miércoles, 13 de julio de 2011

La presidencia bicéfala. Por José María Carrascal

En adelante tendremos dos presidentes: uno cara afuera, juicioso; otro cara adentro, revoltoso

ESE refrán «mal de muchos consuelo de tontos» que doña Elena Salgado explicaba a sus colegas en Bruselas, tendría que explicárselo a los medios de comunicación oficiales y oficialistas españoles que disimulan las desdichas de nuestras finanzas con el hecho de compartirlas con Italia. Pero sobre todo tendría que explicárselo a su ex colega y ya candidato socialista a la presidencia que, con la que está cayendo, no se le ocurrió otra cosa que presentarse con nuevos impuestos, recargos a los bancos y tasas a las transacciones internacionales bajo el brazo. ¡Eso sí que es hacer patria! ¡Eso sí que es atraer inversores! ¡Eso sí que es tener vista! ¿O se creía don Alfredo P. que hablaba sólo para los amigos? En adelante, tendrá que andarse con mucho cuidado con lo que dice, pues ni siquiera Zapatero se había atrevido a desafiar tan abiertamente a ese dinero transeúnte que busca oportunidades y huye de peligros. Ya no está contando fábulas a unos españoles que se lo tragan todo, sino tratando con gentes que se las saben todas. De seguir Rubalcaba por ese camino, Zapatero tendrá que coger de nuevo las riendas o el PSOE tendrá que buscarse otro candidato. Lo que vende dentro del partido no vende fuera del país (e incluso dentro del país) por una razón muy sencilla: el partido está encorsetado por una ideología que no encaja en las directrices que rigen hoy la economía mundial. Y nos adaptamos a ella o nos vamos a hacer compañía a Grecia. Así de sencillo.

En cuanto a los reajustes ministeriales para cubrir la triple función del candidato, ninguna sorpresa, habiendo para todos. Rubalcaba se cubre las espaldas dejando en Interior a su segundo, que por la cuenta que le tiene, hará lo posible y lo imposible para que no salga el esqueleto de Faisán que tienen en el armario. Zapatero se asegura la tribuna para defenderse en los últimos y turbulentos meses que le quedan de mandato, dando la portavocía al compañero más fiel en su periplo político, José Blanco. Y se corre escalafón en las Vicepresidencias, quedando doña Elena Salgado para explicar en Bruselas por qué el candidato socialista se olvidó de las reformas prometidas. ¿Vino Van Rompuy a Madrid a enterarse de ello?

Si esa era su comisión, se fue como vino. Aquí están dispuestos a aguantar lo que sea con dos presidentes: uno cara afuera, obediente y juicioso, que hace lo que le mandan; otro cara adentro, revoltoso e indignado, que hace guiños al 15-M. Con lo que las mentiras gubernamentales serán dobles. Bueno, aguantar lo que sea, no: aguantar lo les dejen los mercados, cuya tolerancia a las mentiras es menos 273 grados, cero absoluto. Ya lo están viendo. Y sufriendo.


ABC - Opinión

0 comentarios: