martes, 9 de agosto de 2011

Acuerdo con C's. ¿El gran error de Rosa Díez? Por Carmelo Jordá

Para los que hasta ahora han confiado en Rosa Díez o están pensando en hacerlo esta negativa inopinada y en redondo puede ser difícil de tragar y en el rapidísimo no de algunos dirigentes de UPyD se adivinan razones no muy presentables.

Puede que la fórmula elegida por Albert Rivera para hacer su propuesta de pacto, hablar de ello en los medios antes de comunicarse con la propia dirección de UPyD, no haya sido la más acertada; puede que el de C's esté simplemente buscando un espacio en los medios que no le es fácil conseguir; incluso es probable que la apuesta de Rivera, ese extraño todo o nada que plantea al decir que si no lo hace con UPyD no se presentará, sea un flaco favor a su electorado.

Sin embargo, aún así Rosa Díez y su partido pueden estar cometiendo uno de los grandes errores de su todavía corta vida si desprecian sin más el ofrecimiento que les plantea el líder de C’s. Y en un partido pequeño como UPyD los errores se pagan muy caros: pueden marcar la diferencia entre el ser o no ser.

Digo esto porque creo que, aunque pueda parecer lo contrario, en este tema la formación de la valiente Díez tiene más que perder que la de Rivera. En primer lugar porque por suerte o por desgracia C’s se ha acabado configurando como una alternativa netamente autonómica, que no espera ni necesita un gran resultado fuera de Cataluña.


Por el contrario, UPyD mantiene una vocación de partido nacional, pero tiene una implantación poco menos que testimonial en Cataluña y sus diferentes resultados electorales han rozado el ridículo, y eso siendo benévolos. C’s sí podría dar esos votos que los de Díez no logran tener en aquella región y tiene también la estructura de partido necesaria para, por primera vez, hacer una campaña digna de tal nombre.

No sé si todo ello serviría para que algún diputado catalán acompañase a Rosa Díez en el Congreso, pero de la mano de C’s está claro que ésta sería una empresa difícil pero no imposible. En solitario, por el contrario, resulta absolutamente descabellado pensar que se puede pasar de los 5.000 votos en las autonómicas a los 150.000 necesarios, más o menos, para obtener un diputado en Barcelona.

Por otro lado, tiendo a pensar de que el electorado de partidos como UPyD o C’s es más crítico y exigente que el de PSOE y PP, que han tenido tiempo de convertirse en una costumbre que es difícil romper y que arrastran a muchos votantes por pura entraña.

Así, para los que hasta ahora han confiado en Rosa Díez o están pensando en hacerlo esta negativa inopinada y en redondo puede ser difícil de tragar y en el rapidísimo no de algunos dirigentes de UPyD se adivinan razones no muy presentables y todavía menos comprensibles para un elector que, dando su voto a partidos pequeños, está claro que no piensa en la defensa de intereses o privilegios particulares sino en el bien común.

Y está claro que buena parte de ese bien común pasaría, en las próximas elecciones, por contar con una alternativa de izquierda moderada, españolista y racional que puede dar respuesta a las demandas de un electorado, sobre todo del PSOE pero también del PP, que ha dejado de creer que los grandes partidos son capaces por sí mismos de arreglar la situación.

Si esa alternativa no llega a configurarse con el formato más amplio posible puede defraudar muchas de estas expectativas y ver frustrado un crecimiento para el que va a tener pocas oportunidades como estas elecciones, especialmente si ese elector exigente percibe que los culpables han sido los personalismos, los egoísmos y las ansias de un protagonismo banal.

Al fin y al cabo, la U de UPyD es de Unión, ¿no?


Libertad Digital - Opinión

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