miércoles, 21 de septiembre de 2011

La semana "D". Por Julia Navarro

Saben, creo que de las pocas cosas que en política exterior va a hacer bien el Gobierno Zapatero es la de reconocer el Estado palestino. Y es que la política exterior española bajo el mando de Zapatero ha estado distraída en cuestiones como la Alianza de Civilizaciones que es como un brindis al sol que encima nos viene costando dinero. Pero volviendo a lo sustancial, esta semana puede ser la definitiva para las aspiraciones de los palestinos de tener ¡por fin! un Estado propio. El presidente de la Autoridad Palestina Abu Abbas ha decidido no esperar ni un día más para colocar al mundo en la disyuntiva de "retratarse" con el problema de Oriente Medio. Y en ese "retratarse" está el apoyar que los palestinos tengan un Estado.

Lo cierto es que Benjamín Netanyahu ha paralizado las negociaciones con los palestinos y continua con la política de asentamientos, aumentando el hartazgo y la desesperación de los palestinos. Hasta el momento, Netanyahu no ha dado muestras de tener madera de estadista y en lo que se refiere al problema entre israelíes y los palestinos menos aún.


Lo cierto es que todo el mundo está de acuerdo en lo esencial: no habrá paz en Oriente Medio hasta que no haya dos estados, Israel y Palestina. Naturalmente, eso conlleva renuncias por ambas partes. Israel tiene que volver a las fronteras del 67, y los líderes palestinos, incluidos los de Hamas, tienen que aceptar plenamente la existencia de Israel y dar garantías de seguridad. Luego están los otros problemas que deberían de ser discutidos con más calma, como es el del retorno de los refugiados o la situación de Jerusalén. Pero lo que no se debería posponer ni un día más es la creación del Estado palestino, insisto, con el previo reconocimiento de los palestinos del derecho de Israel a existir.

Por tanto, a mí me parece que la diplomacia estadounidense y la europea, más que intentar frenar el debate sobre el reconocimiento de Palestina, lo que deberían hacer es sentar a las dos partes, colocándoles frente a sus propias contradicciones y presentándoles un plan claro del que no habría vuelta atrás y que conllevara todas las garantías para la seguridad y existencia de Israel que es lo que Hamas pone en cuestión.

Lo que Netanyahu no podrá gestionar es la frustración de los palestinos si una vez más no se les da una salida. Sobre todo ahora que la "primavera árabe" es un espejo en el que se miran.

Esta es la semana "D" para los palestinos, la semana en que en Naciones Unidas pueden cosechar, ¡ojalá! un éxito diplomático que suponga el principio para que tengan un Estado. Es la hora de la diplomacia y de la inteligencia, y también de que las dos partes entiendan de una vez por todas que no tienen otra opción que entenderse y vivir juntos y en paz.


Periodista Digital – Opinión

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