domingo, 26 de junio de 2011

Victorias Zapatero. Por José María Carrascal

¿Para qué necesita ETA seguir asesinando si quienes piensan y sienten como ella llegan al frente de las instituciones vascas?

¿De qué ha servido tener a ETA contra las cuerdas, detener a sus cúpulas, ilegalizar Batasuna, si permitimos que quienes no condenan sus crímenes y ponen como ejemplo de democracia y heroísmo a los etarras encarcelados (por cierto ¿no es eso apología del terrorismo?) se hayan hecho legalmente con el control de Guipúzcoa y proyectan su larga sombra sobre el resto del País Vasco? Estos son los triunfos del duo Zapatero-Rubalcaba, que de victoria en victoria, nos llevan a la derrota final.

No mucho más airoso ha salido el PNV. ¿Sigue diciendo Arzalluz aquello de «otros sacuden el árbol y nosotros cogemos las nueces»? Más bien parece lo contrario: que ellos prepararon el aterrizaje de Bildu en las instituciones creyendo que el Tribunal Constitucional lo impediría, pero don Pascual Sala y sus colegas «progresistas» le permitió alzarse con buena parte del voto abertzale. A fin de cuentas, ¿para qué elegir la copia si puede elegirse el original?


Y el bueno de don Ramón Jáuregui celebrando la investidura del un ex redactor jefe de Egin al frente de Guipúzcoa como «la posibilidad de que signifique la llegada definitiva del final de la violencia.» Que Dios le conserve la vista. Han empezado retirando el retrato del Rey, quieren retirar al ejército y a la policía, seguirán los "españoles" y terminarán retirando a los vascos que se sientan españoles. Porque eso del nacionalismo identitario ya sabemos qué es: pureza racial y limpieza étnica. Esperemos que el señor Jáuregui tenga piso en Madrid o en una de las urbanizaciones del Mediterráneo, como tantos vascos que quieren vivir sin el ojo del gran hermano encima.

Pues, en efecto, esto significa el «final de la violencia» en Euskadi. ¿Para qué necesita Eta seguir asesinando si quienes piensan y sienten como ella llegan al frente de las instituciones vascas? Le basta ordenar. Y el que no obedezca, fuera o a la cárcel. Es lo que mi amigo Ángel Alcalá, especialista en la Inquisición, llama «la violencia inmanente», la violencia difusa en el ambiente, que obliga a comportarse de una determinada manera por simple coacción. Tampoco necesita Eta extorsionar a los empresarios vascos, con los suyos manejando 840 millones de euros anuales en la Diputación guipuzcoana, a los que se añaden los de los muchos ayuntamientos que controlan. Ni deben temer los concejales del PP y PSV en dichos ayuntamientos quedarse sin escoltas en los plenos. ¿Qué puede pasarles si lo que se decida en ellos habrá aparecido ya en el editorial de Gara? Tanto es así que, en adelante, a las «victorias pírricas», esas que conducen a la derrota, habrá que llamarlas «victorias Zapatero». O Alfredo. O don Pascual. Tanto da.


ABC - Opinión

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