viernes, 8 de julio de 2011

Programa para mileuristas. Por Ignacio Camacho

Por primera vez en mucho tiempo un partido pretende acudir a las urnas con la promesa de subir los impuestos.

COMO la crisis ha proletarizado a gran parte de la clase media, que es la que paga impuestos en España, el PSOE prepara un programa electoral para seducir a los mileuristas. Los estrategas de la socialdemocracia han detectado en los indignati del 15-M un posible granero electoral sensible al proteccionismo de Estado y a la retórica anticapitalista, y entienden que se les puede seducir con ofertas de mercado político a la medida. Han empezado dándoles caña a los banqueros, que tienen mala reputación en el imaginario popular, y quizá pronto tengamos un discurso impregnado de la demagogia que se puede permitir un partido cuando sabe que no va a tener que cumplir sus promesas. El objetivo no es ganar, sino reducir la escala de la derrota.

Sólo así se entiende que por primera vez en mucho tiempo un partido quiera acudir a las urnas con la propuesta de subir los impuestos. Los socialistas se van a dirigir a quienes creen que no los pagan porque se sienten fuera del mercado laboral, o en sus márgenes. Todo el mundo sabe que los verdaderos ricos escapan al control de Hacienda —por eso sólo menos de siete mil personas han declarado este año que ganan más de seiscientos mil euros— y que el alza fiscal caería sobre las nóminas sin escapatoria, pero a los jóvenes que se eternizan en contratos precarios les puede sonar bien que aumente la presión sobre unos salarios que a ellos les parecen, hoy por hoy, inalcanzables. Rubalcaba se está quitando el traje de ministro con el que se abrazaba a los financieros y les daba dinero con el que reflotar las cajas, y apela a la amnesia social para tronar contra la banca, culpable de querer cobrar los créditos que los hipotecados firmaron cuando creían que la prosperidad y el empleo eran eternos como un círculo virtuoso. Tan cierto es que los bancos ofrecían dinero demasiado fácil como que muchos consumidores cargaban en la hipoteca el coste de los todoterrenos, las vacaciones y los televisores de plasma. Todo el país vivió unos años felices por encima de sus posibilidades. El que tenía que haber regulado ese despendole era el Banco de España, cuyo jefe nombra el Gobierno, pero eso son detalles demasiado complejos para caber en los eslóganes que sustituyen a nuestro debate político. Ahora se hace política de Twitter con la sintaxis del pensamiento débil. Ya lo decía Umbral: frases breves revelan ideas cortas.

Puesto que no aspira a gobernar, salvo que sea al frente de una coalición de perdedores, Pepunto se quiere pintar de rojo con un programa de guiños esquemáticos fronterizos con la dialéctica de acampada. Enfrente tiene a uno que tampoco quiere extenderse en muchas explicaciones porque el previsible triunfo le va a obligar a ponerse antipático y teme chocar antes de tiempo con las éticas indoloras. Así nos espera una campaña de disfraces en la que los candidatos deberían llevar ropa de camuflaje.


ABC - Opinión

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