miércoles, 24 de agosto de 2011

Déficit. Maquillaje y realidad. Por Agapito Maestre

Las negativas de IU y EC están fuera de toda realidad, o peor, son ridículas, porque estas fuerzas políticas aún funcionan, por decir algo, como si aún existiera un sistema comunista alternativa de capitalismo.

La casta política ha vuelto a retratarse en la discusión sobre un decreto que de puro obvio da vergüenza discutirlo: hay que limitar el déficit del Presupuesto si no queremos que la economía española se hunda en la miseria. Naturalmente, al final, este tipo de medidas anticrisis acaba tocando la espina dorsal del sistema político, en el caso español el Estado de las Autonomías y, por supuesto, del resto de instituciones inservibles, porque sus competencias podrían ser fácilmente asumibles por la Administración central. En estos momentos, si algo ha puesto en evidencia la crisis económica y financiera, es la inviabilidad del sistema autonómico. Ni que decir tiene que la casta política no se hará cargo de este problema hasta que no llegue una hambruna o algo parecido.

En cualquier caso, resulta cada vez más difícil mantener una estructura política y administrativa tan demencial como la española. Y este decreto, como las propuestas de Merkel para Alemania y el resto de países de la UE, se dirigen sobre todo a controlar el gasto de las comunidades autónomas. Por lo tanto, independientemente de que sea o no efectivo el decreto convalidado ayer en el Congreso, parece que la medida era necesaria. Sin embargo, algunos analistas políticos creen, más movidos por sus vísceras "peperas" que por la razón, que el decreto antidéficit aprobado ayer en el Parlamento es un mero maquillaje para tapar la ruina en que el Gobierno de Zapatero ha dejado a España. No comparto esa opinión; este decreto era imprescindible, como otras medidas aprobadas en los últimos meses, para detener la ruina de España. Además contribuye, y eso lo ha reconocido Rajoy en su intervención en el debate del Congreso, a aumentar el patrimonio de "gestos exquisitos de Zapatero a la hora de abandonar el poder". Al final, sí, el peor gobernante de España del último siglo se ha visto obligado a intentar dejar limpio y aseado el patio económico.

Por supuesto, nada de eso impide que se siga criticando que Zapatero se enteró muy tarde de la crisis y, por supuesto, no reaccionó a su debido tiempo; pero, frente a mucho discurso electoralista y oportunista, es menester resaltar que la crisis española, que tiene por supuesto su propia singularidad, forma parte de la crisis europea y mundial. Mientras esto no se reconozca seriamente, y no de boquilla, diré que los argumentos de la oposición no sirven para nada. Por eso, precisamente, no acabo de entender las razones últimas de la abstención del PP a este decreto antidéficit; menos aún entiendo esa actitud, si tenemos en cuenta que hace un año fue el propio Rajoy quien propuso medidas similares. Tampoco comprendo la abstención de CIU, excepto por mero oportunismo electoralista, cuando las medidas adoptadas por Zapatero tienen su origen en las recomendaciones de la señora Merkel, que es la jefa de la Internacional a la que esa coalición política pertenece. Por supuesto, las negativas de IU y EC están fuera de toda realidad, o peor, son ridículas, porque estas fuerzas políticas aún funcionan, por decir algo, como si aún existiera un sistema comunista alternativa de capitalismo.

En fin, creo que la comparecencia de Zapatero en el Congreso a petición propia, además de mostrar las contradicciones de su partido que se opuso por boca de Rubalcaba hace un año a esa medida, ha conseguido sacarle los colores al resto de grupos políticos. Ni se han explicado bien ni han justificado con decencia intelectual la abstención. Y, lo que es peor, no han discutido, en serio, si esta limitación del déficit, ahora por la vía del decreto y en el futuro por la reforma de la Constitución, será una medida efectiva para salir de la crisis de la deuda soberana o, por el contrario, será un corsé muy peligroso, según algunos analistas, que hundirá a la zona euro durante una década con bajo crecimiento.


Libertad Digital - Opinión

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