lunes, 20 de junio de 2011

Extremadura, símbolo del cambio

Ya no hay territorios «seguros» para un Partido Socialista que, incluso en sus feudos, sufre una profunda crisis de identidad y credibilidad ante los electores.

TRAS la decisión del órgano regional de gobierno de IU, y si no se produce ningún imprevisto en contrario, el popular José Antonio Monago presidirá la Junta de Extremadura. La abstención de los tres diputados que podrían haber inclinado la balanza a favor de Guillermo Fernández Vara supone un hito histórico para una región que los socialistas vienen considerando como un «feudo» político y en la que han gobernado desde que comenzó la andadura autonómica. Culmina así un cambio radical del mapa político en materia de poder territorial. El 22-M ha demostrado que los ciudadanos reclaman la salida cuanto antes de Rodríguez Zapatero, en el marco de una situación de emergencia económica y con una legislatura agotada. Como se demostró en Castilla-La Mancha y según anticipan las encuestas en Andalucía, ya no hay territorios «seguros» para un socialismo que sufre una profunda crisis de identidad. De hecho, Fernández Vara procuró marcar distancias en todo momento con el presidente del Gobierno, pero tampoco así se pudo librar del voto de castigo. En este contexto, el nombramiento por el Consejo de Ministros del pasado viernes de Rodríguez Ibarra como miembro del Consejo de Estado es fiel reflejo de que se buscan salidas a todas prisa para salvar los restos del naufragio.

Mariano Rajoy ha puesto la guinda a su éxito en las elecciones autonómicas y locales con este meritorio triunfo de los populares extremeños, que alcanzaron un gran resultado en las urnas. También los dirigentes regionales de IU ofrecen una imagen de independencia frente a las presiones del poder central de una agrupación política que —curiosamente— presume de funcionar con criterios federales. El PSOE ya no tiene a su izquierda a un aliado sumiso con el que puede contar cada vez que lo necesite. Además, el cambio se consuma también en Aragón, tras el pacto entre PP y PAR, que llevará a la presidencia a Luisa Fernanda Rudi. Así las cosas, crece el clamor por el adelanto electoral, ya que España no se puede permitir una agonía política que responde estrictamente a los intereses oportunistas del PSOE. Extremadura es a partir de ahora un símbolo inequívoco del cambio de ciclo, porque la democracia ofrece un mecanismo evidente para conocer la voluntad del pueblo, titular único de la soberanía. En efecto, los ciudadanos hablaron alto y claro el 22-M y ahora es imprescindible que su voz se escuche cuanto antes para poner fin a una situación insostenible.


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ABC - Editorial

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