domingo, 28 de agosto de 2011

EEUU. Razones para callarse. Por Alberto Acereda

Los republicanos deberían preparar urgentemente un buen anuncio televisivo para su campaña presidencial. El título podría ser "¿Quién es el antipatriota y el irresponsable?" y poner aquel vídeo de Obama de campaña por Fargo en 2008.

Aquel proverbio español de que la perdiz por el pico se pierde define hoy perfectamente al actual mandatario norteamericano Barack Obama. En estos días vacacionales de mar y golf para Obama en el multimillonario y exclusivo enclave de Martha’s Vineyard, Obama tiene muchas razones para callarse aunque no lo haga. Su vicepresidente Joe Biden, el mismo que recientemente llamó terroristas a los ciudadanos norteamericanos del Tea Party, metió la pata en China hace unos días diciendo aceptar y comprender la inmoral ley china sobre la natalidad, la conocida política de hijo único. Otra aliada de Obama, la congresista negra de California por el Partido Demócrata, Maxine Waters, dijo pública y textualmente estos días que le encantaría que el Tea Party se fuera al infierno.

Esta misma semana, el Washington Post sacaba a la luz el escándalo de otro buen amigo de Obama: Jeffrey Immelt, el multimillonario presidente ejecutivo de la empresa General Electric y, a la vez, zar de empleos puesto a dedo por Obama. En un claro conflicto de ética profesional, Inmelt ha aceptado que su compañía firme acuerdos con el Gobierno de China para enviar tecnología aeroespacial –desarrollada en parte por la NASA con dinero público– a los ingenieros gubernamentales chinos y con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo en EEUU. Junto a estos compañeros de viaje de Obama, con una economía en respiración artificial, con el susto del terremoto, el huracán Irene y con el aniversario del 11-S sin presencia de elementos religiosos por orden del Gobierno Federal y voluntad de Obama, al presidente le están saliendo los enanos. Cual perdiz hallada en su silbido, todo lo que fue diciendo en la campaña presidencial de 2008 le va saltando ahora a la cara.


Lo último y más sangrante es el recuerdo de unas palabras pronunciadas por Obama, y recogidas en vídeo, durante un mitin celebrado el 3 de julio de 2008 en Fargo, Dakota del Norte. Por entonces, el candidato Obama ya estaba despedazando al presidente George W. Bush y lo criticó por añadir cuatro billones de dólares a la deuda nacional, indicando que lo hecho por Bush era "antipatriótico" e "irresponsable", al arrastrar así una deuda que perjudicaría a futuras generaciones. Obama indicaba entonces que el problema era que Bush había pedido una tarjeta de crédito al Banco de China a nombre de los niños norteamericanos, elevando la deuda nacional de cinco billones de dólares –la deuda de los primeros 42 presidentes– a nueve billones.

Han pasado tres años desde aquel mitin y menos todavía desde que Obama llegó a la presidencia. Con Obama en la Casa Blanca, la deuda nacional se ha elevado ya en cuatro billones. Según el Departamento del Tesoro, cuando Obama fue inaugurado como presidente el 20 enero de 2009, la deuda nacional era exactamente de 10,6 billones de dólares (para ser exactos: 10.626.877.048.913,08). A día de hoy, la deuda es de 14,6 billones (exactamente: 14.612.435.498.338,62) y sigue aumentando. Con el fatídico aumento del techo de deuda y el incesante gasto de Obama, la realidad es que en tres años este presidente ha gastado más que su predecesor en ocho.

Los republicanos deberían preparar urgentemente un buen anuncio televisivo para su campaña presidencial. El título podría ser "¿Quién es el antipatriota y el irresponsable?" y poner aquel vídeo de Obama de campaña por Fargo en 2008. Y es que con Obama y su pandilla, además del proverbio de las perdices, cabe aplicar también aquel otro de que habló el buey y dijo mu. A fin de cuentas, el otrora senador de Illinois pasó toda su carrera política antes de llegar a la Casa Blanca votando "presente", en silencio, sin hacer ruido. Ahora que ha llegado a Washington, ahora que veranea con los ricos que tanto dice odiar en Martha´s Vineyard, el presidente va de buey a perdiz, de mu al silbo, al cuchicheo, o mejor –por lo cobarde– al ajeo.


Libertad Digital – Opinión

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