sábado, 13 de agosto de 2011

Guiño del PSOE a los laicistas

Las facilidades dadas por la Delegación del Gobierno en Madrid para que unos grupúsculos laicistas organicen una manifestación contra la visita del Papa ha convertido un hecho irrelevante en una baza política para la izquierda a las puertas de la campaña electoral. Irrelevantes son los que convocan la marcha, tres asociaciones minúsculas que practican la caza de las subvenciones públicas. Irrelevante es el argumento esgrimido (el empleo de dinero público en la visita papal), pues la JMJ reportará más de 100 millones de beneficios a España, y si bien es cierto que el Estado corre con los gatos del despliegue policial, también corre con los gastos policiales que supondrá la manifestación anti Papa. Irrelevante es, en fin, la delegada del Gobierno en Madrid, un cargo político puesto ahí por Pérez Rubalcaba, el candidato socialista cuya sombra se adivina al fondo. En efecto, resulta sospechoso que la delegada Dolores Carrión diera marcha atrás en su primera decisión para satisfacer la principal exigencia de los convocantes: que la marcha pase obligadamente por la Puerta del Sol. Pese a los informes contrarios del Ayuntamiento de Madrid y del Gobierno regional, Interior pasó de restringir la manifestación a zonas no conflictivas a extenderles la alfombra roja a los laicistas con parada y fonda en Sol, gesto necesario para que los «indignados» se sumen a la protesta. Tienen razón los portavoces de la Santa Sede, Federico Lombardi, y de la Conferencia Episcopal Española, Martínez Camino, al quitarle importancia a una manifestación cuyo propósito es aprovecharse de un acontecimiento con gran repercusión internacional para hacerse publicidad gratuita. Así es, en efecto, pero en este caso existe una intención ideológica y política muy calculada debido a la proximidad de las elecciones generales. El candidato del PSOE, Pérez Rubalcaba, se ha lanzado a la titánica empresa de movilizar a las bases de la izquierda, agostadas por la frustración y el desengaño tras siete años de Gobierno socialista, y no desaprovecha ninguna baza que sirva a su objetivo. La de capitalizar el movimiento de los «indignados» es una de ellas; y la de atraerse el voto de los laicistas radicales es otra. Del mismo modo que los cargos públicos de IU tratan de hacerse notar presentando mociones contra el apoyo de los municipios a los jóvenes de la JMJ, el candidato socialista aspira a recoger el voto de esa izquierda extrema con concesiones como ocupar la Puerta del Sol o manifestarse por las calles que deseen. Es verdad que el Gobierno de Zapatero ha actuando con sentido de Estado prestando su apoyo al gran acontecimiento que, para cualquier país, supone la visita del Papa y la celebración de un encuentro mundial que reúne a millón y medio de jóvenes. Sería impensable otro comportamiento en los gobernantes de una nación mayoritariamente católica. Pero eso no quita que los dirigentes del PSOE, con su líder de facto a la cabeza, echen la caña en aguas menos claras y del mismo modo que hacen propuestas a diario de carácter electoral que chocan con lo que hace el Gobierno, también cultivan el voto de los laicistas radicales con cesiones y regalos.

La Razón - Editorial

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