martes, 7 de junio de 2011

El Movimiento 15M sigue vivo, pero no en la Puerta del Sol. Por Federico Quevedo

Me toca hacer algunas aclaraciones porque los acontecimientos de los últimos días y mi actitud personal hacia lo que se ha llamado el Movimiento 15M han generado no pocas suspicacias, y creo necesario volver a exponer las razones, los motivos, que desde un principio me han llevado a respaldar ese movimiento de la sociedad civil que se ha manifestado en nuestras calles y plazas reclamando un mayor protagonismo de los ciudadanos en la vida pública y exigiendo a los políticos un compromiso de regeneración de la democracia.

Es verdad que más allá de estos parámetros, el Movimiento 15M ha tenido expresiones que podían resultar de mi agrado y otras no tanto. Empezando por el final, la presencia de grupos antisistema y radicales de izquierda ha complicado mucho la tarea informativa, e incluso desde esos núcleos que poco a poco han ido imponiendo sus tesis y sus comportamientos al resto de integrantes de las acampadas se ha procurado silenciar a los medios de comunicación. Ayer mismo un compañero periodista se quejaba en twitter de que los miembros de la Comisión de Comunicación de #acampadasol le exigían ver una entrevista que había hecho a los portavoces antes de que ésta fuera publicada. Eso, en mi idioma, se llama censura previa y va precisamente en contra de lo que yo creo que hay detrás del Movimiento 15M, que no es otra cosa que una clamorosa y un tanto caótica expresión de libertad.


A esa actitud de censura hay que sumar algunas de las reivindicaciones que se han hecho desde las asambleas, absolutamente irreales y propias de un colectivismo carpetovetónico de imposible factura en nuestros días y que de llevarse a cabo situarían a nuestro país en la cola de las naciones con prestigio, a la altura más o menos de países como Venezuela. Tercera cuestión: yo estuve la semana pasada en #acampadasol no una, sino varias veces, y puedo asegurar que ni aquello olía mal, ni sufrí ninguna infección de chinche o piojos, ni asistí a espectáculos callejeros de sexo en vivo, ni nada que se le parezca… Lo que vi, más allá de intencionadas observaciones dirigidas a descalificar a los acampados, fue una acampada bastante organizada, con gente limpiando el entorno, surtida de múltiples posibilidades para pasar el tiempo, pero que desde mi punto de vista había perdido el rumbo original con el que había nacido #acampadasol y el Movimiento 15M.
«Probablemente la fase más complicada del Movimiento 15M sea esta, porque ahora es cuando toca concretar no solo los objetivos sino también las acciones.»
Considero, por tanto, que desde hace días la mejor alternativa para las acampadas, dado que además este sigue siendo un país libre y democrático y las actitudes de presión son poco comprensibles sobre todo cuando los objetivos están faltos de concreción, la mejor alternativa, insisto, es levantar el campamento y darle al Movimiento 15M una visibilidad distinta a la que se le ha dado hasta ahora. ¿Significa esto un fracaso? En absoluto. El Movimiento 15M y #acampadasol han conseguido algo muy importante: crear conciencia de cambio. Y eso era muy necesario en una sociedad como la nuestra hasta ahora adormecida y resignada a su propio destino.

Miren, llevo mucho tiempo quejándome de que en unas circunstancias como las actuales en este país nadie se haya movilizado para mostrar su indignación, y cuando por fin hay miles de personas que lo hacen, no seré yo quien les dé la espalda. Me importa un bledo, y lo digo así de claro, si no protestan en Moncloa o en Ferraz. Tampoco lo hacen en Génova 13. Sol se convirtió, desde un principio, en un símbolo de la protesta y hubiera dado igual si en lugar de ser Aguirre la inquilina del Palacio de Correos fuera un político de la izquierda, porque los acampados no miraron por esa circunstancia. Lo importante de la protesta, de la movilización, es que exteriorizaba eso que tanto nos sorprendía a muchos que no se exteriorizase: cabreo, malestar… indignación. ¿Por qué? ¿Hacia quién? Indignación por una situación política-económica-social que tiene a este país sumido en una crisis sin precedentes, y de la que los ‘indignados’ echan la culpa a unos y otros por igual, aunque luego en las urnas los ciudadanos castiguen con mayor energía a quienes tienen mas responsabilidad que siempre son los que gobiernan. Pero la queja tiene que ir dirigida a todos, porque de todos ellos depende que las cosas cambien, no solo de unos, no solo de los que están en el poder, porque entre otras cosas el poder está bastante repartido y compartido.

¿Qué debe ocurrir a partir de ahora? Probablemente la fase más complicada del Movimiento 15M sea esta, porque ahora es cuando toca concretar no solo los objetivos sino también las acciones. Es posible que la ciudadanía pase de nuevo por una fase de resignación y parezca que el movimiento haya perdido impulso, pero no es así. Los acampados pueden tener la tentación de querer permanecer contra viento y marea porque piensan que levantando el campamento se acabará todo, pero esa una impresión equivocada. Se ha conseguido despertar las conciencias, y ahora hay que ser inteligentes y actuar con sentido común hasta conseguir que quienes de verdad tienen en su mano introducir esos cambios que regeneren el sistema democrático acepten que en las próximas elecciones generales tienen que ofrecer a los ciudadanos algo más que simples recetas contra la crisis. Y la manera de conseguirlo es manteniendo viva la presión, pero eso no quiere decir que deba seguir en pie #acampadasol, sino que será necesario estudiar nuevas acciones legales de protesta que mantengan viva la llama que se encendió el pasado 15 de mayo. ¿Cuáles? Bueno, Democracia Real Ya propone una manifestación para el día 19, y ese es un buen comienzo, pero en cualquier caso lo que se haga debe estar siempre dentro de la legalidad vigente y sin salirse de los carriles del sistema, porque de lo contrario se perderá el sentido de querer cambiarlo desde dentro. Esto es lo que yo creo, y lo que seguiré defendiendo.


El Confidencial - Opinión

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