viernes, 8 de julio de 2011

Extremadura, nueva era

El cambio en esta Comunidad coloca al PSOE ante la verdadera dimensión de su debacle y la certeza de que su ciclo político está agotado.

LOS socialistas vivieron ayer la consecuencia más significativa de la derrota sufrida en las elecciones del 22-M. El acceso del Partido Popular al gobierno de la Comunidad Autónoma de Extremadura ha colocado al PSOE ante la verdadera dimensión de su debacle y ante la certeza de que su ciclo político está agotado. Los resultados electorales en Castilla-La Mancha y en las ocho capitales de provincia de Andalucía anuncian, a mayor abundamiento, una prolongación en las próximas elecciones generales, lo que supondría dejar al PSOE sin sus reservas naturales de voto fiel. Además, el hecho de que Izquierda Unida de Extremadura no haya apoyado al candidato socialista sienta un precedente que desdramatiza entre la izquierda la llegada del PP al poder. El PSOE no olvidará esta lección, confiado como estaba a que IU se sometiera a la condición de comodín. El gesto de IU en Extremadura contribuye a una normalización de la alternancia, más aún cuando el partido que ya gobierna en esta comunidad es el partido que ha ganado claramente las elecciones.

Aunque resulte una obviedad, los socialistas deberían asumir que el PP gobierna en Extremadura porque su candidato, José Antonio Monago, es el más apoyado por los electores. La desafección de IU es el efecto de décadas de gobierno hegemónico socialista, y no la causa de que el PSOE esté en la oposición. Este mensaje incumbe también al nuevo presidente autonómico, José Antonio Monago, quien ha tenido que equilibrar su discurso para no dar argumentos a la dirección nacional de IU para forzar la voluntad de sus tres parlamentarios extremeños. Ahora bien, el programa ganador es el del PP, no el de IU, y la política de pactos, siempre conveniente cualquiera que sea la fuerza parlamentaria del equipo gobernante, no debería llegar al extremo de distorsionar los planes de cambio.

La forma de gobierno del PP en las comunidades autónomas va a ser un punto de atención fundamental para el debate político. Los populares pueden utilizarla como credencial para el gobierno nacional; los socialistas no dudarán en utilizarla para revolverla contra Mariano Rajoy. Este juego de tácticas será especialmente relevante en Extremadura y en Castilla-La Mancha, por el efecto de contagio que puede producir en Andalucía, convocada a elecciones autonómicas en 2012, si no antes. La experiencia histórica demuestra que a la derecha se le exige mucho más y en mucho menos tiempo que a los gobiernos de izquierda, acostumbrados, hasta ahora, a ser juzgados más por lo que dicen que por lo que hacen.


ABC - Editorial

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