jueves, 8 de septiembre de 2011

Rubalcaba nos recuerda que estamos en vísperas electorales. Por Antonio Casado

Cuando se está hundiendo el barco no tiene sentido discutir sobre la decoración de los camarotes. Casi se nos había olvidado que estamos en vísperas de unas elecciones generales. Así de lejana se ve la incipiente batalla entre Rubalcaba y Rajoy. Al presidente del PP le tocó el lunes, ante la Junta Directiva, la primera después de la vuelta al cole. Y ayer fue el turno del candidato socialista ante los diputados y senadores de su partido.

Nada realmente nuevo en la exposición de las líneas maestras del programa, que en realidad no conoceremos hasta el último fin de semana de septiembre (Conferencia Política). Pero si nos motiva la pintura de los camarotes mientras la tormenta económica vuelve a zarandear el barco, pues podemos darle un par de vueltas al discurso del aspirante del PSOE a la Moncloa. Al menos, realista: “Nunca he dicho que vamos a ganar”. Cierto. Se queda con el “Salgo a ganar”, que no es lo mismo y también rebaja su inicial “Para ganar tengo que veros tan convencidos como yo de que podemos ganar”, que dijo aquel 9 de julio de su presentación en sociedad como cabeza del cartel del PSOE.

«“Nunca he dicho que vamos a ganar”. Cierto. Se queda con el “Salgo a ganar”, que no es lo mismo y también rebaja su inicial “Para ganar tengo que veros tan convencidos como yo de que podemos ganar”.»
Sí sabemos lo primero que haría si ganase, al menos en el terreno legislativo y al margen de las medidas de carácter económico. Un proyecto de ley sobre el derecho a morir dignamente y otro sobre igualdad de trato. Ambas se quedaron en la carpeta de asuntos pendientes de Zapatero y el especial interés del candidato por reactivarlas con carácter inmediato, si pudiera o pudiese, nos indica que Rubalcaba no tiene la menor intención de marcar distancias con el aún presidente del Gobierno y secretario general del PSOE.

Desestimar la diferenciación de Zapatero como estrategia de campaña, más allá de las evidentes diferencias entre ambos personajes, es encajar de antemano la línea argumental que utilizará con toda seguridad el PP. Tiempo le faltó ayer a Ana Mato para descalificar cualquier propuesta de quien, como es lógico, se ha identificado con todas las decisiones del Gobierno Zapatero al que ha pertenecido. El sentido común está de parte de la responsable de la campaña del PP.

Amén de despachar una voluntarista renuncia al “ilusionismo programático”, Rubalcaba ha desencadenado un debate absurdo sobre los ricos y su localización en el tejido económico. “¿Quiénes son los ricos?”, se preguntan quienes no son partidarios del impuesto a las grandes fortunas y a los bancos que propuso el candidato socialista con dedicatoria especial a Rajoy: “Los que necesitan protección no son los más ricos sino los que menos tienen”.

Pero tampoco se llegó a hacer el encontradizo con su rival del 20-N ni su rival le da oportunidades. Y menos después del pacto PSOE-PP para hacer del equilibrio presupuestario un mandato constitucional. Así que seguiremos esperando los “cara a cara” televisados, siempre que Rajoy, por cálculo estratégico, se niegue finalmente a correr el riesgo.


El Confidencial – Opinión

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