martes, 2 de agosto de 2011

Hay que desactivar a Bildu

El comportamiento ayer de Martin Garitano, en calidad de diputado general de Guipúzcoa y en el marco de la festividad de San Ignacio, no sorprende. Sin embargo, justo por ello debe provocar la indignación de todos los demócratas, ante una actitud sectaria, claramente alineada con la violencia ejercida por ETA, y en la que demostró un absoluto desprecio a la institución y a los guipuzcoanos que representa. No puede utilizar el altavoz que le facilita su condición de diputado general de Guipúzcoa, es decir, de representante de todos los guipuzcoanos, para pedir en su nombre la derogación de la «doctrina Parot», que supone la «cadena perpetua» para los presos de ETA, el fin de la dispersión de los presos etarras y la legalización de Sortu, es decir, el mismo discurso que repite la banda terrorista persistentemente. ¿Hasta cuándo vamos a soportar las burlas de Garitano y de Bildu? Desde los sindicatos policiales se espera que, tras las elecciones, se actúe. Ya hay suficientes argumentos legales para hacerlo. Desde que se les abrió las puertas de las instituciones, se ha comprobado hasta qué punto están instrumentalizando los ayuntamientos y las instituciones en las que están presentes para volver a plantear un escenario que ya creíamos desterrado: la retirada de la fotografía del Rey del ayuntamiento de San Sebastián, el manifiesto desprecio a la bandera española, y el acoso a los constitucionalistas. Con todos estos hechos, la Fiscalía y la Abogacía del Estado pueden reunir las pruebas que permitan evitar tanto escarnio y aportarlas a los tribunales. Tan cierto es que ETA no comete atentados como que el brazo político de los etarras, con su presencia cada vez más activa en las calles, está violentando de nuevo la convivencia en la sociedad vasca, con sus estrategias del miedo y la intimidación que tan bien le funcionaron en el pasado.

En este contexto, es pertinente recordar la posición activa del Partido Popular, cuyos dirigentes en el País Vasco han presentado varias iniciativas para acotar los movimientos de Bildu, como las mociones en distintos ayuntamientos para que los proetarras condenen a ETA, las cuales, por cierto, han sido objeto de críticas por parte de los socialistas vascos, que mantienen una posición más condescendiente. Y en LA RAZÓN, María Dolores de Cospedal ya anunció que el PP incluiría en su programa echar a Bildu de las instituciones. Ése es el camino para aislarles y desactivarles, una vez consumada su presencia en las instituciones. Lástima que no encuentren la complicidad del resto de fuerzas políticas, que mantienen unas posiciones mucho más tibias, esperando algo que sólo los más ingenuos creen que puede pasar: que Bildu condene los pretéritos atentados de ETA.

Lástima que Martin Garitano, en su penúltimo desprecio a la institución que representa, no asistiese ayer a la misa celebrada en la basílica de San Ignacio de Loyola, en Azpeitia. Si hubiese estado presente en representación de todos los guipuzcoanos, podría haber tomado nota de las palabras del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, que afirmó que «la verdadera paz no puede nacer de meros cálculos políticos, sino de un auténtico arrepentimiento». Evidentemente, Garitano no contempla esa posibilidad, como demuestra con insistencia.


La Razón - Editorial

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