martes, 5 de julio de 2011

Una ilusión compartida. El Manifiesto. Por José García Domínguez

Nadie se extrañe, pues, de que Sabina y Ramoncín okupen el hueco de Marx y Engels en la formación del imaginario progresista.

Leer Una ilusión compartida, el último manifiesto de los abajofirmantes de guardia, es como comerse un melocotón: al acabar, uno siente la necesidad imperiosa de lavarse las manos para liberarse de ese pringue dulzón y pegajoso que se aferra a los dedos con apenas rozarlo. Y es que, ya puestos a reconstruir la izquierda, al menos, que recuperen a Stalin. A fin de cuentas, con los viejos comunistas podríamos entendernos, pero con ¡Federico Mayor Zaragoza! Mary Poppins dirigiendo el asalto al Palacio de Invierno, ¿se puede caer más bajo por la pendiente del kitsch? Acaso sí. Repárese al respecto en que entre esos ilusionistas desilusionados con el PSOE figura cierto Antonio Gutiérrez, por más señas parlamentario... del PSOE.

Ocurre que el desolado Gutiérrez ha renunciado a la ilusión, pero no al acta de diputado. Eso nunca. Al parecer, el hondo abatimiento doctrinal que abruma al compañero se desvanece cada primero de mes, al serle transferida la soldada a su cuenta bancaria. Terapia ocupacional le dicen los sanitarios a lo suyo. Por lo demás, comienza a resultar algo cargante la afición que le ha entrado a la Cofradía de los Tabiques Nasales Perjudicados por darnos lecciones de moralina. Sin duda, la más grotesca de las consecuencias tras la rotación de las jerarquías entre los ingenieros de almas. Así las cosas, primero, se postergó a los curas en beneficio de los nuevos clérigos, los intelectuales; santones laicos que, a su vez, habrían de acabar desplazados por los roqueros ágrafos y artistillas comprometidos que pastan en el Olimpo mediático.

Nadie se extrañe, pues, de que Sabina y Ramoncín okupen el hueco de Marx y Engels en la formación del imaginario progresista. Que quieren compartir una ilusión, proclaman ahora. Ah, las ilusiones. Nunca el cerebro. Siempre el corazón, que por algo es la víscera que cae más cerca de la cartera. Aunque frente a quien en verdad parecen sublevados es ante la sintaxis. Degústese, si no, la siguiente perla: "La corrupción democrática se ha mostrado como la mejor aliada de la especulación, separando los destinos políticos de la soberanía cívica". ¡Átenme esa mosca por el rabo! Si Sokal, el de Las imposturas, supiera de los airados anacolutos de Manolito Rivas & Cía. Qué best seller nos estamos perdiendo.


Libertad Digital - Opinión

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