sábado, 6 de agosto de 2011

El caos de la CAM. Por Iñaki Zaragüeta

Perdieron 522 millones de euros, pero no tuvieron inconveniente en adjudicarse bonificaciones a raudales. Me refiero a los directivos de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), que vio mermado su balance de forma escandalosa, especialmente por la morosidad y por la pérdida de valor de sus propiedades. Como se trata de una Caja de Ahorros, la responsabilidad de sus dirigentes, como ha sucedido con otras entidades similares, brilla por su ausencia, aunque en esta ocasión ya existe alguna denuncia. Y cuando interviene la vía judicial, cualquier cosa puede pasar. Pero en España no se han tomado muy en serio semejantes abusos.

Eso sí, la mala gestión no impidió que sus responsables –miembros del Consejo y ejecutivos– se beneficiaran de créditos blandos por valor de 161 millones de euros al cero por ciento o en condiciones ventajosísimas. El presidente obtuvo un préstamo de 5 millones de euros al 2,5%. Otro consejero 47,5 millones de euros en cuatro años en condiciones preferentes. Otro, en sólo seis meses, once créditos por un total de 11,4 millones al 2,93 por ciento, al 2,5 y al 1,89. ¡Toma salero!, como dicen en mi pueblo. No es de extrañar ¡qué menos! que los tres administradores nombrados por la Comisión rectora del Fondo Ordenado de Reestructuración Bancaria (FROB) llamen uno a uno a los afectados para dar explicaciones.


¿Se quedará todo ahí?, ¿en una llamada al orden?.¡Qué decir de los despidos multimillonarios de sus ejecutivos! El último director general cobró una indemnización de 3,8 millones de euros. Aún así, no se daba por satisfecho. Los 3,8 millones de euros percibidos le parecían poco para la dedicación que había dado a la Caja hasta casi llevarla a su perdición. Pero el consejo de administración no tragó con lo que pretendía: doblar la cantidad, como había sucedido con su predecesor que, según se publicó en su día, se retiró del puesto con casi seis millones de compensación por su esfuerzo. Tampoco se fueron de vacío los directivos prejubilados en el ERE de junio: diez millones de euros.
Todos ellos son los que condujeron a esta Caja de Ahorros, que ocupó el cuarto puesto en el ranking nacional, al caos financiero.

Lo que no entiende mi amigo Rogelio es la actitud del Banco de España. Es verdad que ahora ha tomado cartas en el asunto y podría aplicar sanciones que, desde luego, estarán al alcance de los pingües beneficios obtenidos por quienes quizás reciban algún castigo. Pero dicho esto, ¿cómo vigila y analiza todos estas tropelías el banco regulador?, ¿no tiene que revisar y dar el visto bueno a todas las actuaciones?, ¿por qué no puso remedio antes de que se produjera la hecatombe?, ¿evitarlo no entra dentro de sus responsabilidades?

No me extraña que desde esa entidad alicantina se pusieran durante decenios todas las trabas posibles para dinamitar la fusión natural de las dos Cajas valencianas, CAM y Bancaja, cuando las condiciones eran favorables para componer una sociedad financiera potente y fiable. Y valenciana. Ahora nada queda con identidad propia en la Comunitat. Así es la vida.


La Razón - Opinión

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