martes, 12 de julio de 2011

Una remodelación pactada

Rodríguez Zapatero abordó ayer su novena remodelación ministerial desde que llegó a La Moncloa en abril de 2004 –ha tenido más de una crisis de Gobierno por año, lo que no deja de ser significativo– sin mover apenas peones. Provocada por la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba, que ya está volcado en sus labores como candidato a la presidencia por parte del PSOE, ha sido una reforma de perfil bajo: sólo un cambio para sustituir a Pérez Rubalcaba en Interior por Antonio Camacho. El actual secretario de Estado de Interior pasará a ocupar la cartera de este Ministerio hasta el final de la legislatura. Por experiencia, preparación, conocimiento del ministerio y cercanía a Rubalcaba, Antonio Camacho era el candidato más idóneo para ocupar Interior, por expresa petición de su antecesor. El resto de movimientos apenas tienen trascendencia, salvo la decisión –que Zapatero calificó como «sorpresa» para los periodistas– de que el titular de Fomento, José Blanco, sea también el portavoz del Ejecutivo. Como era más que previsible, y más en esta época que obliga a la austeridad, no ha habido un aumento de ministerios. Se reducen en dos las vicepresidencias pasando a ser ahora, la vicepresidenta segunda y Ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, vicepresidenta primera y Manuel Chaves ocupará la vicepresidencia segunda. El mayor protagonismo de José Blanco responde a la necesidad de tener en la portavocía a un político experimentado, con cintura política, pero también contundente, que se maneja bien ante los medios de comunicación, además de ser una de las personas más cercanas al presidente. Sin embargo, el ascenso de Elena Salgado quizá no sea acorde a sus limitaciones.

Con este gabinete, Rodríguez Zapatero pretende, o eso al menos ha indicado, agotar la legislatura, algo que se nos antoja muy complicado. Ayer afirmó que esta remodelación responde al interés de mantener la estabilidad. Evidentemente, el presidente del Gobierno está en su derecho de elegir cuándo convocar o no las elecciones generales. Sin embargo, sus deseos se chocan de frente con la realidad. La citada estabilidad casa mal con la situación de bicefalia que viven ahora mismo los socialistas. Tanto Rodríguez Zapatero, en calidad de presidente del Gobierno, como Pérez Rubalcaba, como candidato electoral, pueden enviar mensajes contradictorios tanto a sus votantes como al país que pueden generar inestabilidad y una sensación de interinidad que sería muy perjudicial para España. Cabe recordar que reactivar la recuperación económica pasa por generar confianza en los mercados y en nuestros socios comunitarios y ésta puede verse mermada si desde el mismo partido que sostiene al Gobierno se oyen voces discrepantes sobre algunas de sus actuaciones.

España necesita un Gobierno sólido y no un Ejecutivo gastado y sin proyecto que, además, está sostenido por un partido en el que existe una bicefalia. Es imprescindible que el presidente del Gobierno dé un paso adelante y convoque elecciones anticipadas. Hay una recuperación económica que no entiende de calendarios electorales.


La Razón - Editorial

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