viernes, 26 de agosto de 2011

Reforma constitucional. Los límites de la limitación del gasto. Por Agapito Maestre

Para España y Europa, en estos momentos, es más razonable, diría Keynes, la austeridad y el ahorro.

Soy de los que piensan que el despilfarro de nuestros políticos con los dineros públicos hay que ponerle límites, e incluso habría que habilitar todo un apartado del Código Penal para perseguirlos de oficio y que paguen con su propio patrimonio todos los desmanes que hayan perpetrado. Aplaudo, pues, la limitación del gasto público a través de la Constitución, porque trata de frenar los abusos de la casta política; sin embargo, nadie se engañe, eso no significa que esta medida sea la panacea que cure el principal mal de España, a saber, el actual sistema político y administrativo es inviable en un país tan relativamente pequeño, desde el punto de vista económico, como el nuestro. Tampoco creo que esta cláusula constitucional consiga reactivar de manera contundente y definitiva, si tengo que hacer caso a ciertos economistas de prestigio, la gran crisis económica que atraviesa la economía española en el contexto de la crisis mundial.

En otras palabras, el llamado Estado de las Autonomías por un lado, y cientos de instituciones y empresas públicas ineficaces e inservibles, repárese en órganos de carácter estatal, como el Senado, o provinciales, como las Diputaciones, o locales, como Ayuntamientos que podrían agruparse con otros de igual entidad, por otro lado, no pueden ser soportados por una economía nacional, reitero, tan escuálida como la española. El sistema político es insostenible en términos económicos. Naturalmente, los primeros en negar este problema es el grupo más beneficiado del tinglado político y administrativo. Esta crítica a la casta política le suena a sueños celestiales. Cree que sólo una hambruna, o algo parecido a un terremoto de carácter social, la desalojaría del poder. Puede que estos malos políticos no corran peligro inmediato; pero, hasta donde yo sé, cada vez este personal está más desprestigiado... Se les mueve la silla.


Y, luego, vienen quienes creen que la limitación del gasto por ley puede llevar a un colapso de la economía. Esta es la principal objeción de los economistas de corte neokeynesiano a la propuesta de Merkel de controlar el equilibrio presupuestario por vía Constitucional. La objeción, desde luego, no es para tomársela a bromas. Tiene fundamentos serios. Keynes sigue dando la principal baza a los críticos de la medida; su principal tesis, a saber, desmontar el tópico de que gastar lo que no se tiene y disponer de lo que aún no se produce está lejos, como los economistas clásicos creyeron, de ser una locura ilusoria para el buen funcionamiento de la economía. En otras palabras, la austeridad puede ser destructiva y, por el contrario, el endeudamiento creador. Eso es lo que dicen, casi literalmente, los que se oponen a las medidas de Merkel: "La noma constitucional que impone el equilibrio de los presupuestos es una medida de fuerza muy peligrosa para que crezca la economía".

Quizá tengan algo de razón los socialistas españoles que se resisten a controlar el gasto por la Constitución, pero, en mi opinión, para que su argumentación tenga alguna validez no deberían de ocultar que el razonamiento keynesiano valía sólo "en determinadas circunstancias", es decir, las afirmaciones keynesianas de que la austeridad puede ser destructiva y el endeudamiento creador sólo tiene validez, en estricta lógica keynesiana, en ciertos casos. Para España y Europa, en estos momentos, es más razonable, diría Keynes, la austeridad y el ahorro. Algo, sí, que le cuesta ver y comprender a la casta política, especialmente la centrada en gastar y no ahorrar en las comunidades autónomas.


Libertad Digital - Opinión

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