miércoles, 14 de septiembre de 2011

Robin Rubalcaba y esa repugnante demagogia pseudoprogre. Por Federico Quevedo

Estamos al borde del abismo. No lo digo yo –aunque ya venía advirtiéndolo hace tiempo-, sino que lo dice Felipe González, y no le falta razón. El viejo líder socialista habla ahora con una sinceridad que ya nos hubiera gustado a todos en otros tiempos, pero al menos se agradece que haya dirigentes políticos que digan las cosas por su nombre y nos alerten de la realidad. La gente no quiere saber cómo estamos, cual es la verdadera situación, y hace mal: es bueno que asumamos la realidad y actuemos en consecuencia.

Nada va a ser igual a partir de ahora –esto también lo he dicho más veces-, pero lo que más echo de menos o lo que más me indigna es que no haya políticos capaces de estar a la altura de las circunstancias, que en lugar de decirnos a los ciudadanos eso –que estamos al borde del abismo, que nada va a ser igual, que hay que asumir las consecuencias de los errores de estos años y acostumbrarnos a vivir con mucho menos de lo que teníamos en todos los sentidos y órdenes de nuestra vida-, lo que hacen es engañarnos e intentan convencernos de que todo esto se arregla recurriendo a axiomas obsoletos, caducos, rancios e injustos como aquel de quitarle el dinero a los ricos –vía impuestos- para dárselo a los pobres –vía Estado del Bienestar-.


Y una mierda. Mantener ese discurso es un puro engaño, una repugnante demagogia y una burla soez y cruel dirigida precisamente a aquellos a los que se supone que se quiere salvaguardar de lo peor de esta crisis. Ayer, vía Twitter, un buen amigo me hizo llegar un video que no tiene desperdicio y que desnuda la mentira y el engaño al que se ha abonado nuestro particular Robin de los Bosques, Alfredo Pérez Rubalcaba. En el se ve a Robin Hood paseando por el bosque de Sherwood con Lady Marian y contándole que se dedica a eso, a quitarles dinero a los ricos para dárselo a los pobres, y que eso le convierte además en el más apuesto y valeroso paladín del lugar. Pero Lady Marian, en lugar de caer rendida a sus pies ante tales proezas, le responde con un “todo eso me parece un poco estúpido”.

Sorprendido, Robin le dice que se lo explique, y Lady Marian le recuerda que esos a los que roba “empezaron siendo pobres y trabajaron diez años perdiendo el culo para llegar a donde están” –primera injusticia del Impuesto del Patrimonio: gravar el ahorro por el que, además, ya se ha pagado en el IRPF-, para que ahora “tú y tus hombres vengan a imponer el criterio aleatorio de quién es rico y quién no lo es” –segunda injusticia: la arbitrariedad de la medida-, “y, quién es rico, ¿una persona con 10.000 piezas de oro es rica y una con 9.999 no lo es?” –tercera injusticia: ¿dónde se establece el tope?-, “y, ¿no crees que es de ingenuos dar dinero a los pobres? ¿No esperarán siempre eso?” –cuarta injusticia: mientras unos trabajan para crear riqueza, otros obtienen los frutos de ese trabajo y en lugar de buscar el mérito y el esfuerzo se conforman con lo que reciben del Estado.

Finalmente, y ante la cara de asombro de Robin, Lady Marian concluye con esta afirmación: “Si me lo preguntas, tu política es una mierda… De hecho, ¿porqué no montáis tu y tu banda de alegres marxistas una comuna en el bosque y nos dejáis al resto conseguir una solución real y duradera a la desigualdad económica?”. Miren, es un hecho evidente que durante todos estos años atrás hemos vivido muy por encima de nuestras posibilidades, y ahora la realidad, la dura realidad que personajes como Rubalcaba nos esconden, es que se han acabado el dinero y el crédito: los estados, nuestro Estado, no tiene liquidez ni capacidad para endeudarse porque cada vez le sale más caro, y no puede sostener las cuentas públicas condenando a las generaciones futuras a pagar intereses desorbitados por la deuda que asume ahora. Eso significa que va a ser necesario apretarse el cinturón, que va a ser necesario hacer recortes, y que la solución no está en quitarle dinero a los ricos –que podrán contribuir al esfuerzo de todos, eso nadie lo pone en duda, pero de un modo racional y justo- porque eso no resuelve lo grave de la situación sino que, si me apuran, además lo agrava porque resta capacidad de consumo y ahuyenta a quienes podrían invertir en nuestro país para generar empleo…

No seamos idiotas, seamos responsables, asumamos el coste de haber tirado la casa por la ventana durante todo este tiempo y empecemos a ser conscientes de que somos mucho más pobres y no vamos a poder pagar las mismas condiciones de vida que teníamos hasta hace muy pocos años… Y a políticos como Rubalcaba démosles una patada en salva sea la parte y mandémosles a su casa o, al menos, a que se busquen una comuna en medio del bosque de Sherwood en la que sigan jugando a buenos y malos mientras los demás nos ponemos, de verdad, a buscar soluciones reales y duraderas a las desigualdades económicas y a la crisis que nos asola.


El Confidencial – Opinión

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