades.


El acuerdo entre Francia y Alemania pide además una cierta reflexión estratégica para que no se convierta en un remiendo más. Francia, Alemania y el BCE tienen sobre la mesa tres problemas: el bancario, que implica una recapitalización de entre 300.000 y 400.000 millones para hacer frente a las pérdidas causadas por la crisis de la deuda; el del rescate de Grecia, en el que también está involucrado el Fondo Monetario Internacional; y la cuestión del instrumento institucional adecuado para combatir la crisis de deuda, es decir, las nuevas funciones del Fondo de Estabilidad. Parece lógico calcular que el problema que hay que resolver primero es el de Grecia. Porque si no es así, el deterioro de la deuda griega seguirá depreciando los activos de la banca.

Francia y Alemania parecen conscientes de la dureza de la crisis, pero no ven con la misma claridad que una parte importante de esa complejidad es que requiere decisiones rápidas. Por el momento, Merkel y Sarkozy ofrecen la misma mezcla política: soluciones acertadas, pero en plazos poco concretos y sin seguridad política alguna. Quizá los Parlamentos nacionales no aprueben el plan franco-alemán de recapitalización, o quizá se crucen otras elecciones. Remedios a corto plazo para una crisis que requiere decisiones en profundidad y un auténtico Gobierno europeo.


El País – Editorial

Rajoy después de Málaga

En esta hora del liderazgo abrumador e incontestable queremos recordarle que en Málaga no estaba gente que todos sabemos con cuánto orgullo luchó por hacer del PP un partido digno y responsable, lo más alejado posible del oportunismo y el cambalache.

El Partido Popular ha celebrado su Convención Nacional en un ambiente de entusiasmo desmedido pero asentado en los resultados que adelantan todas las encuestas: una victoria espectacular en las elecciones del 20 de noviembre, como espectacular se espera sea el batacazo del Partido Socialista, que podría incluso empeorar los resultados cosechados por Felipe González en 1977 (118 escaños) y por Joaquín Almunia en 2000 (125).

Convendría, empero, que Mariano Rajoy y todos los que le han jaleado en el happening malagueño tuvieran presentes los datos que no destacan de esas mismas encuestas que, pletóricos, airean: el PP sube mucho menos de lo que baja el PSOE, la abstención parece que será elevada y Rajoy inspira menos confianza y es menos valorado que el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Es decir, que Rajoy está donde está no sólo, como aseguró, por el apoyo de los que le han jaleado en el happening malagueño, sino, principalmente, por los espantosos deméritos del rival, que, como bien dijo el político gallego, va a dejar "la peor [herencia] que jamás ha recibido un Gobierno en democracia".


En Málaga, Rajoy volvió a dejar de lado la concreción en beneficio de lo abstracto y lo simbólico. Sigue sin desvelar su programa y llamando a la cooperación, a la conciliación, a la inclusión, al acuerdo, lo cual no deja de ser oportuno en un país que vive horas críticas y arrasado por el sectarismo, tantas veces atizado sin vergüenza desde el poder. En la hora de la refundación nacional, invocó los precedentes de José María Aznar y Adolfo Suárez. Todos lo han destacado; nadie, en cambio, parece recordar el oneroso y trágico coste que hubo de pagar Aznar –no precisamente el presidente más dialogante en su última legislatura– por la defensa de sus posiciones de principio –que le criticaron incluso compañeros de partido que hoy ocupan en el mismo posiciones de primer nivel–, así como que una parte no menor de los problemas institucionales y nacionales que padece España tiene su origen, precisamente, en los años Suárez, signados, en su cara negativa, por las cesiones ante el nacionalismo, el terrorismo y el socialismo.

Los acuerdos, en esta hora, son de todo punto necesarios, pues las reformas y medidas que han de ejecutarse son del más hondo calado. Pero la base irrenunciable de todo ello han de ser España y la Libertad. No podemos, no debemos permitirnos seguir cediendo en esto. Rajoy ha prometido que sabrá ser, además del presidente de todos, un presidente valiente. Ciertamente, nada le resultará más necesario.

A la hora de los agradecimientos, el candidato popular tuvo palabras para los que le han apoyado durante todos estos años y, por extensión implícita, para los que no lo han hecho. "Gracias muy sentidas por algo que me afecta muy personalmente. Si estoy aquí, y no sabéis con cuánto orgullo –se reivindicó–, es porque vosotros habéis querido. Vosotros, y nadie más. Vosotros, y a pesar de todo". A pesar de todo, en esta hora del liderazgo abrumador e incontestable queremos recordarle que en Málaga no estaba gente que todos sabemos con cuánto orgullo luchó por hacer del PP un partido digno, serio, responsable, lo más alejado posible del oportunismo y el cambalache. Gente a la que hay que dar gracias muy sentidas, pues su lucha por España y la Libertad les ha afectado muy personalmente. También aquí Rajoy deberá demostrar ser lo que pretende: un hombre de Estado con gran altura de miras.


Libertad Digital – Editorial

domingo, 9 de octubre de 2011

EEUU. Candidato ABO. Por Alberto Acereda

La útil palabreja ABO se ha puesto ahora de moda en la política electoral norteamericana. Con ella se alude por sus siglas a "Anyone But Obama", o sea, cualquier candidato antes que Obama.

Aunque lo de ABO responde por sus siglas a varias organizaciones en EEUU, desde oftalmólogos a centros de estudio de biomasa de algas, o desde otorrinos a asociaciones de constructores y propietarios neoyorquinos, pasando también por determinados grupos sanguíneos, la útil palabreja ABO se ha puesto ahora de moda en la política electoral norteamericana. Con ella se alude por sus siglas a "Anyone But Obama", o sea, cualquier candidato antes que Obama. Tan mal anda el presidente que de su "Sí se puede" y "Cambio y esperanza" del 2008 ha pasado en apenas tres años al clamor general de "ABO".

Una de las voces más importantes del pensamiento conservador norteamericano, William F. Buckley, Jr., confesaba hace algunos años con su habitual ironía que preferiría vivir en una sociedad gobernada por los primeros dos mil nombres de una lista telefónica de Boston, que en una sociedad dirigida por los dos mil profesores y catedráticos de Harvard University. Aparte de la astuta y reveladora broma de Buckley apaleando al pseudo-progresismo de los intelectuales, y más allá de la anécdota puntual de que Obama fuera por un tiempo asistente del profesorado de Harvard, la realidad es que ABO es a día de hoy el candidato con más posibilidades de ganar.


EEUU ha vivido presidencias con siglas familiares y referidas a sus líderes en la Casa Blanca, desde Lincoln (ABE), Roosevelt (TR), el otro Roosevelt (FDR), Eisenhower (IKE), Kennedy (JFK), Johnson (LBJ) a W (Bush hijo). Cerca ya del inicio de las primarias republicanas, los votantes andan intentando dilucidar quién será ese nuevo nombre y apellido que encarne al candidato ABO y que se enfrente al manchuriano de Illinois dentro de poco más de un año.

La campaña republicana está más abierta que nunca y pocos analistas predecían esta actual situación. Chris Christie y Sarah Palin han confirmado ya que no se presentarán, por lo que no debería haber más entradas de aspirantes sino más bien bajas de quienes se vayan retirando, como ya hizo Tim Pawlenty. A la espera del nuevo debate este próximo martes, Mitt Romney sigue liderando las encuestas pero cada vez con menos diferencias respecto a los seguidores. Rick Perry tuvo un último debate desastroso y ha bajado muchos puntos, además de la mala publicidad que los medios le están dando al hilo de un infundado cuento de tintes racistas. Michelle Bachmann está en caída libre y sus votos parecen haberse ido para Herman Cain, aunque falta ver por cuánto tiempo mantendrá Cain ese apoyo.

Newt Gingrich, a quien algunos dieron por acabado a inicios de verano, acaba de lanzar su nuevo "Contrato con América para el siglo XXI" y ha recibido muchos apoyos en estos últimos días, al haber preparado un documento orgánico que muestra una visión para todos los norteamericanos. Ron Paul no acaba de despegar porque, pese a sus grandes ideas en materia de libre mercado, está lejos del pulso de los votantes en cuanto a política exterior y seguridad interior. Jon Huntsman y Rick Santorum es posible que duren poco tiempo más en campaña, lo que deja, a mi juicio, un horizonte real con tres o cuatro candidatos que se disputarán el triunfo final: Romney, Cain, Gingrich... y acaso todavía Perry.

Quienquiera que sea el candidato que se enfrente a Obama tendrá que medir bien su estrategia porque ahora mismo se presenta un calendario de primarias bastante volátil donde algunos estados como Florida quieren adelantar sus elecciones, moviendo calendarios y usos de elecciones anteriores que pueden alterar la percepción de los votantes. Está claro que esa búsqueda del candidato ABO tomará fuerza durante las vacaciones navideñas en un calendario demasiado condensado que ayuda poco a esas campañas más cortas de dinero. Es ahí donde Romney juega con ventaja, pero todo está aún por decidir.


Alberto Acereda es catedrático universitario en Estados Unidos y miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, correspondiente de la Real Academia Española.

Libertad Digital – Opinión

Palabra de candidato. Por José Antonio Vera

Fue el de ayer en Málaga probablemente el discurso más comprometido que le hemos podido oír a Rajoy quienes ya llevamos muchos discursos de Rajoy. La palabra del candidato, su carta de intenciones, su rúbrica personal ahora que está a punto de ganar en las urnas y de llegar a La Moncloa. Una declaración que nadie le ha pedido pero que él pone sobre la mesa para que quede claro su nivel de implicación, el alcance de sus palabras.

Rajoy habló bien en Malaga y habló con autoridad, con la elocuencia de quien sabe lo que quiere y cómo hacerlo, con el agradecimiento a Rodrigo Rato y José María Aznar por tenerlos allí en día tan importante, con un público entregado que gritaba gol hasta en los córners.
Empezó con un «gracias» que sonó a reconocimiento, a que Rajoy tiene memoria y se acuerda de las cosas. «Si estoy aquí es porque vosotros (y nadie más) lo habéis querido, y a pesar de todo». Mención importante ahora que afortunadamente se suman al carro hasta los que, desde fuera y desde dentro, hicieron lo imposible contra el gallego y su equipo.

Mención relevante aunque fugaz porque lo sobresaliente era su declaración de principios, que no tardó en llegar. Uno: su intención es unir a los españoles en un proyecto común, al margen de lo que cada uno vote. Dos: no quiere ser sólo el presidente del Partido Popular, sino el de toda España. Tres: el cambio que él propone se llama «crear empleo», y gobernará para hacerlo «desde la responsabilidad y la austeridad». Cuatro: se compromete a decir la verdad, a no ocultar los problemas a los ciudadanos. Y cinco: se compromete también a gobernar con valentía, desde el diálogo, por la concordia entre los españoles.

Rajoy dejó claro que no se siente enemigo de nadie y que en su propuesta no sobra nadie: «No aspiro a caer bien a todos, pero sí a gobernar para todos». Un planteamiento que él define «de esperanza», para intentar repetir lo que Aznar hizo en el año 96: «Que España vuelva a estar entre las naciones más avanzadas del mundo».


La Razón – Opinión

Y Jobs refutó a Asimov. Por Antonio José Chinchetru

Steve Jobs ha refutado a Asimov y su psicohistoria literaria. Y no sólo al escritor, también a todos los que han creado teorías que desprecian la influencia que los individuos tienen en la historia y la sociedad.

Steve Jobs, el visionario libertario que convirtió en arte la capacidad de determinados empresarios para cambiar el mundo, fue en sí mismo la refutación de todas las ideas que desprecian la influencia de los individuos en la evolución de la sociedad y la historia. Por mucho que se empeñen algunos, no existen "leyes" absolutas equivalentes a, por ejemplo, la gravedad en la Física, que permitan determinar la evolución futura de la sociedad con independencia de los individuos. La psicohistoria inventada por Isaac Asimov para su saga de La Fundación es la máxima expresión literaria de estas teorías.

El conocido autor imaginó una futura ciencia que permitía predecir con miles de años los acontecimientos que marcarían la evolución histórica de una humanidad que se habría expandido por todo el universo. Claro que esto es mera fantasía, pero distintas teorías cargadas de ideología vienen pretendiendo desde hace más de un siglo hacer lo mismo. Mediante teorías económicas, sociológicas o, incluso, biológicas, son muchos los que han pretendido desde hace tiempo haber encontrado las claves que explican el acontecer histórico por encima de las personas. El problema para ellos es que se equivocan. Y un buen exponente de ello es el genio de la compañía de la manzana.


Steve Jobs no sólo ha cambiado muchas cosas en el mundo de la informática o de la empresa. No se ha limitado a ser un genial empresario capaz de levantar por dos veces la misma y revolucionaria empresa o crear una compañía capaz de enfrentarse en animación con la mismísima Disney. Tampoco se reduce a ser aquel que revolucionó la venta de música con iTunes dejando en evidencia a los viejos dinosaurios del sector discográfico.

Es mucho más que eso. Es una persona que ha cambiado la vida de millones de seres humanos a la hora de comunicarse, trabajar o entretenerse. El mundo no sería igual sin Jobs. Sus innovaciones han influido no sólo en sus clientes, también en los de todos sus rivales, puesto que la tendencia ha sido inspirarse en sus productos y seguir sus pasos. Sin duda alguna, su paso por este mundo ha dejado una huella profunda en la sociedad actual. Y lo ha hecho de un modo que nadie podía prever.

Steve Jobs, a través de sus actos al frente de Apple, ha refutado a Asimov y su psicohistoria literaria. Y no sólo al escritor, también a todos los que han creado teorías que desprecian la influencia que los individuos tienen en la historia y la sociedad.


Libertad Digital – Opinión

Ante lo más difícil. Por Pilar Ferrer

Más allá del sabor a poder y culto al líder, tan halagado ahora por quienes antaño le fustigaban, Mariano Rajoy sabe bien lo que le espera. La tremenda crisis que padece España otea un negro horizonte. El hombre a quien hoy todas las encuestas vaticinan como el nuevo presidente del Gobierno tiene bien acreditada su capacidad de resistencia. Si Adolfo Suárez acometió una transición política en momentos difíciles, a Rajoy le va a tocar otra económica e institucional. Y en su puesto de mando, deberá escoger el talento, la honradez, el trabajo riguroso frente a la adulación, el parecer y no ser. Deduzco que tiene memoria.

La frase de Luisa Fernanda Rudi, «yo ya vengo llorada de casa», refleja la situación. Un gobierno socialista que se niega a prorrogar los Presupuestos, en un acto de deslealtad que deja a sus sucesores con las manos atadas ante las cuentas públicas, es la antesala del cambio. Pese a ello, Rajoy y los suyos se han esforzado en un discurso de esperanza al electorado. La crisis no castiga a todos por igual, sino mucho más a quienes no supieron verla, ni batutarla. El PP necesitará un consenso político y social enorme. Un esfuerzo colectivo que permita la salida del oscuro túnel.

Muy poco se parece el cónclave malagueño a aquel otro de Valencia, jalonado por intrigas que Rajoy aguantó con retranca gallega. Sin hacer ruido, cortó de raíz cualquier oposición de carácter interno.

Solamente su prudencia le impide mostrar en público cierto rubor ante algunos lisonjeros. En esta recta final, Mariano Rajoy tiene poder. Le queda, como el salto del ángel, lo más difícil.


La Razón – Opinión

"Andalucía y Madrid, controversia sobre la enseñanza". Por Miguel Higueras

Aunque el objetivo de la enseñanza debería ser espolear la curiosidad y guiar al alumno para que descubra lo que quiere saber, su fracaso se calibra en el porcentaje de estudiantes que abandonan sin completar el ciclo académico en que estén matriculados.
Es un recurso meramente estadístico para medir el acierto político de los gestores del sistema educativo, sin tener en cuenta la satisfacción del estudiante por lo que ha aprendido ni la idoneidad del conocimiento teórico adquirido para desenvolverse en el mundo real que lo espera fuera de las aulas.

El sistema de enseñanza, como está montado, se mide por la proporción de alumnos que consiguen el título académico al que aspiren. Su fracaso, por los que desisten de obtenerlo.

Es también otra herramienta estadística—la cantidad que se invierte por alumno—la que usan los burócratas políticos y sindicales de la enseñanza para valorar el sistema educativo.

A mayor inversión por alumno, enseñanza de mayor calidad.

La realidad desmiente ese axioma.

Desde finales del verano, coincidiendo con el arranque de la inminente campaña electoral, la aportación pública al sistema educativo la están presentando los burócratas de la enseñanza como piedra de toque para inclinar el voto hacia sus mentores del Partido Socialista y disuadir a los electores de que se inclinen por el Partido Popular.


Andalucía, el feudo que todavía queda a los socialistas, es para los burócratas de la enseñanza el ejemplo a imitar. Madrid, donde el Partido Popular prepondera, es ejemplo de gestión pública de la enseñanza que debería evitarse por todos los medios.

Datos de un estudio de de Juan M. Lacasa en Magisnet, órgano del magisterio, con datos del ministerio de educación:

Fracaso escolar en Andalucía, 34 por ciento (34 alumnos de cada cien abandonan el ciclo en que están matriculados antes de obtener el título acreditativo)
Fracaso escolar en Madrid: 29 por ciento.

Inversión por alumno, según estudio en el mismo órgano informativo firmado por Adrián Arcos: Andalucía, 3.988,76 euros por alumno/ Madrid, 3.875,82 euros por alumno.

El abandono antes de acabar el ciclo en que el alumno esté matriculado es un baremo tan arbitrario para calificar de éxito o fracaso el sistema educativo como el del gasto por alumno: lo demuestra que Andalucía, gaste casi cien euros más que Madrid y el abandono es cinco puntos porcentuales más elevado.

Está claro que a mayor asignación por alumno no corresponde necesariamente una educación de mejor calidad.

Hay una duda razonable basada en el desvío de fondos para otros fines que los presupuestados: ¿todo el dinero asignado a gastos educativos se destina a la enseñanza?

Es posible también que la evanescencia del carácter derivada de ameno clima andaluz, en contraste con el hosco entorno ambiental de los madrileños, empuje a los primeros a la sensualidad del ocio y a los segundos los comprima en el rigor conceptual del aprendizaje teórico.

Puede que la disciplina académica sea más estricta en Madrid que en Andalucía o, a lo mejor, la actividad docente de los enseñantes de Madrid encuentran menos amparo en los burócratas políticos y sindicales para justificar su ineficacia.


Periodista Digital – Opinión

Otra forma de gobernar

Los resultados electorales del 22 de mayo, abrumadoramente favorables al PP, no fueron un espejismo ni un castigo pasajero a los gobiernos del PSOE por su mala gestión en todos los frentes. Reflejaban, antes que nada, el deseo inequívoco de cambio que albergan los ciudadanos, deseo que no se colmará plenamente en tanto no se cambie el Gobierno de la nación. Según la encuesta a gran escala que hoy publica nuestro periódico, las expectativas electorales del PP no sólo no se mantienen intactas en aquellas comunidades autónomas donde ya cosecharon un gran éxito en mayo, sino que además se acrecientan y mejoran. Así, con respecto a las generales de 2008, gana cinco escaños en Cataluña; tres, en Aragón, Castilla y León, Galicia y País Vasco; dos, en Madrid; uno en Baleares, otro en Valencia y otro en Castilla-La Mancha.

Estos resultados vendrían a respaldar la gestión de los populares, pero sobre todo a aprobar las políticas de austeridad y recortes puestas en marcha, especialmente en las comunidades madrileña, gallega, castellano-manchega y balear. Lejos de prestar oídos a la demagogia del candidato Rubalcaba, que ha pretendido infundir el miedo a una supuesta «motosierra» del PP que arrasaría el Estado del Bienestar, los ciudadanos parecen distinguir claramente entre el ahorro y la poda arbitraria de servicios básicos. El secreto no es otro que gobernar y gestionar de forma muy distinta a como lo han hecho los socialistas durante estos años, con realismo, sin improvisaciones, con la verdad por delante, sin populismos electorales, sin sectarismos... Y con mucho rigor y competencia profesional. Mariano Rajoy lo expresó ayer en Málaga con mucha claridad, en la clausura de la convención nacional del PP: «Me comprometo a ser previsible y transmitir certidumbres, a ofrecer soluciones y no improvisaciones, a trabajar por la concordia entre los españoles».


Resulta sorprendente que, después de treinta años de democracia, compromisos tan elementales como éstos cobren un gran valor electoral y sean capaces de conmover al ciudadano. Será porque durante estos últimos ocho años el Gobierno socialista ha hurgado frívolamente en la división entre los españoles, ha alimentado el amiguismo con dinero público y ha convertido la política económica en un carrusel de sobresaltos. Como dijo ayer Rajoy, «tienen motivos para ocultarlo y para avergonzarse». Frente a ello, el presidente del PP formalizó una especie de contrato con los ciudadanos para gobernar de manera muy distinta, empezando por no ser partidista y terminando por colocar la palabra «concordia» como la primera de su diccionario político. Aunque no lo dijera explícitamente, Rajoy ha propuesto a los españoles recuperar el espíritu de la Transición, encarnado por Adolfo Suárez, y reivindicar sus valores de diálogo, cooperación y lealtad constitucional. Del mismo modo que España salió de aquel trance fortalecida y más madura, puede reeditar el éxito si sus gobernantes abandonan la política de trinchera y bandería, tal como propone Rajoy. Se trata, en suma, de recobrar la confianza en nuestras posibilidades como nación.

La Razón – Editorial

Cuenta atrás

El PP espera ganar con propuestas inconcretas y el PSOE quiere minimizar el castigo electoral.

Con la celebración de las convenciones del Partido Popular y de Izquierda Unida durante este fin de semana las principales fuerzas políticas han puesto en marcha sus maquinarias electorales para la convocatoria del 20 de noviembre. El Partido Socialista lo hizo días atrás, con una conferencia política que remitía al Comité Federal celebrado ayer la aprobación de las listas para el Congreso de los Diputados y el Senado. La contundencia de las encuestas que auguran una victoria de los populares ha restado interés a los movimientos internos en los partidos, de los que no se espera influencia significativa en los resultados.

A menos de dos meses de las elecciones, ni los propios aparatos políticos parecen creer que el cartel electoral de las distintas circunscripciones vaya a cambiar la decisión que, siempre según las encuestas, los votantes tendrían adoptada desde hace tiempo. Desde antes del verano, si no antes, el país se encuentra en una cuenta atrás a la vez tediosa y desesperanzada, solo pendiente de que se cumplan los plazos electorales.

Las convenciones programáticas de las últimas semanas no han logrado tampoco despertar el interés, aunque las causas de esta incapacidad para la movilización hayan sido distintas en el caso de unos partidos y de otros. La convención del Partido Socialista defraudó porque, además de los errores de estrategia que haya podido cometer el candidato Rubalcaba, se trataba de una cita política percibida como de segundo orden a la que se le exigía, no obstante, dar la vuelta al sombrío panorama electoral al que se enfrenta una de las fuerzas hasta ahora imprescindibles en la gobernabilidad del país. No es probable que lo hubiera logrado un congreso, dado el profundo deterioro de imagen del todavía presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas. Pero, al menos, habría colocado a este partido en una situación más sólida para afrontar la larga travesía del desierto en la que se puede convertir su previsible paso a la oposición. Según están las cosas, los socialistas podrían encontrarse al día siguiente de las elecciones sin líder, sin programa y sin un grupo parlamentario con capacidad de maniobra, además de sin poder municipal y autonómico.


A diferencia del Partido Socialista, el PP no ha logrado movilizar con su convención, no porque no haya podido, sino porque no ha querido. Su estrategia no ha variado desde que estalló la crisis económica, y consiste en mantener los focos sobre los errores del Gobierno, evitando, al mismo tiempo, desvelar medidas concretas que puedan enajenarle una parte de su electorado o movilizar al de sus adversarios. Cuando el PP concreta alguna de sus propuestas es porque sabe que recibirá un aplauso general, aunque sea a costa de precipitarse en un populismo irresponsable, como cuando habla de instaurar la cadena perpetua.

En lo demás, ya se trate de la política económica o de leyes como la del aborto o el matrimonio homosexual, el PP prefiere mantenerse en la nebulosa. A lo sumo, auspicia un clima de fatalismo (la "herencia recibida") que, llegado el momento, le sirva de coartada para llevar a cabo las medidas que ahora teme plantear a plena luz. Y cuando las plantea, según ha hecho en algunas comunidades autónomas como la de Castilla-La Mancha, desafía a la razón asegurando que los recortes no son recortes, igual que los molinos no eran molinos.

Todo está preparado para que el 20 de noviembre se cumpla, salvo sorpresa mayúscula, el guion político escrito a lo largo de la legislatura. El PP confía en cobrarse los réditos de su inacción. El Partido Socialista, en recibir un rotundo castigo. E Izquierda Unida y otros pequeños partidos, en recoger los restos de un naufragio ajeno.


El País – Editorial