viernes, 24 de junio de 2011

¿Por qué tanto poder para Bildu en el País Vasco?. Por Antonio Casado

En este singular rincón de la España democrática, donde una banda terrorista puso entre paréntesis a España y la Democracia a lo largo de estos últimos cuarenta años, la patria tira más que la ideología. Por eso esta gente de Bildu que se autodefine “abertzale” y “socialista” prefiere a los abertzales y no a los socialistas como compañeros de su extravagante viaje hacia la Euskadi una, grande y libre soñada por Sabino Arana antes de abogar por una Liga de Vascos Españolistas.

En esas coordenadas habrá que rastrear las causas de que los amigos de ETA (lo han sido hasta ahora y está por demostrar la quiebra de una larga amistad) controlen desde ayer también la Diputación General de Guipúzcoa. Se trata del gobierno del territorio, con amplias competencias en infraestructuras, servicios sociales y recaudación de impuestos. Maneja unos ingresos anuales de 4.287 millones de euros (ejercicio 2011), de los que la parte del león van a financiar el Gobierno vasco (2.869) y los Ayuntamientos guipuzcoanos (407,5).

«Queda dicho que el nacionalismo tira más que dos carretas. Así que el alma conservadora del PNV no ha tenido inconveniente en hacerle el pasillo a los radicales de izquierda.»
No fue posible un acuerdo entre el PNV de Urkullu y los socialistas de Patxi López (“No se hicieron bien las cosas”, según Rubalcaba) para evitar tan formidable acumulación de poder institucional en manos de quienes no ocultan su intención de desbordar esas instituciones y crear un marco político sólo vasco. Queda dicho que el nacionalismo tira más que dos carretas. Así que el alma conservadora del PNV no ha tenido inconveniente en hacerle el pasillo a los radicales de izquierda. Y Bildu no tiene ningún inconveniente en decir, por boca del nuevo diputado general de Guipúzcoa, Martin Garitano, que tenderá la mano al PNV y al PSE aunque ayer expresó claramente sus preferencias por el partido de Urkullu.

Pero no solamente en esas coordenadas hemos de buscar las causas de que Bildu (coalición en la que están empotrados como “independientes” los amigos políticos de ETA) se haya hecho con la Diputación de Guipúzcoa y el Ayuntamiento de San Sebastián (393,7 millones de euros de presupuesto), amén de 101 alcaldías en el País Vasco y otras 17 en Navarra (más de 1000 millones). La lanzadera de Bildu estaba en las urnas, donde obtuvo el apoyo de 273.138 ciudadanos del País Vasco con derecho a participar en la vida política, según doctrina del Tribunal Constitucional que, nos guste o no, es un órgano capital en el funcionamiento del Estado de Derecho. Y ya sentenció en vísperas de las últimas elecciones que, ante la insuficiente fuerza probatoria de que Bildu forma parte del entramado de ETA, prevalece el derecho básico de todos los vascos a elegir y ser elegidos.

Es el enunciado meramente descriptivo de lo ocurrido en el terreno legal: una sentencia del TC favorable a la participación de Bildu en las elecciones del 22-M que revocaba una sentencia anterior del Tribunal Supremo contraria a la participación de Bildu en las elecciones del 22-M. Ajustadísima votación en los dos casos, prueba de que el asunto no estaba tan claro. Salvo que caigamos en la tentación de sumarnos a cierto proceso de intenciones que proyecta una insoportable falta de respeto a la independencia de los magistrados. Un discurso tóxico que añora los atajos por falta de fe en el Estado de Derecho.


El Confidencial - Opinión

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