jueves, 30 de junio de 2011

Un paso decisivo

Aprobado el plan de ajuste para Grecia, Europa y el FMI deben revisar los criterios de los rescates.

En su tormentoso camino para evitar la quiebra nacional y salvar la estabilidad del euro, el Gobierno griego dio ayer un paso decisivo al conseguir que el Parlamento aprobara el plan de ajuste 2012-2015, que es la moneda de cambio para que Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) liberen el quinto tramo de las ayudas (unos 12.000 millones de euros) del primer plan de rescate. El paso es tan importante como la ruina que evita. Si el plan se hubiera rechazado, el sistema financiero europeo al completo hubiera sufrido una profunda crisis y el euro hubiese entrado en dinámica de disolución. Pero el acuerdo del Parlamento ha conjurado el riesgo de catástrofe en Europa, permite a la economía griega eludir el riesgo de impago al menos durante 2011 y abre el camino a un nuevo plan de rescate que, esta vez sí, debería ser un factor de crecimiento para Grecia y no un rosario de préstamos punitivos.

El esfuerzo político del Gobierno socialista de Yorgos Papandreu para aprobar el plan de austeridad debe ser valorado no solo por la cuantía del ajuste que se va a ejecutar (unos 78.000 millones de euros entre recortes de gasto público, subidas de impuestos y privatizaciones hasta 2015) sino también por la atmósfera de hostilidad social exacerbada contra los recortes del gasto que ha enrarecido la negociación política y la propia votación parlamentaria. Ayer, la sesión del Parlamento se celebró con una huelga general en las calles de Atenas. Papandreu se enfrenta a tareas que son extremadamente complejas en cualquier país, como reducir el tamaño de la Administración y desmantelar un rosario de empresas públicas extremadamente onerosas y poco rentables o eficaces.


Una vez que Atenas ha aceptado un doloroso recorte de las rentas, un empobrecimiento equivalente a un descenso de la riqueza de un 15% del PIB, las instituciones europeas (la Comisión, el Banco Central Europeo) y el propio FMI deberían someter a una profunda revisión todos los criterios aplicados hasta ahora para rescatar a un país. Uno de los pilares de las ayudas futuras debe ser el diferimiento voluntario de los plazos de la deuda, en línea con el plan aceptado por los bancos franceses y alemanes la semana pasada. El cumplimiento del objetivo de déficit, en cuantía y plazos, no puede convertirse en un hándicap para el crecimiento económico, sin el cual no hay devolución de la deuda y sume al país en una espiral de endeudamiento y depresión.

Los modelos de rescate basados en el rigor presupuestario no funcionan por sí solos. En situación de asfixia económica, el rescatado suele volver a reclamar nuevas ayudas, mientras los mercados entran en una fase oscilante de euforia y depresión, según se vayan parcheando los problemas coyunturales. El segundo plan de financiación para Grecia será un buen laboratorio para experimentar con fórmulas más flexibles que afiancen los factores del crecimiento, no solo de Grecia, sino de Portugal e Irlanda; y, además, consoliden la estabilidad de España o Italia.


El País - Editorial

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