jueves, 11 de agosto de 2011

Gobierno de concentración. El beso de la viuda negra. Por Eva Miquel Subías

Gobierno de concentración, solicita el estadista castellano-manchego atisbando las barbas de sus colegas recortarse. Siempre por los intereses de España, por supuesto; José Bono no conoce otros.

Todas las formaciones políticas cuentan entre sus votantes con un buen número de lo que podríamos denominar el elector insatisfecho. Los motivos son de lo más heterogéneos aunque las circunstancias en las que se manifiesten suelan ser bastante comunes a todas ellas. Usted podría ser uno de ellos. O yo misma. En definitiva, la ausencia de un estímulo electoral en un momento dado no distingue los colores.

Bien es cierto que el insatisfecho potencial acaba regresando a la urna con la misma papeleta tras contemplar el árido desierto que le rodea ideológicamente. Algo así nos sucede con Iberia. Volvemos siempre a ella, a pesar de sus látigos. En el fondo, nos pone. Y lucimos sus marcas cicatrizadas en nuestros muslos.

En pleno alboroto londinense, el presidente de la Cámara Baja ha señalado desde su todopoderoso atril que ya va siendo hora de que los dos principales partidos políticos se cojan de la mano y comiencen a intimar. Gobierno de concentración, solicita el estadista castellano-manchego atisbando las barbas de sus colegas recortarse. Siempre por los intereses de España, por supuesto; José Bono no conoce otros.


En éstas, se ha apresurado a ahondar en la cuestión su colega de filas y aspirante a verso suelto, el recientemente derrotado en las urnas Guillermo Fernández Vara. En una semana intensamente tuitera, el ex presidente de la Junta de Extremadura solicita ansioso un acuerdo en letras mayúsculas entre socialistas y populares. No veo por qué no ha llevado su teoría a la práctica en su tierra. Debo estar torpe con los calores estivales.

Pero como no hay dos sin tres, el inquieto ministro de Fomento se hace el gracioso con aquello de que la prima de riesgo aumenta porque los mercados no confían en la llegada de Mariano Rajoy. Puro estilo José Blanco. Con mojito y chancletas. Pues para coñas estamos, oigan.

Supone una servidora que los populares a estas alturas tendrán más que cogida la medida a los movimientos de ficha de los incombustibles socialistas. Es de suponer también que la actuación "en aras de la profesionalidad" de mantener a determinados funcionarios en puestos estratégicos en no pocos ministerios e instituciones diversas habrá servido de ejemplo en el momento en el todos aquéllos fueran ascendidos y "recompensados" por los cargos políticos del PSOE una vez retomaron el poder con la llegada de José Luís Rodríguez Zapatero. Por los servicios prestados, se entiende.

Pero como me temo estoy suponiendo quizás demasiado, cabe recordar que los machos siguen apareándose con la viuda negra, no pueden resistir la tentación de sucumbir ante los encantos de la araña, aun a sabiendas de cuál será su destino.

Aunque yo, por si acaso, no les dejaría siquiera darme un piquito.


Libertad Digital - Opinión

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