lunes, 11 de julio de 2011

Zapatero bis. Por José María Carrascal

Rubalcaba hizo lo que Zapatero al comenzar la crisis: ignorarla, olvidar la realidad, anunciar medidas cosméticas contra ella.

LO más importante de su presentación como candidato socialista no fue lo que dijo, sino lo que no dijo: Rubalcaba omitió por completo que somos de hecho un país intervenido por Bruselas, que nos ha impuesto unos deberes que no hemos hecho del todo, con los mercados al acecho. De todo eso, nada de nada. Para compensarlo, el candidato socialista se sacó de la manga dos propuestas —que la banca financie la creación de empleo y restablecer el impuesto de patrimonio para las grandes fortunas— y se quedó tan satisfecho. ¡Como si la banca estuviera para financiar nada, cuando lo que necesita es financiarse ella, y no supiéramos que las grandes fortunas tienen su dinero en inversiones libres de impuestos! En otras palabras: Rubalcaba hizo lo que Zapatero al comenzar la crisis: ignorarla, olvidarse de la realidad, anunciar medidas cosméticas contra ella. O no se da cuenta, lo que sería gravísimo, o nos está mintiendo, lo que sería el colmo, pues es la segunda vez que nos lo hace. En cualquier caso, explican los aplausos entusiastas de Zapatero al escucharle: su sucesor estaba diciendo lo que a él le gustaría decir, pero Bruselas y los mercados no le dejan. En cuanto a la sala, ¿qué iba a hacer sino aplaudir también? Veremos lo que dicen hoy Bruselas y los mercados, porque no ha debido de hacerles ninguna gracia tanta amnesia. Menos gracia aún le ha hecho a la oposición doméstica a diestro y siniestro, que le lanza preguntas como flechas envenenadas: por qué quiere imponer ahora la reforma electoral que rechazó hace pocos meses. O recuperar los impuestos que había eliminado. O crujir a los bancos que había ayudado. O hacer política de izquierdas cuando viene haciendo la de derechas. Puede contestar que antes hay que salir de la crisis. Pero entonces estaría reconociendo que la izquierda no tiene recetas para la crisis. Que las únicas recetas son de derechas. Y tan tonto no es.

Que se trató de un mitin electoral, es decir, de una serie de promesas que no se van a cumplir, no cabe la menor duda. Pero en las precarias condiciones en que nos encontramos, incluso las mentiras toleradas pueden convertirse en boomerang contra quien las pronuncia, y no me refiero a Rubalcaba, sino al Gobierno del que aún forma parte, y en ese sentido, a España. Es posible que haya recuperado algún voto de la izquierda, aunque tampoco tantos, dado lo vapuleada que está por el zapaterismo en descomposición que aquél representa. Seguro, en cambio, es que no ha contribuido lo más mínimo a aumentar el crédito, la confianza, el prestigio, la reputación financiera de España. O sea, para distanciarla de Grecia, que a fin de cuentas es el nombre de este peligroso juego.


ABC - Opinión

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