martes, 12 de julio de 2011

Un poquito de PSOE. Por Edurne Uriarte

En nuestra cultura política se vota a los partidos y no a los candidatos, por mucha R que se ponga en los carteles.

LA principal novedad del liderazgo de Rubalcaba no es el giro izquierdista sino la sustitución total del partido por el líder, en unas dimensiones que superan a las del propio Zapatero. Su primer cartel electoral ha eliminado el logo socialista y ha reducido el nombre del partido a un tamaño que requiere lupa para su lectura. En su discurso personalista de 70 minutos del sábado, limitó las referencias al PSOE a un minuto, precedido de un «Y ahora os voy a hablar un poco del PSOE, pero sólo un poquito». Para proclamar, a continuación, su orgullo, menos mal, de ser socialista, y no como los de la derecha que nunca dicen ser de derechas.

Es esta novedad la que introduce el interrogante más interesante sobre el liderazgo de Rubalcaba, la comparación con el 2000 y los posibles logros del Rubalcaba personalista ahora frente a los del Almunia de partido en aquel momento. Entonces, y con una situación de depresión socialista parecida a la actual, si bien con unas encuestas de intención de voto no tan catastróficas, los socialistas achacaron una buena parte de la derrota por mayoría absoluta a las limitaciones de un candidato, Joaquín Almunia, a quien consideraban poco brillante y carismático. Ahora, Rubalcaba y los socialistas transmiten el mensaje de que, a pesar de la situación crítica de las expectativas electorales del PSOE, incluso podrían llegar a ganar pues tienen como candidato a un político brillante, extraordinario, como Rubalcaba.


Que Rubalcaba sea capaz de hacer realidad la anterior idea en forma de victoria o de una derrota por escaso margen no sólo determinará su futuro político, su capacidad para quedarse con el control del partido. Además, responderá a una cuestión de interés más general, la de la eficacia de la personalización de las campañas y la sustitución del partido por el líder en un sistema político como el español. A favor de la estrategia de Rubalcaba está el elemento obvio de que la imagen de la marca PSOE está en mínimos y, sin embargo, la imagen del candidato ha sido, al menos como ministro y hasta ahora, mucho mejor que la de la marca.

En contra de esa estrategia está todo lo demás. Y todo lo demás es que el español es un sistema político parlamentario y no presidencialista y que en nuestra cultura política se vota a los partidos y no a los candidatos, por mucha ZP y mucha R que se ponga en los carteles. Las estrategias de sustitución de los partidos por los candidatos, como la de ZP y ahora la de la R, derivan en una torpe imitación del sistema presidencialista americano y de la pueril idea de que la modernización de las campañas se logra ocultando a los viejos partidos y sustituyéndolos por los mensajes publicitarios impactantes, la ZP, la R, y los relatos personales de los candidatos.

En contra de la estrategia de Rubalcaba está también su propia persona. Su excesivo concepto de sí mismo, segundo elemento en el que también supera a Zapatero, y que le hace perseverar en la estrategia de anulación del PSOE a pesar de los adversos datos iniciales de unas encuestas que mantienen la misma distancia del PP con él como candidato. Y que lo llevan al riesgo de que el poquito de PSOE tenga como resultado final la nada de Rubalcaba.


ABC - Opinión

0 comentarios: