domingo, 14 de agosto de 2011

Del rigor a la quiebra. Por Pilar Ferrer

Cuenta un conocido banquero que al llegar José María Aznar al poder, varias incógnitas estaban abiertas. Todas le quedaron despejadas en uno de sus primeros encuentros con el nuevo presidente del Gobierno. Con su estilo directo, Aznar fue al grano y definió las bases de su política económica: rigor en las cuentas públicas, transparencia en la gestión y eficacia en los recursos. Ello colocó a España entre las primeras economías del mundo, con creación de empleo y absoluto respeto en los mercados internacionales. Nada que ver con el desolador panorama actual.

Aznar contó con un equipo de primera. Liderado por Rodrigo Rato, sin duda el mejor vicepresidente de área que ha tenido este país, la prosperidad fue una constante. Se podrá decir ahora que la crisis es mundial y lanzar la cantinela de que otros tienen la culpa. Pero los mercados reflejan la ausencia de políticas fuertes, líderes creíbles y decisiones valientes. Quién tanto tiempo se negó a ver lo que se avecinaba, llega muy tarde a su solución. Zapatero es un rehén de su ignorancia y falta de experiencia. El «buen rollito» es una candidez terrible cuándo se acabó la fiesta.

El líder del PSOE heredó unas arcas repletas, buenas tasas de empleo y unas finanzas saneadas. Su legado no puede ser más nefasto. Dilapidó presupuestos en memeces demagógicas, repartió sin rigor y derrochó una anterior etapa impecable. No es cuestión de ideología, sino de gestión. Restaurar ahora el crecimiento costará mucho. Zapatero abrió su mandato con una economía saneada. Lo deja en estado lamentable. En una inquietante quiebra.


La Razón - Opinión

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