jueves, 29 de septiembre de 2011

Elecciones. El pánico socialista al ridículo. Por Cristina Losada

La campaña de terror significa que el PSOE tiene miedo de perder incluso a sus más leales e ideológicos votantes. Hasta fantaseará con robarle de nuevo sus cuatro votos a la pobre Izquierda Unida.

Un estudio de la Fundación Alternativas, que no es precisamente madriguera neocon, indica que el partido Socialista ha perdido el apoyo tradicional que los votantes no ideológicos prestan a quien sea que ocupe y hasta okupe el Gobierno. Los analistas de esa Fundación, en cuyo patronato figura Zapatero, sugieren que la fuerte carga ideológica del Ejecutivo del finado, ha conseguido asustar a esa cuarta parte del censo que no está abonada ni a la derecha ni a la izquierda. Se trata de entre seis y siete millones de votantes. Un buen bocado. La curiosidad es que dichos electores son siempre los últimos en abandonar a un Gobierno. Es gente fiel al que manda, manque pierda y no se la arrastra, así como así, a novedades. Ya no. Empezaron a desertar y ahora de su fidelidad no quedan ni las raspas. Se han pasado masivamente a la oposición. Y el estudio insiste en que no es la crisis la causa última del insólito cambio de tendencia.

Los socialistas, sin embargo, han decidido que la vía segura para no perforar su suelo electoral es asustar aún más a los votantes. Así, han sacado la motosierra y la guadaña, nobles instrumentos que figurarán en los recuerdos rurales del portavoz, pero que hoy remiten a crímenes y espantos, a fin de que el respetable visualice a los de Rajoy como psicópatas que disfrutan con el descuartizamiento. El del famoso Estado del Bienestar, naturalmente. Ya tiene dicho Rubalcaba que ahí reside la diferencia crucial: ellos disfrutan, nosotros no. Porque los socialistas, cuando recortan, echan la lagrimita. Pocas cosas reflejan mejor en qué ha venido a condensarse la traída y llevada ideología: en la exhibición del sentimiento. Y conste que el PP ha hecho sus intentos por competir en ese terreno resbaladizo.

Los cerebros de Ferraz han pergeñado, además, un bonito mapa que ofrece la posibilidad de "conocer en tiempo real la magnitud de los recortes" aplicados por las comunidades del PP. Tiempo real, no el otro. Y la nota bélica se subraya con unas dianas. No quiero extenderme sobre qué se dijo de otro mapa con dianas, aquel de Sarah Palin. Pero, en fin, como no se les debe suponer ignorantes de las filigranas analíticas de sus estudiosos, la campaña de terror significa que el PSOE tiene miedo de perder incluso a sus más leales e ideológicos votantes. Hasta fantaseará con robarle de nuevo sus cuatro votos a la pobre Izquierda Unida. Tanto teme que se le borre del mapa.


Libertad Digital – Opinión

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