jueves, 18 de agosto de 2011

Bono. Rumbo de colisión. Por Eva Miquel Subías

"Mi posición personal sería la de no estar". Típica contestación de quien considera que el destino debe imponerse a su propia voluntad.

No revelo nada nuevo si les digo que no son pocos los socialistas españoles que han empezado a organizar sus bártulos para la recogida aunque sólo sea de manera virtual. Así, van preparándose mentalmente para un más que probable desalojo de sus aposentos poco después de zamparse unas castañas y unos pocos panellets en plena fiesta otoñal.

Hay quien, ante el panorama que se le avecina, comienza –de manera más tímida o más descarada– a mover sus contactos para una salida profesional lo más vistosa posible. Decorosa a lo sumo. Hay quien no debe preocuparse demasiado al respecto, sea por la permanente protección de su partido, sea por tener más recursos que otros. Y siendo justa debo añadir a todos aquéllos que una vez cesados de sus cargos regresarán al puesto de trabajo que ocupaban antes de ser seducidos por la cosa pública.

José Blanco, sin ir más lejos, es de los eternos protegidos. Y si el manto calentito de Ferraz le dejara al descubierto en alguna ocasión, la Paramount Comedy le haría gustosamente un hueco como artista invitado sin la necesidad de currarse un sesudo e ingenioso guión. Con expresarse como lo viene haciendo de manera habitual sería más que suficiente para un buen monólogo. Ocurrente como pocos.


Y por supuesto, siempre hay espacio para los autodenominados imprescindibles. Estos son los que me chiflan. No saben ustedes lo que abunda en política este género. Precisamente donde más se ha comprobado que nadie lo es, aunque ostente el título. Luego, ni siquiera ellos mismos llegan a echarse de menos, pero son unos auténticos especialistas en hacer creer a toda una nación en su indispensabilidad.

Uno de los que se encuentran orgullosos de pertenecer a este selecto grupo es sin duda José Bono. Ahí lo tienen, abriendo paso a una legión de periodistas cruzando la pasarela que separa el río frente a la casa que le vio nacer en su pequeña localidad albaceteña. Mostrando su power dressing en su absoluta plenitud, como bien seguro añadiría el estilista Josie siempre atento a las tendencias, de la misma manera que yo presto atención a sus expresiones. Debería anotarlas; me parecen lo más.

Sigo que me descentro. "Mi posición personal sería la de no estar". Típica contestación de quien considera que el destino debe imponerse a su propia voluntad. Algo así como que el interés nacional debe anteponerse a los deseos mundanos. Cualquier político sea del color que sea habría contestado sí, no o dependerá de lo que decidan los órganos competentes de mi partido, pero esos pertenecen a la categoría de simples mortales. Don José está siempre por encima. Faltaría más.

Pues si su posición personal es la de no estar, que no esté. Nadie se lo va a impedir. Tampoco es tan complicado. "Yo estoy ligero de equipaje... Ya he degustado los frutos..." y cursilerías varias para decir aquello de sí, no, bueno, pero, tan característico de los pertenecientes al club de los especiales. Y una servidora está cada día más perezosa para entrar en según qué jueguecitos y maniobras a corto y a medio que ya resultan mortalmente aburridas.

Escribo estas palabras en el mar, con lo que debería aparentar más relajación. Será que hoy tengo unos de esos días en los que a mi alrededor sólo veo rumbos trazados al antojo de cada cual. Sin tener en cuenta el de los otros. Y en el caso de nuestro amigo, con riesgo siempre de colisión. Que lo anote Rubal.


Libertad Digital - Opinión

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