miércoles, 22 de junio de 2011

Un programa para perder. Por Ignacio Camacho

Lo que está preparando Rubalcaba es un programa de oposición para confrontar con el inevitable ajuste del PP.

HUELE a proteccionismo de boquilla. Bajo la batuta de Rubalcaba —Zapatero ya no es más que una sombra en retirada, un interino en el umbral de la prejubilación— el PSOE ofrece indicios de que se dispone a redactar un programa electoral de socialdemocracia clásica, lo que equivale a una confesión de su mentalidad de perdedor. Si los socialistas entreviesen posibilidades de ganar no podrían hacer guiños a los indignadosni esbozar las trazas de un Estado de bienestar convencional que ahora mismo no resulta factible; ellos saben mejor que nadie que la política española sólo puede moverse hoy por hoy en la disyuntiva de ajuste o bancarrota. Pero lo que están preparando es un programa de oposición; un conjunto de propuestas con el que confrontarse al inevitable recorte de gasto que tendrá que abordar el PP. Un brindis al sol que les pueda allegar algunos votos para minimizar la derrota a sabiendas de que no tendrán que cumplir las promesas.

El análisis que Rubalcaba y los suyos han hecho de la derrota de mayo concluye que el castigo electoral se ha debido a las tímidas reformas de la última etapa y no al gasto irresponsable de la primera ni a la flagrante contradicción entre ambas. Por eso pretenden reconducir el discurso hacia el rumbo socialdemócrata, la alianza con los sindicatos, la retórica antiplutocrática y algunas reivindicaciones estatalistas del 15-M. El postzapaterismo va a comenzar enfocado hacia el zapaterismo de primera hora, el que diseñaron artífices como los repescados Caldera o Narbona. Eso era un proyecto de tiempos de prosperidad y empleo, imposible en momentos en que la desconfianza por la crisis griega estrangula la financiación del Estado; si se deciden a retomarlo es porque no se sienten realmente vinculados a la posibilidad de llevarlo a cabo. Pretenden levantar un espejo maximalista para ponerlo delante de la dura realidad que habrá de afrontar Rajoy. Un programa que a ellos mismos les daría pánico tener que desarrollar en el Gobierno.

Sucede que aunque ha perdido todo el poder autonómico y municipal, el PSOE es aún un partido con responsabilidades de Estado. Mientras continúe la legislatura y Zapatero esté, siquiera nominalmente, al frente de la nación tendrá que hacer frente a las necesidades de la gobernanza. No puede presidir un Gobierno antisistema. Por acostumbrado que esté a la esquizofrenia política y por renuente que sea a los ajustes, cada medida que se vea obligado a tomar será una contradicción con el mensaje que está empezando a construir su sucesor. Al presidente quizá le hubiese gustado, como ha sugerido, acampar en la Puerta del Sol para protestar contra sí mismo, pero por ahora no le dejan entrar en las manifestaciones. Lo que acaso esté intentando Rubalcaba es empezar a procurarse un sitio detrás de las pancartas.


ABC - Opinión

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