sábado, 20 de agosto de 2011

El Papa de la Verdad señala el verdadero camino al 15M. Por Federico Quevedo

Fe y Razón son compatibles. No solo eso: suman. Y en momentos en los que la Razón se desencuentra, la Fe ayuda a enderezar de nuevo el rumbo. ¿Qué ocurre con el que no tiene fe? El primer consejo que cabe dar es buscarla. Pero si, aun así, no se encuentra o se rechaza, la Fe sigue estando ahí y aporta un contenido intelectual esencial para todos los seres humanos, independientemente de sus creencias. Por eso Razón y Fe son compatibles, y su combinación contribuye a llevar al ser humano hacia la Verdad, una verdad que nos hará libres en un mundo que hoy se caracteriza por someter al
hombre, a la persona, al individuo, a los dictados de una sociedad de consumo implacable, de un colectivismo atroz.

Siempre entendí el Movimiento 15M como una respuesta casi revolucionaria a esos dictados, como una reacción a la imposición y a un modo de entender el sistema de convivencia basado en la negación de la persona, lo que ha conllevado a la perversión del propio sistema democrático. Los ciudadanos se revuelven contra aquellos que les han hurtado su derecho a opinar y a decidir, contra aquellos que les han conducido a una crisis social sin precedentes.

«El Movimiento 15M sigue teniendo una sólida base para su existencia: la ausencia total y absoluta de los valores y principios que alumbraron el nacimiento del constitucionalismo liberal moderno, valores y principios que podemos volver a encontrar en esa conjugación de Razón y Fe más allá, insisto, de creencias.»
El problema es que desde el primer momento el Movimiento adolecía de una clara dirección en sus objetivos, y al final se ha convertido en una simple operación de marketing de la extrema izquierda. Aun así, más allá de las manifestaciones laicistas y del odio y el resentimiento que ese sector radical de la izquierda ha desplegado hacia la Iglesia Católica y hacia la visita del Papa, contribuyendo además a ofrecer una pobre imagen en el exterior de nuestro país que es ya lo que nos faltaba, el Movimiento 15M sigue teniendo una sólida base para su existencia: la ausencia total y absoluta de los valores y principios que alumbraron el nacimiento del constitucionalismo liberal moderno, valores y principios que podemos volver a encontrar en esa conjugación de Razón y Fe más allá, insisto, de creencias.

Valores y principios que pueden resumirse en la defensa de la libertad individual, el derecho a la vida, el respeto y la tolerancia hacia todas las ideas, opiniones y creencias, la justicia social, la igualdad de oportunidades, la no discriminación, la solidaridad... Todos esos principios y valores se encuentra comprendidos en el Humanismo Cristiano, y contra ellos ha luchado un pensamiento relativista heredero del socialismo real que ha impuesto a nuestra sociedad el modelo de la absoluta satisfacción. Pero ese modelo, y eso es lo que ha denunciado de manera constante el Papa, ha fracasado, y la prueba de ese fracaso es la actual crisis que está atravesando especialmente el mundo occidental, donde se percibe una absoluta ausencia de valores morales y principios con los que antes se sostenía nuestro modelos de convivencia.

Si alguien puede dar lecciones sobre cómo volver a encontrar ese rumbo es la Iglesia, es el Papa, porque nunca lo ha abandonado a pesar de lo que se diga desde la absurda propaganda anticatólica de la izquierda radical: la Iglesia viene siendo desde hace siglo la mayor organización social de ayuda a los más necesitados, la que más ha aportado a la Humanidad en materia de Educación y de Sanidad, la que más ha contribuido a enriquecer nuestra sociedad con el arte y la cultura.

Negar todo eso es propio del determinismo marxista, y supone contribuir a una enorme y masiva mentira que ha hecho un daño a nuestra sociedad que puede llegar a ser irreparable si no volvemos a recuperar ese rumbo que habíamos perdido. La sociedad protesta porque es consciente de que hay muchas cosas que se han hecho mal durante todo este tiempo, porque sabe que se nos han hurtado muchos de esos valores, pero lo que no sabe es cómo canalizar ese descontento, cómo dar una respuesta a las múltiples preguntas que en estos tiempos convulsos nos hacemos porque de pronto nos hemos dado cuenta de que hemos perdido los escasos referentes que el relativismo nos había impuesto como buenos.

El Papa ha venido a dar respuesta a muchas de esas preguntas, y se le puede hacer caso o no, pero lo que nadie puede negar es que lo hace desde el verdadero compromiso con el ser humano y su futuro, y aunque solo sea por eso, porque Benedicto XVI está tendiendo la mano a todo aquel que quiera encontrar respuestas, sería bueno que volviéramos a encontrar dentro de nosotros mismos la capacidad de entender y de respetar que habíamos perdido y escuchar. Sólo escuchar, que tampoco es pedir mucho.


El Confidencial - Opinión

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