viernes, 8 de julio de 2011

Con la banca hemos topado. Por José María Carrascal

Si la estrategia de Rubalcaba es arremeter contra los bancos, va a resultar aún más ignorante que Zapatero. Y más peligroso.

ES su último cartucho, la silver bullet, la bala de plata que debe salvarles: atacar a los bancos, arremeter contra los banqueros, culparles de la triste situación en que nos hallamos, freírles a impuestos. ¿Hay acaso política más progresista que esa? ¿Quién puede dudar ahora de que son de izquierdas?

Lo primero que se le ocurre a uno ante tan pueril maniobra del equipo gubernamental es: ¿pero no había dicho Zapatero que teníamos la mejor banca del mundo? ¿Empiezan a repartirse los papeles, Zapatero a la derecha, Rubalcaba a la izquierda, para recuperar el voto progresista sin asustar a los conservadores? ¿Un nuevo despiste de un gobierno que patina o pura estrategia electoral? Sea lo que fuere, vamos listos. Vamos listos porque aunque los banqueros han pecado mucho y no seré yo quien los defienda, no conviene olvidar que los bancos no les pertenecen, aunque a menudo actúan como si les pertenecieran, en lo que puede estar la causa del tortazo que se han y nos han pegado. Los bancos pertenecen a sus accionistas y, sobre todo, al cuentacorrentista anónimo que tiene depositado su dinero en ellos. Y si se arremete contra ellos, si se pone en duda su solvencia, su honestidad, su reputación, lo que conseguiremos será provocar una estampida hacia sus ventanillas de gente que quiere sacar sus ahorros, con la consiguiente quiebra de los mismos, pues ni siquiera los bancos más solventes del mundo tienen liquidez suficiente para cubrir todos sus depósitos.


Si esta es la estrategia de Rubalcaba para ganar las elecciones, va a resultar aún más ignorante que Zapatero. Y más peligroso, pues está jugando con fuego. Aunque ya nos ha ofrecido alguna muestra de su ligereza en sacar el colt y disparar sin apuntar, como esa del «tengo la solución del paro» y hacer luego un chistecito sobre ello. O no es tan listo como dicen o se pasa de listo. Porque quienes pagan los excesos de ingenio de los gobernantes son los ciudadanos, y estamos en una situación en la que no podemos permitirnos ni un solo error más.

Lo incontrovertible es que están desesperados. Nada les sale bien y sienten el aliento de los mercados en el cogote, lo que explica su nerviosismo. Saben que el tiempo corre, que las posibilidades se les agotan, que la situación no mejora, que las alianzas forjadas con sindicatos, nacionalistas, intelectuales orgánicos —por cierto, para la inteligencia de que presumen, han tardado un montón en descubrir lo mal que lo estaba haciendo el Gobierno— y que se les abren vías de agua por todas partes, como las de la SGAE y RTVE. Aunque lo peor de todo es que la inmensa mayoría no tienen adonde ir. ¿A quién se le habrá ocurrido que la solución es atacar a los bancos? Va a resultar que la única lista de todos ellos y ellas sea Bibiana Aído, buscando piso en Nueva York.


ABC - Opinión

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