lunes, 22 de agosto de 2011

Benedicto XVI, gracias. Por Iñaki Zaragüeta

Paz, verdad, libertad, juventud, convicciones, ética, concordia, valores … ¿Quién ofrece algo mejor de forma permanente? Son los mensajes de Benedicto XVI en su visita a España. Su Santidad ha demostrado no sólo liderazgo para los creyentes católicos sino también conocimiento de la realidad social del mundo y de España. Su defensa de la libertad y la verdad como virtudes complementarias constituyen un testimonio atractivo para los tiempos que vivimos. La paz ha sido una constante en los discursos vaticanos.
Ratzinger entendió perfectamente dónde se encontraba y, eludiendo la confrontación con los políticos, habló claro sobre la necesidad de no avergonzarse de la fe y defenderla. A la vez, denunció la «persecución larvada» que padecen los cristianos en los estados laicistas. ¿Habrá algo más progresista que animar y amparar a la juventud? Los jóvenes son el futuro. ¡Cómo no! También existió –nadie sabe de qué origen– la movilización de unos pocos impresentables. Incluso ellos, con su intransigencia y violencia, han producido frutos positivos al desvelarse ante la sociedad como sectarios y fascistas. No quieren oír de lo que el Papa habla. Además de tan encomiables mensajes, nos deja repercusiones extraordinarias para España en el momento que más lo puede necesitar. La imagen de España ha dado permanentemente la vuelta al mundo desde una perspectiva de juventud, alegría y modernidad. Las visitas del Papa con sus multitudinarias concentraciones –nadie en el mundo logra algo semejante– se han visto en las televisiones de los cinco continentes y, por Twitter y Faceboock, se han traducido a casi treinta idiomas. Como dije antes, ¿quién da más? Así es la vida.


La Razón - Opinión

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