lunes, 15 de agosto de 2011

Jóvenes difíciles de engañar

Tres meses se cumplen hoy del nacimiento del llamado 15-M, movimiento de «indignados» que alcanzó notoriedad nacional e internacional al ocupar las principales plazas de varias ciudades como forma de dar rienda suelta a su malestar político. Sin embargo, no puede decirse que la iniciativa haya calado o prosperado entre los jóvenes españoles. De hecho, la mayoría ha pasado de observar a los «indignados» con cierta simpatía inicial a juzgarlos con dureza. Según la exhaustiva radiografía sobre la juventud española que ha realizado para nuestro periódico NC Report, el 52,2% de los encuestados no se considera «indignado» y un 45,7% cree que se trata de un movimiento manipulado políticamente. La conclusión es que el 48,9% de los jóvenes se ha sentido defraudado por el 15-M. No podía ser de otra forma, pues, a diferencia de ciertos tópicos que ha puesto en circulación la izquierda política para captar votos, los jóvenes españoles tienen una visión de los problemas y una jerarquía de valores muy distantes y distintas de esa caricatura que acampó en la Puerta del Sol. Por eso rechazan también que los «ni-ni» (ni estudian ni trabajan) les representen y opinan sobre su generación que es consumista y desmotivada. Les preocupan el paro y la vivienda, creen que el Gobierno es el culpable de la situación y que, si bien les ha tocado una sociedad mejor que la de sus padres, vamos a peor. ¿En qué empeoramos? Aquí las respuestas son muy reveladoras: el 46,8% dice que en educación; el 40,2%, en economía, y el 35,3%, en familia. La preocupación y el apego a la familia resultan una constante en la mentalidad juvenil, como revela el dato de que es la institución más valorada (9,2 en una escala de 10), por encima de la amistad o el trabajo. Sin tener en cuenta este anclaje de la familia no se comprenderían otras facetas de los jóvenes, como por ejemplo que sean en su mayoría creyentes (43,25) frente a un 17,3% de ateos. O que opinen que la fe ayuda a enfrentarse a los problemas vitales (67,7%) y a ser feliz (56,4%). Admiran a los misioneros (67,4%) y consideran la figura de Jesús como un modelo a seguir (43,7%). De la Iglesia creen que no tiene buena imagen, pero la mayoría la valora como la principal institución donde se ayuda a los jóvenes con problemas y a los pobres. Como puede verse, el prolijo estudio no hace grandes ni novedosas revelaciones, sino que disecciona una juventud con las ideas bastante claras, en cierto modo pesimista y muy crítica con las instituciones. Pero muy alejada de esa «indignación» que al cabo de noventa días se ha convertido en un simple movimiento al servicio de la izquierda como peón electoral, dispuesto a boicotear iniciativas o acontecimientos que no se ajustan a su ideología, como la JMJ y la visita del Papa. Naturalmente, de la pluralidad en las respuestas que recoge el estudio se deduce la pluralidad política y la diversidad de criterios ideológicos de los jóvenes, pero les identifica un denominador común: un impulso ético que les lleva a ser muy autocríticos y a no dejarse seducir por cantos de sirena. Tal vez estén heridos por el desencanto, pero no están vencidos ni desnortados. Saben lo que quieren.

La Razón - Editorial

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