martes, 5 de abril de 2011

Candidatos a perder. Por Ignacio Camacho

En las primarias españolas suele faltar un debate de ideas que supere la simple confrontación fulanista.

ANTES de que comience la habitual demonización de las primarias, sobre todo por parte de quienes no las celebran, conviene anotar que con todos sus defectos son el procedimiento más legítimo y abierto para elegir candidatos en un sistema de partidos muy cerrado a la participación democrática. O, por decirlo con la célebre paradoja churchilliana, tal vez sean el peor procedimiento… con la excepción de todos los demás. Refrescan una atmósfera política viciada y devuelven a los militantes una parte de la soberanía que les enajena la burocracia de los aparatos. Los adversarios de este método electivo —incluso en el Partido Socialista, al que hay que elogiarle, junto a UPyD, el coraje de haberlo incorporado a sus reglamentos— le reprochan el desgaste que supone ante los ciudadanos una lucha de correligionarios, pero ése es un problema que se solucionará por la fuerza de la costumbre cuando dejen de ser una novedad y acaben adquiriendo carta de naturaleza extensiva. Y en cuanto a la posibilidad de que alumbren dirigentes ineficaces aupados por una coyuntura oportunista, la experiencia ya enseña que los designados por cooptación o dedazotampoco suelen ser grandes dechados de virtudes y de competencia.

Lo que falta en las primarias españolas es un impulso intelectual que supere el simple nominalismo mediante un debate ideológico. Ésa es la oportunidad que probablemente se dispone a desperdiciar el PSOE, abocado a una mera confrontación de caras o, todo lo más, de estilos, en la que nadie se atreva a formular la renovación que requiere la socialdemocracia tras el fracaso del trivial proyecto zapaterista. Con el lastre que van a heredar de la gestión del presidente los eventuales aspirantes a la sucesión tienen muchas posibilidades de no ser otra cosa que candidatos a perder en 2012, y ante esa perspectiva les convendría trazar desde la autonomía personal planteamientos y modelos nuevos para una etapa distinta, que si no sea de refundación se puede parecer bastante. Si lo que busca el socialismo es sólo un rostro que enfrentar al de Rajoy en el póster electoral, tal vez ocurra que al cabo de diez meses se trate de cartelería inservible. El hundimiento de Zapatero demuestra que la telegenia no basta sin fundamentos estratégicos ni ideas capaces de sostenerse en condiciones adversas.

Lo que los españoles en general, y los socialistas en particular, tienen que saber es en qué se diferencian políticamente —entre sí y respecto a Zapatero— Rubalcaba y Chacón, o quien sea: cuál es su modelo de sociedad, de país y de gobierno, y cómo piensan combatir la crisis socioeconómica. Si no aclaran eso el candidato lo podría elegir mejor una consultoría de casting. Los debates fulanistas son muy apasionantes, pero en el paro hay cinco millones de fulanos que esperan algo parecido a soluciones.


ABC - Opinión

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