viernes, 26 de agosto de 2011

Me ofrezco. Por Alfonso Ussía

Carmen Calvo se ha desmarcado por dignidad del futuro electoral socialista. No admite que Rosa Aguilar encabece la candidatura cordobesa. Y le sobra razón. Rosa Aguilar viene del comunismo y es una recién llegada, en tanto que Carmen Calvo jamás se ha travestido en la política. Alfonso Guerra, el más veterano de los diputados –lo ha sido en todas las legislaturas–, también se cae de las listas. Dice que tiene muchos años y necesita descanso, y calla que no le gusta nada Rubalcaba. Otro que tal baila es Manuel Chaves, presidente del PSOE. Y Antonio Gutiérrez, el diputado sindicalista que se abrazó a la rosa después de su paso por Comisiones Obreras. Pajín sí. Doña Leire se presenta como primera de la lista de Alicante, y hace muy bien, porque de no seguir en la política la veo abriendo un tenderete de «chuches» en Benidorm. Pero que a Rubalcaba le están dando la espalda en su propio partido es algo que no se puede discutir. Y cuidado, que el número de desencantados puede aumentar y ahí el candidato socialista se encontraría con un problema. En vista de ello, me ofrezco.

He consultado con mis amigos del PSOE y me han dicho que, por su parte, me recibirían con los brazos abiertos. No obstante, es Rubalcaba el que tiene que acceder a mi ofrecimiento. No exijo un puesto de elección segura y me importa un bledo la provincia que me asignen. Lo mío se puede y se debe considerar un acto de patriotismo. El que va a ser primer partido de la Oposición tiene que completar todas sus candidaturas por una cuestión de decoro. Y a este paso, no van a cubrir ni las de Ceuta y Melilla.


Otros amigos, conocedores de mi decisión, se han ofrecido también a Rubalcaba. Ninguno es socialista, pero todos creen que en una democracia joven e inexperta, la existencia y fortaleza del socialismo es fundamental. Porque de desaparecer el PSOE, muchos de sus votantes se consolarían en el comunismo, y en ese caso Carmen Calvo se reencontraría con su liderazgo en Córdoba, porque Rosa Aguilar daría el salto hacia la hoz y el martillo en menos que canta un gallo. Una sociedad seria se mueve en los parámetros del liberalismo, la democracia cristiana, la socialdemocracia y el socialismo pragmático. El comunismo es una reliquia graciosa de un pasado terrorífico, y no sería conveniente para nadie su recuperación social.

De ahí que un grupo de españoles, con la mejor intención, nos hayamos ofrecido a Rubalcaba para completar con nuestros nombres sus candidaturas. Eso no quiere decir que, en el caso de que nos acepte, optemos por votarnos. Eso sería demasiado. Si Rubalcaba, por poner un ejemplo, me incluye en su lista de Madrid yo no me votaría. El voto es secreto siempre que su emisor lo considere conveniente. No es mi caso. Aunque me presente por el PSOE mi intención no es otra que votar a Rajoy y al Partido Popular. Entiendo que quebraría una situación de normalidad democrática. Presentarse por un partido y votar a otro no es habitual, pero tampoco formamos parte de una nación regida por la coherencia. Además, que votarme a mí mismo en las listas del PSOE nada tendría de patriótico, porque estos socialistas han dejado a España tiesa, tísica y canina.

Esto es lo que hay. Me ofrezco sin reservas a rellenar una lista del PSOE liberado del compromiso de votarme. Más no se puede ofrecer. Y de salir elegido, que mucho lo dudo, me reuniría con Rubalcaba para templar gaitas y «negociar hasta los últimos flecos», como dicen los cursis, la utilidad de mi escaño. Ya lo sabe, don Alfredo.


La Razón - Opinión

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