miércoles, 14 de septiembre de 2011

¡Todos inmersos!. Por Iñaki Ezkerra

El Congreso de Diputados no está por encima de los jueces. Está para legislar, pero no para descalificar una sentencia judicial ni darse a sí mismo un «neotejerazo» desafiando a la Constitución y a las leyes que han salido en su día de las dos Cámaras que componen las Cortes. Por esa razón, el pronunciamiento de ayer a favor de la inmersión lingüística obligatoria, contra la que se había pronunciado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), es tan improcedente como si mañana esos mismos señores deciden pronunciarse sobre la inocencia de Rubalcaba en el caso Faisán.

Si hay diputados que están en contra del fallo del TSJC y a favor del actual modelo catalán de enseñanza que excluye al castellano como lengua vehicular, lo lógico es que usen la vía legislativa que sí es de su competencia. Lo lógico es que hubieran aprovechado la reforma constitucional del techo del déficit, votada el 2 de septiembre, para proponer la introducción de otro artículo en la Carta Magna que dé la razón y una «legal vía libre» al nacionalismo catalán en esta cuestión.

Quienes han dado su apoyo a la «contrajudicial» y pintoresca moción de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) en defensa de la inmersión, han quedado «inmersos» en un disparate que convierte una vez más nuestra Constitución en papel mojado; que rompe la división de poderes; que desacredita a la institución que representan y que la pone a la altura de la propia ERC, dándole a este partido unas alas que había perdido en las últimas elecciones catalanas.

No deja de ser también una paradoja dañina para el sistema democrático que, gracias a las sucesivas componendas socialistas, el Congreso de Diputados se haya convertido en un megáfono para los partidos nacionalistas –hoy ERC, ayer el PNV– que pierden las elecciones en sus respectivas comunidades autónomas.


La Razón – Opinión

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