martes, 20 de septiembre de 2011

Carma sin Karma. Por Martin Prieto

Sus jefes de Prensa aburrían a las redacciones exigiendo que escribiéramos Carma. Casi lo logró y, además, cada uno se llama como quiere. En el velorio de Gabriel Cisneros, áquel chico de la derecha que llegó a padre de la Constitución, vagaba por el Congreso sorbiendo mocos como una María de Magdala y más que una socialista en la cucaña parecía un ser humano normal. En Vivienda no pudo hacer nada y sólo se publicitó presentando un plan de irás y no volverás en la puerta de La Moncloa y con ZP haciendo de palmero de su ahijada. En Defensa no ha roto nada porque el elefante no se deja, pero tiene todas las carpetas abiertas por falta de ideas o dinero. Redactó un código de conducta muy celebrado para que los soldados españoles no asesinen a civiles. Se quedó en My Lay. Pero ese toque femenino de Cyrano de Bergerac, esas ojeras desvalidas, la llevaron a verse con posibilidades de gobernar España. Es bueno que su currículo tenga estudios en Quebec, suponiendo que comprobó que la cultura francesa no quiere independizarse de Canadá. Debió ir con una beca «Orgasmus», de ésas para folgar, y no entendió la vacuidad del grito de De Gaulle. La damita, cuyo logro en la legislatura fue casarse con Miguel Barroso, monje negro de Zapatero, se ha puesto a gritar en Cataluña de la mano de su verdugo Rubalcaba, ofendiendo a togas y políticos, recurriendo a los socorridos anticatalanes, embromando con mal gusto a Cospedal y su dieta o ignorando tonante la quiebra en Toledo. La muchachita revestida de grosera, de furia, de petrolera en la Comuna, de verdulera airada. De aquella vocecita a arengar la Legión. Necesita la India inmersión en sánscrito y regenerar karma. ¡¿Y ésta era nuestra yegua blanca!?

La Razón – Opinión

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